Las 5 entradas más populares de la semana

martes, 7 de julio de 2015

Crítica de "Ghost, el musical", de B. Rubin, D. Stewart y G. Ballard

Categoría: OBRA MUSICAL

Crítica de Ghost, el musical
Título original: Ghost, the musical
Libro: Bruce Joel Rubin / Música y letras: Dave Stewart y Glen Ballard
(Estrenada en el West End en 2011)
A su vez basada en la película estadounidense
Ghost (1990), de Jerry Zucker

Buenos Aires, Argentina
Temporada 2015 (Teatro Metropolitan Citi)

Nivel: 7 /8


¿De qué se trata?: Sam y Molly son una joven pareja que se acaba de mudar a Brooklyn. Tras la repentina muerte de Sam, este queda atrapado entre dos mundos y se transforma en un fantasma. Sam se rehúsa a dejar a dejar a Molly cuando descubre que ella se encuentra en grave peligro. Como no puede comunicarse con ella, recurre a una médium de baja categoría, Oda Mae Brown.

El punto fuerte de la obra: Natalia Cociuffo (Oda Mae Brown).


Tengo que admitirlo de entrada: vi la puesta de Ghost, el musical que se hizo en Broadway y no me gustó demasiado. A su vez, hay que desmitificar la idea que tienen aquellos que aseguran que esta obra fue un éxito (esto es una concepción errónea muy común que se suele adosar indiscriminadamente a cualquier musical extranjero). Ghost, el musical recibió críticas regulares en el West End (2011) y en Broadway (2012), y tampoco consiguió el apoyo del público. Yo me sumé decididamente a los reparos que se le fueron haciendo (los iré explicando más adelante), y por eso fue mayor mi asombro al encontrarme con una versión argentina con tantos méritos. Pero… ¿no es la misma obra? Sí y no, ya veremos por qué.

Indudablemente, el director Marcelo Rosa es el principal responsable de que el producto que vemos sea digno. Se arriesgó al pretender montar en formato de cooperativa una obra que en el exterior se apoyaba primordialmente en su despliegue escenotécnico (hay países que replicaron con exactitud la puesta londinense, como Corea del Sur). Ya he comentado varias veces como la parafernalia escénica debe respaldar o potenciar la historia (por ejemplo, en El Rey León). Si la historia, por más simple que sea, pasa a un plano secundario (como pasó en la puesta original de Ghost), el espectador se lleva la impresión de haber asistido a un show deslumbrante pero sin corazón. Así y todo, la apuesta de Marcelo Rosa podría haber salido mal, porque Ghost no se sostiene precisamente por el guión, sino por el ritmo acelerado y la capacidad para generar empatía por los personajes a partir de un suspenso que no es tal (porque mucha gente ya vio la película, o porque la trama no es tan difícil de predecir). Contra todos estos obstáculos, Rosa concibió una puesta donde no hay pantallas LED gigantes que giran, pero en la que se nota una enorme pasión. Logró contar la misma historia que a otros les demandó desembolsar millones de dólares pero en formato de cooperativa, y pudo centrarse en construir el relato más que en asombrar al público con recursos técnicos. Claro, hay ilusiones, pero de menor complejidad sin dejar de ser funcionales (y sinceramente, no importa si el mecanismo local es más o menos ruidoso a los efectos de lo que se quiere contar). En otros momentos, es la iluminación (de Gonzalo González) la que debe generar la magia.

Ghost, el musical no aburre en ningún momento, y esto demuestra que los efectos especiales no son lo central. En la versión original, las transiciones se resolvían con la tecnología porque el planteo era casi cinematográfico; en la local, Rosa buscó diferentes alternativas, y hay que destacar la labor de Caro Perrotta (asistente de dirección) y Ariel Dabbah (jefe de escenario) por la coordinación y logística necesaria para que el ritmo no decaiga y todo pueda estar en su lugar en el momento necesario. A su vez, el acompañamiento multimedia sigue teniendo mucha importancia, pero a partir de un nuevo diseño de Rogelio Adobbati (diseño de multimedia) y Nicolás Moreno (diseño de video). Las proyecciones (desarrolladas en distintas pantallas) son de una calidad cuidada y contribuyen a que nos sumerjamos en Nueva York, en los vaivenes de la narración y en la magia de la historia (véase la escena del subte).

