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jueves, 20 de febrero de 2014

Crítica de "Mireya, un musical de tango", de Pepe Cibrián Campoy y Ángel Mahler

Categoría: OBRA MUSICAL

Crítica de Mireya, un musical de tango

Buenos Aires, Argentina.
Temporada 2014 (Teatro Presidente Alvear).

Calificación: 8.5 /10


¿De qué se trata?: Mireille, una joven huérfana que vive con sus tíos en un conventillo de Buenos Aires, sueña con triunfar en el mundo del espectáculo, junto con su inseparable amigo Miguel. Un día, conoce a un hombre de clase acomodada que la seduce (Manuel), y su vida cambiará para siempre.

El punto fuerte de la obra: la interpretación de Gabriela Bevacqua como Mireya.
A lo largo de la obra, se adueña del personaje de tal forma que es difícil imaginar a otra actriz en su lugar. Tiene un protagonismo casi absoluto, y sólo sale de escena para cambios de vestuario. Pero lo más importante es que nos muestra los matices propios de la vida trágica de la protagonista, incluso desde el tono de voz y forma de moverse. Entonces, se pueden reconocer cambios en su actuación, conforme Mireille va recibiendo golpes de la vida. Así, se va desdibujando la joven inocente y soñadora del principio, pero lo más llamativo es que se puede seguir percibiendo que ese espíritu romántico nunca la abandona, porque está demasiado arraigado en su corazón. Es gracias a esto que la obra funciona, dado que el público se preocupa por ver qué le deparará el destino a través de los años.
Bevacqua saca a relucir también su calidad de cantante, reflejando las transiciones de su personaje con la voz. Es la voz principal de la mayoría de las canciones, ubicadas en tramos donde su personaje experimenta emociones distintas (por ejemplo, el anhelo, el amor y la desesperación). Su registro permite que escuchemos una fusión entre el estilo de teatro musical y el tanguero. Complementa su canto con el baile.

Pepe Cibrián Campoy, autor del libro y las letras, se aleja de los clásicos de la literatura que venía versionando para contar una historia bien porteña. El cambio parece favorecerlo (debo decir que no me había cerrado Excalibur), porque el guión es entretenido y dinámico, y no suele abusar del melodrama y estancarse allí, sino que busca la forma de alivianarlo. Esto no quiere decir que la historia no alcance los necesarios tintes oscuros. Por otro lado, agiliza la narración a partir de una combinación de la síntesis y la elipsis. Con esto me refiero a que, por ejemplo, un personaje le relata a otro lo que le sucedió, y no hay necesidad de mostrarlo (así, se saltean horas, días y años, sin perder cohesión narrativa). Ya había tratado de dinamizar El Retrato de Dorian Gray en su última reposición, pero a mí me había parecido que los cortes eran innecesarios.
Volviendo a Mireya, Cibrián usa algunas metáforas en sus letras (como las de la ruleta y las estrellas). Cabe aclarar que el desarrollo argumental de este musical tiene poco que ver con el de la película Los muchachos de antes no usaban gomina (1976), recordada remake de una cinta de 1937, con Susana Campos como Mireya y Rodolfo Bebán como Alfredo. Es más, hay cambios sustanciales, tanto en la personalidad de personajes como en los hechos. Cibrián hizo su propia versión, y ambas funcionan. Quienes hayan visto la película se darán cuenta de que la obra empieza mucho antes, explorando el pasado de Mireya. Un detalle es que, en la obra, hay un guiño a la dirección de arte del film: en la escenografía de “lo de Hansen”.

Una digresión interesante: en la película de 1976, hay un momento bastante extraño donde, de la nada, una escena en un parque se transforma en un musical. Esto se da una sola vez, aunque después Mireya cante brevemente Mi vida es una copa de champagne (no es cantante, como en la obra) y aparezca Néstor Fabián con la emocionante “Tiempos viejos”. Yo me refiero a otra cosa: a un cuadro que parece sacado de una comedia musical clásica e injertado en la cinta, donde un grupo de bailarines con trajes elegantes canta sobre los rápidos avances tecnológicos de la época: Velocidad. Velocidad. ¡Ya no saben qué inventar! (…) ¿Dónde iremos a parar? (el tema central de la película, según mi parecer, es la nostalgia). Todo esto, al ritmo de una coreografía sincronizada. Después, todo sigue normalmente y ya nadie canta en el parque. Una rareza.

