Categoría: OBRA CON MÚSICA
Crítica de Al final del arcoiris
Título original: End of the rainbow
Buenos Aires, Argentina.
Temporada 2014 (Teatro Apolo).
Calificación: 9 /10
¿De
qué se trata?: En 1968,
Judy Garland (Karina K) es convocada a Londres para dar una serie de
conciertos. Se instala en un hotel con su quinto marido y manager, Mickey Deans
(Federico Amador) y su pianista y confidente, Anthony (Antonio Grimau). Allí,
tendrá que sobrellevar su mala situación financiera, su adicción a las
pastillas y el alcohol y su complicada relación con la prensa y quienes la
rodean para poder cumplir con su compromiso.
El punto fuerte de la obra: la inmensa Karina K.
Al salir del teatro, escuché a una mujer
decir “Me cansé de sólo ver el trabajo de esa mujer”. Lo decía en sentido
positivo, porque reconocía el poder que tiene Karina K para hacer vivir a los
espectadores emociones fuertes. Esto me remitió a una frase de Alejandra Boero
que leí hace unas semanas en la revista “Noticias”, en una entrevista a Thelma
Biral: “La gente no sabe, cuando va al teatro, cuánto va a tener que trabajar”.
Y es probable que uno termine agotado y agradecido después de ver la actuación
de Karina K, un verdadero tour de force,
como se dice en teatro (un personaje difícil, que requiere destreza escénica y
expone la habilidad de un artista).
Ella sabe empaparse de la esencia de sus
personajes (cuentan que, para protagonizar Sweeney
Todd, escuchaba hasta la grabación de la versión coreana), y se mete de
lleno en el personaje de Judy, con todas sus facetas. En lo vocal, consigue
rememorar su estilo inconfundible. Garland era una mujer de contrastes. Era
capaz de sorprender al público al cantar, de repente, con mucha potencia, y
luego volver a un tono más tranquilo, luciendo su registro amplio (a veces,
también, jugando con el tempo). Por eso, la identificaba esa fuerza que tenía
guardada dentro de un cuerpo pequeño y de 1,51 cm de alto, que parecía a punto
de explotar cuando encaraba esas notas, pero se mantenía más firme que nunca.
Me pregunto si esta forma de cantar no tenía que ver con su personalidad. Puede
haber sido por su tendencia a mostrar cómo podía hacer todo al límite (lo mismo
sucedía con las pastillas y el alcohol). Así, entregaba todo en escena y todavía
tenía resto para más (como Karina K). También, puede haber sido una forma de
mostrar seguridad, que ella podía hacer lo que quisiera en el escenario por sí
misma, sin las presiones que tuvo que sufrir desde muy joven por parte de los
estudios fílmicos MGM. Allí, la acomplejaban por su aspecto estético (por
ejemplo, le ponían carillas sobre sus dientes torcidos o le indicaban cuándo y qué
comer). También, según ella misma declaró, le daban pastillas para mantenerla
enérgica por varias horas de rodaje y, luego, pastillas para que se pudiera
dormir, hasta que la despertaran y le dieran nuevamente pastillas que la
vigorizaban, como si fueran un robot con botón on/off. Entonces, su voz
poderosa y su rebeldía le pudieron haber servido para mostrar que ella era
mucho más de lo que aparentaba, y que era una mujer fuerte que nadie podía
controlar (al menos, eso creía ella).
Karina K recrea con maestría y excelente
técnica vocal a esa mujer frágil que se revitaliza en el escenario y, a la vez,
hace catarsis. Versiones desgarradoras como las de “You Made Me Love You” y “Come
rain or come shine” están cargadas de expresión, al igual que el emocionante
final. Cuenta la anécdota que Judy grabó una canción para la película Nace una estrella en 27 tomas (durante 3
días) hasta conseguir la emoción esperada.
Desde lo actoral, adopta una postura
para mostrar esa vulnerabilidad (además, bajó de peso) y mantiene una actitud
sumamente hiperquinética, tanto al moverse como al hablar, o simplemente al
agarrar un cigarrillo. Además, adopta el histrionismo de Judy, utilizando gestos
característicos (que traen reminiscencias, también, de su hija Liza Minelli), y
hace que sintamos pena por su debacle.
Antonio Grimau compone magníficamente, con
sensibilidad y sutileza, a un pianista homosexual, logrando superar su gran
actuación en El precio. Se anima,
incluso, a cantar unas líneas.
Federico Amador tiene un rol difícil, al
compartir escenario con dos grandes actores. Sin embargo, logra otorgarle a su
personaje ciertas ambigüedades que requiere, que no es conveniente adelantar.