Sin dudas, quien se roba la obra desde el momento en que entra al escenario es Natalia Cociuffo en su brillante papel de la vidente de raza negra Oda Mae Brown. Sin copiar a nadie, consigue una composición con relieve e hilarante, y se adueña de las escenas en las que aparece, sacándole partido a cada diálogo con un gran timing. Su personaje genera empatía, y me atrevería a decir que es el alma de Ghost. Cociuffo es también quien demuestra un mayor lucimiento vocal, conjugando técnica y gracia. En la función de prensa, su primer número (“Hay que ser creyente”) fue el único que despertó aplausos espontáneos en el medio de su desarrollo. Por supuesto, está bien secundada por Ivonne Guzmán y Eugenia Gil Rodríguez, quienes en sus roles de asistentes de la médium siguen aportando humor. No se queda atrás Eluney Salazar: deslumbra con su voz en el papel de pocos minutos como Rosa Santiago (una mujer que solicita los servicios de Oda Mae).

En cuanto a los protagonistas, es apreciable la química entre Matías Mayer (Sam Wheat) y Jennifer Schomberger (Molly Jensen). Sobre todo, si uno tiene en cuenta que la mayor parte de la obra no pueden comunicarse directamente y los actores deben desarrollar el vínculo en la primera media hora. A fuerza de carisma, Mayer logra imprimirle simpatía a un rol complejo para hacer un desarrollo actoral significativo: a Sam le cuesta comunicarse con todos por motivos lógicos, y tiene que estar gritándole cosas a los demás y moviéndose de un lado para el otro a pesar de que sabe que no lo van a ver ni escuchar. Mayer muestra esa desesperación, y aprovecha las canciones como el mayor vehículo de expresión, como si en ese momento pudiera soltar toda la impotencia contenida y contársela al público. Por su parte, Schomberger se anima a un rol muy difícil vocalmente, con canciones exigidas en cuanto a técnica y estilo, y lo hace en forma fluida, sin que se la vea anticipando las notas complejas. Su momento de mayor expresión y precisión se dio durante “Lluvia/Resistí” en la función a la que asistí. Nuevamente, en su caso las canciones dan una mayor profundidad a lo actoral y al desarrollo del personaje, porque evidentemente hay una evolución dramática entre “Con vos” y “Nada va a apagar el sol”.

Además del de Oda Mae, otro papel secundario fuerte es el de Rodolfo Valss (Fantasma del Hospital), impecable en su cuadro “Tenés que aceptarlo”. A pesar de que su personaje cumple una función meramente explicativa (está en la historia solo para enseñarle a Sam datos sobre el mundo de los fantasmas), Valss ratifica su calidad artística. Por su parte, Marcos Gorosito (Fantasma del Subte) interpreta con energía “Focus” y rapea con comodidad; su composición es intensidad manifiesta, aunque conserva una cierta fragilidad reprimida por el ímpetu. Por lo demás, son correctos los registros de Luciano Bassi (Carl Bruner) y Gonzalo Berón Muñoz (Willie López), quienes logran sortear momentos del texto que podrían ser un tanto forzados.
Fuera de lo actoral, tal vez una aclaración en cuanto al tema de las “luces rojas” (en boca del personaje de Valss, por ejemplo) pueda contribuir a nivelar a la comprensión de los espectadores.

A diferencia de lo que objetaron los críticos estadounidenses, a mí sí me parece que la música cuenta bastante sobre los personajes desde la melodía y sin ella no hubiera valido la pena apostar por una versión teatral de esta historia. Admito que la partitura suele ser más entretenida que sustanciosa, pero tiene variaciones de estilo interesantes, a pesar de que predomina el pop. La letra es otra cosa, porque en la versión en inglés es demasiado básica y en la adaptación al español Marcelo Kotliar le pudo inyectar mucha más vida (lo mismo hizo con el libro, que en inglés está trasladado sin demasiadas alteraciones del oscarizado guión de la película). Volviendo a la música, hay números que hacen avanzar la acción con eficiencia (“Diga si es creyente”), otros que nos adentran en la psicología del personaje (“Con vos”) y algunos que frenan la acción (“Ya me fui”). Pero resulta notable cuando la ajustada dirección vocal de Gerardo Gardelín nos permite escuchar a los protagonistas ensamblando sus voces a toda potencia, y percibimos la tensión real del conflicto. Gardelín también se ocupa de la dirección musical, en otro meritorio y dedicado trabajo. Cabe aclarar que la letra y la música corresponden al Dave Stewart (Eurythmics) y Glen Ballard.

Queda comentar que en el ensamble hay intérpretes talentosos, y el coreógrafo Alejandro Ibarra les marcó coreografías mucho más creativas y funcionales que las de Broadway (donde, además, aparecían sombras bailando en las pantallas en un efecto de dudoso gusto). Logró reflejar, sobre todo, el caos de Nueva York, pero también cómo ese desenfreno se detiene cuando los protagonistas deben reflexionar. El vestuario (de Juana Repetto y Paz Pérez Rojas) permite caracterizar a los miembros del ensamble para que puedan interpretar personajes pequeños, aunque los diseños más llamativos son los que usa Oda Mae.