Retornando al 2014, Ángel Mahler (compositor de la música original) sorprende en una faceta nueva, que da cuenta de su versatilidad. Sus composiciones tangueras y milongueras son notables y funcionales a la historia, además de tener ese dejo al estilo de teatro musical que ya nombré (y de recordarnos ese 2x4 de los tangos clásicos que le sirvieron de inspiración). Como ya ocurrió en otras obras de la dupla Cibrián-Mahler, es él quien realza algunas escenas con su partitura, y acrecienta el poder de las emociones. Por otra parte, es un gran pianista. La orquesta se completa con Dolores Stabilini (violín), Carlos Di Palma (contrabajo) y Alejandro Guerschberg (bandoneón), tres buenos músicos que se ensamblan bien gracias a las orquestaciones.

Cibrián agregó el personaje de Leandro Gazzi (Miguel), el incondicional amigo gay de Mireille, que desarrolla sus dotes histriónicos y le da una buena dosis de humor al espectáculo.
Damián Iglesias (Alfredo) puede componer con convicción roles muy distintos. En Mireya, tomó la posta de la puesta en escena y dirección de actores (Cibrián estaba ocupado con Priscilla). Las obras de Cibrián (después de todo, el director general) tienen un estilo particular de actuación, muy ligada al desborde. En este caso, ese estilo encaja dentro del marco costumbrista. Iglesias supera el desafío de escenificar flashbacks, de alternar prolijamente las escenas de texto con las canciones y de pulir los momentos de violencia.

Martín Repetto (Manuel) encarna a un villano odioso y Lorena García Pachecho (madre de Alfredo) causa rechazo por la rigidez de su forma de pensar, propia de las convenciones de la sociedad de principios del siglo pasado, preocupada por guardar las apariencias.

Por supuesto, como la música nos transporta a la danza porteña por excelencia, el baile tenía que tener un papel primordial. Para eso, se convocó al reconocido bailarín de tango Esteban Domenichini (por ejemplo, participó del espectáculo Tanguera) para el preciso diseño coreográfico. Es una de esas personas que llevan el tango en la sangre, y degusta cada uno de los pasos; los siente (si van esta semana, podrán verlo bailar brevemente). Trató de trasladar esta capacidad de hablar con el cuerpo al elenco, con movimientos de tango fantasía. El tango es una danza sumamente expresiva, donde parecería difícil no dejar al descubierto lo que uno siente. En la película, Alfredo decía “El tango es una música auténtica; nuestra” (la aristocracia de 1906, a la que pertenecía su familia, repudiaba esta danza).

En la misma línea de lo que comentaba sobre la síntesis del libro, se usa el tango como forma conceptual de relato. Así, por poner un ejemplo, varios encuentros entre Mireya y Alfredo y el desarrollo inicial de su pasión se resumen en un baile.

René Diviú hizo un vestuario acertadísimo, que refleja el efecto de la Belle Époque en Buenos Aires. Además, su diseño de escenografía contribuye mucho a la ambientación. Sin ser ampuloso ni invasivo, presenta numerosos recursos que captan la atención del espectador con simpleza y lo sumergen en cada locación (se recurre, frecuentemente, a grandes paneles que bajan y suben). El uso de ladrillos le da a la obra una estética fría, como la vida de Mireya (en la película dice “Mi vida no está hecha para la felicidad (…) Tengo lo que me merezco”). La rampa del foso diversifica las entradas y salidas a escena. Sí, de vuelta hay escaleras móviles, un sello de Cibrián.


El ensamble está compuesto por Eluney Zalazar, Bruno Pedicone, Nicolás Bertolotto y Verónica Pacenza. Todos ellos desempeñan algunos roles secundarios, además cumplir el rol de figurantes para darle vida a escenas que transcurren en exteriores o en reuniones. No se necesitaban más que esos cuatro bailarines para poder lucir algunas coreografías vistosas, que acompañan la acción dramática y canciones (a veces, con los protagonistas también bailando).

La iluminación es uno de los fuertes de Cibrián, aquí en dupla con Carlos Gaber (los mismos que firmaron la superlativa iluminación de la última reposición de Calígula). Con menor estridencia, repiten su particular estilo de dejar algunos sectores en foco y otras a oscuras, y sus cambios de color o intensidad marcan la transición entre una escena o una locación y otra sin necesidad de apagones totales o de que el actor salga de escena. Asimismo, la luz une bajo un mismo sentimiento a los personajes, aunque se encuentren a cierta distancia, y resalta la escenografía.

Finalmente, quisiera remarcar que los preadolescentes pueden disfrutar tranquilamente de este musical (lo aclaro porque vi algunos en la sala).

En resumen: El mejor musical de la dupla Cibrián-Mahler de los últimos años, con una actuación exacta de Gabriela Bevacqua. Despliega matices para transitar la vida de Mireya y pone sus habilidades vocales al servicio de una partitura expresiva y notable de Ángel Mahler. Todo esto, enmarcado en la cuidada puesta de Damián Iglesias.
-.-.-.El Espectador Crítico de Musicales.-.-.-

Más información:
Dirección de actores y puesta en escena: Damián Iglesias
Dirección musical: Ángel Mahler / Damián Mahler (según la función)
Dirección general: Pepe Cibrián Campoy
Teatro: Presidente Alvear (Av. Corrientes 1659)
Duración: 2 horas y 10 minutos (sin intervalo)
Funciones: miércoles a sábado a las 21 hs. y domingo a las 20 hs.
Precio de las entradas: $80, $100 y $120 // Miércoles (día popular): $50 y $80
Venta online: ctba.globalticket.com.ar/
Producción Ejecutiva: Ángel Mahler - Julieta Kalik - Santiago Zenobi
Producción Asociada: La Crypta S.A. - Complejo Teatral Buenos Aires
Prensa y difusión: Alejandro Veroutis, Alejandro Andolfi y Patricia Brañeiro

Fotos: www.facebook.com/pages/Mireya-Un-Musical-de-Tango/ (Nacho Lunadei y Cecilia Berardinelli)

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La crítica ya terminó, pero quiero hacer un apartado para referirme a algo que ocurrió el año pasado. Cibrián quiso responderle a la crítica del prestigioso diario “La Nación”, Susana Freire, que había hecho un comentario de El Retrato de Dorian Gray. Más allá de la disputa, el objetivo de esta mención no es tomar partido, sino publicar como curiosidad la lista de preguntas que, según Cibrián, sentenció en esa oportunidad que hay que saber responder para demostrar que uno sabe de musicales y de teatro. Para que sepa que me sometí a ese test, quiero decirle que yo pude responderlas.

Este es el extracto textual de la respuesta de Cibrián:
“ES SOLO UNA OPINIÓN, TU FUNCIÓN ES ACLARARLO, PARA ESO DEBES SABER MÚSICA, HABER VISTO 120 MUSICALES.
¿SABES QUIEN ES STEPHEN SONDHEIM?
¿ROGERS Y HAMERSTEIN?

CY COLEMAN
KANDER Y EBB
COLE PORTER (ESE SEGURO SI)
MICHAE BENNET
BERNADETTE PETERS,
MANDY PATIMKIN
JERRY HERMAN
MARY MARTIN
OKLAHOMA
SHOWBOAT
NO NO NANETTE
MARTIN GUERRE
ZERO MOSTEL
¿EL AUTOR DE MAME?
¿LA ACTRIZ QUE LO ESTRENÓ FAMOSISIMA?
¿QUIÉN ESTRENÓ HELLO DOLLY O GIPSY?
SI SABÉS LA MITAD DE LAS RESPUESTAS SABES DE MUSICALES.

PERO SABÉS QUIEN O QUÉ ES
IBSEN
HEDDA GABBLER
EL JARDÍN DE LOS CEREZOS
LOS SIETE LOCOS
ROBERTO ARLT
GOROSTIZA
LORCA
LOPE DE VEGA
DRAGÚN
ART
EL CONVENTILLO DE LA PALOMA
VIRGINIA
WOOLF

ALBEE
COSSA
WESKER
LUPPI
DORA BARET
ANA ITELMAN
LA GALVÁN
YO
ANGEL
JUAN RODÓ
EL CERVANTES
LOS ACE
LOS FLORENCIO SANCHEZ
EL LOLA MEMBRIVES
¿POR QUÉ?
PORQUE SABÉS DE TEATRO. DE MUSICALES NO.”

1 comentario:

  1. Buenos días: Este sábado fui a ver Mireya. No me gustó, es un parecer no una crítica para lo que no soy idónea. La puesta en escena, que parece ser lo que predomina hoy en día, es despojada: un muro que se mantiene a lo largo de toda la obra y unas luces que se agregan junto a un par de paneles. Es de imaginar que los actores con su voz y su baile, suplen tanta mezquindad. La historia, era un melodrama trabajado como el peor de los culebrones. Chabacano, de golpes bajos. Por momentos emulaba "Rosa de Lejos" y en otros "La dama de las camelias". Pero con diálogos muy baratos. Los actores-cantantes-bailarines me gustaron. Destaco una escena en la que a través del baile, Mireya muestra como pasa de hombre en hombre de la manera más brutal. El resto me resultó para el olvido,

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