El texto de Peter Quilter, en una buena
adaptación de los cotizados Fernando Masllorens y Federico González del Pino,
es generoso con la actriz protagónica, a quien cede casi todo el peso de la
obra (como ya le había pasado a Karina K en Souvenir).
Aquí, no hay intriga por ver qué sucederá ni vueltas de tuerca, sino que la
prioridad es pintar a una leyenda como Judy Garland en 1968, cuando estaba próxima
a su muerte, de la mano de anécdotas interesantes. Un acierto es la forma en la
que entremezcla el drama con el humor, y otro es la dosificación de las
referencias al pasado de la artista durante la Era Dorada. Las canciones (cuyas
versiones en castellano fueron hecha por Alberto Favero y Karina K) también están
bien intercaladas. Por supuesto, está “Over the rainbow” (debo confesar que, a
los 6 años, por culpa de mi mamá, yo era fanático de El Mago de Oz; tanto del libro como de la película, su versión
teatral y el musical The Wiz).
Particularmente, me gustó la inclusión de “Get happy”. Aclaro de vuelta: este no es un musical, sino una obra con música.
Hay cierta ironía en la forma que Judy
Garland terminó convirtiéndose en el Norman Maine que su personaje trataba de
proteger en Nace una estrella.
Alberto Favero aporta su profesionalismo en la dirección musical y en el piano, para darle vida a grandes melodías de la mano de Arturo Puertas (contrabajo) y Quintino Cinalli (batería).
Tanto la dirección de Ricky Pashkus como
la escenografía (de Héctor Calmet) y el vestuario (de Pablo Battaglia) podrían
sintetizarse en una sola palabra: realismo. La obra es muy humana, y por eso
conmueve.
La iluminación de David Seldes sirve
para marcar la transformación de Judy en el escenario, en contraste con su vida
en el hotel.
En resumen: Karina K encarna a Judy Garland con una
entrega conmovedora, y se sigue consolidando como una de las mejores actrices
de nuestra escena. Desde lo vocal, logra versiones desgarradoras y poderosas de
algunos clásicos de la artista. La dirección de Ricky Pashkus se focaliza en
darle realismo a la obra.
-.-.-.Espectador Crítico de Musicales.-.-.-
Más
información:
Dirección
general: Ricky Pashkus
Producción
general: Javier Faroni
Desde el 11/9: Teatro Astros (Av. Corrientes 750)
Funciones: jueves y viernes 21 hs, sábado 21:30 hs. y domingo 20 hs.
Duración: 1 hora y 40 minutos
Duración: 1 hora y 40 minutos
Para cerrar,
les dejo algunas frases de Judy que encontré en Internet, y que reflejan algo de
lo que se ve en la obra:
“Yo quería creer e intentaba creer con todas mis
fuerzas en el arcoiris que trataba de de atravesar y no podía. ¿Y qué? Muchas
personas tampoco pueden”
“En cuanto a mis sentimientos hacia “Over the rainbow”
[de El Mago de Oz], esa canción se
convirtió en parte de mi vida. Es tan simbólica sobre mis sueños y deseos que
estoy segura de que es por eso que, a veces, asoman lágrimas en los ojos de las
personas cuando la escuchan”
“Cuando viviste la vida que yo viví, cuando amaste y
sufriste, y estuviste locamente feliz y desesperadamente triste... bueno, ahí
es cuando te das cuenta de que nunca vas a poder sentar cabeza y establecerte
en un lugar. Tal vez es mejor morirse antes”
“Soy una mujer que quiere estirar sus abrazos y acoger
a 40 millones de personas entre sus brazos”
“Soy una leyenda. Entonces, ¿por qué estoy tan sola?”
“Detrás de una nube, hay otra nube”
“Siempre tenés que ser una versión propia de primera
clase, en vez de una versión ajena de segunda clase”
“¿Creés que podés hacerme cantar? Podés llevarme allí,
claro, pero ¿podés hacerme cantar? Yo canto por mí misma. Canto cuando quiero,
sólo para mí. Canto por mi propio placer, cuando quiero. ¿Entendés eso?”
Nota: esta última frase contrasta con lo que el personaje de Judy dice en la
obra (que canta para la gente). Yo creo que el público la devolvía a la
realidad y le daba aliento. De hecho, fue él quien la inmortalizó. No obstante,
esta frase muestra su costado indomable (eso que yo había percibido en su forma
de cantar). Cuando ella veía que la gente quería que cantara, ella tenía ganas
de de cantar, y ese era el “placer” al que puede referirse: el de compartir una
conexión secreta con el público, que hiciera felices a ambas partes.
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