Hay algunos aspectos que se podrían ajustar. Uno de ellos es el sonido: si bien es bueno, en las canciones hay momentos en los que la música tapa lo que cantan los actores, y esto puede correrlos a ellos del tono adecuado. No ayuda que haya en la sala fans ruidosas como las que hubo en la función de prensa, que conversaban y se reían en partes que deberían ser dramáticas, y hasta contagiaron a una actriz que estaba en el público, que también se rió pese a que la escena era de tensión. Por último, en las sucesivas funciones los últimos minutos seguramente estarán más aceitados en cuanto a ritmo y actuación y el final se verá más prolijo (hubo un efecto lumínico que se adelantó).

En conclusión, la versión local de Ghost compensa con pasión aquella consistencia que le falta al producto original, logrando una obra que entretiene sin pausa por dos horas y media. Es por el esfuerzo y compromiso de todo el equipo que le pongo a este espectáculo una calificación superior a la que tenía en mente, y con la convicción de que en las próximas funciones su desarrollo no hará más que consolidarse.



Más información:
Teatro: Metropolitan Citi (Av. Corrientes 1343)
Funciones: martes a las 21 hs.
Duración: 2 horas y 35 minutos (incluyendo un intervalo de 10 minutos)
Precio de las entradas: $180 a $350
Promociones: 2x1 con Club La Nación Premium, Clarín 365, Cablevisión y 25% de descuento con Citi (acumulable). Consultar en www.plateanet.com/Obras/ghost---el-musical

Dirección general: Marcelo Rosa
Dirección musical y vocal: Gerardo Gardelín
Coreografía: Alejandro Ibarra
Adaptación: Marcelo Kotliar
Producción artística y dirección de producción: Roni Isola
Elenco: Matías Mayer, Jennifer Schomberger, Luciano Bassi, Natalia Cociuffo, Rodolfo Valss, Ivonne Guzmán, Eugenia Gil Rodríguez, Marcos Gorosito, Gonzalo Berón Muñoz, Marcelo Amante, Karina Barda, Ezequiel Carrone, Cristian Centurión, Ángeles Díaz Colodrero, Marisa Di Pietro, Santiago Ibarra, Jonatan Knecht, Matías Prieto Peccia, Grace Quelas, Micaela Romano, Sofia Val, Eluney Zalazar, Taisa Isola, Nehuén Rojas

Dirección de actores: Micaela Fariña
Diseño de escenografía: Didac Estudio
Diseño de vestuario: Juana Repetto y Paz Pérez Rojas para “Ámbar La Fox
Diseño de luces: Gonzalo González
Diseño y realización de video: Nicolás Moreno
Diseño de multimedia: Rogelio Adobbati (Soluciones Audiovisuales)
Fotografía: Fuentes2Fernandez
Diseño de imagen: Mariana Mazzarini
Diseño gráfico: Mariana Mazzarini, Lucila Gejtman y Javier Fuentes
Make up y peinados en gráfica: Sofía Núñez y Adrián Llamosas
Caracterización: Yanina Décima Fasola y Adrián Llamosas
Asistente de Make Up: Laura Gambier
Realización de vestuario: Yanina Décima Fasola
Diseño de sublimaciones: Constanza Peralta
Coaching en alfarería: Laura Castiglione
Contenido audiovisual 2.0: Maravillosa Multimedia
Marketing: Marketinería
Efectos especiales: Carlos Barragán y Mariano Pauplys
Producción técnica: Pablo Rodino y Roni Isola
Producción ejecutiva: Roni Isola y Fiorella Costadoni
Asistente de producción: Lucas Martínez Bojanich
Asistente de coreografía: Marcelo Amante
Asistente de dirección: Caro Perrotta
Jefe de escenario: Ariel Dabbah
Asistentes de escenario: Macarena Reale Portelli y Emanuel Miranda
Asesor de producción: Gabriel García
Producción comercial: Carlos Mazalán, Vaka Lazzari, Roberto Montalto, Fiorella Costadoni y Roni Isola
Producción general: Carlos Mazalán, Guillermo Clasadonte, Héctor Alonso, Make Believe Argentina, Siete Colores Producciones y Adriana Vaiman
Comunicación y Alianzas: Mazalán Comunicaciones
Web/App Manager: Lucas Mazalán
Community manager: Martín Mazalán y equipo
Prensa: Florencia Vidal


Dato: Glen Ballard está trabajando en una (probablemente innecesaria) adaptación musical de la película Volver al Futuro, junto al compositor de la película, Alan Silvestri. Ya habían compuesto juntos la canción “Believe”, perteneciente a otro film de Robert Zemeckis: El Expreso Polar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario