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lunes, 15 de septiembre de 2014

Crítica de "Farinelli, el castrado: un musical barroco", de Rolo Sosiuk y Rodrigo Fornillo

Categoría: OBRA MUSICAL

Crítica de Farinelli, el castrado:
un musical barroco

Buenos Aires, Argentina.
Temporada 2014 (Teatro Empire).

Nivel: 5.5 /8
(Faltan 2 obras para completar el grupo de 3)


El punto fuerte de la obra: Georgina Frere.

¿Qué había dentro de aquella garganta? ¿Ángeles o demonios? He aquí el dilema del que parte este nuevo musical, que se pregunta si la destreza vocal que exhibía el castrato Farinelli era un don celestial o la causa de su perdición. Desde el minuto uno, la propuesta se inclinará por uno de estos dos costados (no es difícil imaginar por cuál). A partir de allí, la puesta de Rolo Sosiuk adoptará un acertado tono lúgubre, que se sostendrá en las canciones compuestas por Rodrigo Fornillo.

Empecemos por Sosiuk. El punto más alto de su dirección está en su aproximación desprejuiciada a los momentos de erotismo. Es todo un desafío poner en escena largos números musicales que contengan una orgía o un trío y no ridiculizar la situación. Sosiuk no le teme ni a los desnudos ni a los movimientos sugerentes, y nos introduce sin filtro en el contexto de decadencia moral en el que transcurrirá la historia. Fuera de esto, se concentra en contrastar los dos aspectos de la fama y el éxito económico de Farinelli. El primero es el reconocimiento, y está representado, sobre todo, por la figura de su mentor, Nicola Pórpora (Christian Romano). El segundo es el asedio y el acercamiento por conveniencia (quien menos lo disimula es Georg Haendel, a cargo de Miguel Ángel Roa). En cuanto al registro actoral, estamos frente a una obra que emula los arquetipos del Barroco. Así, los personajes están definidos con trazo grueso y actúan siempre desbordados. Recordemos que, entre otras cosas, el Barroco era la época de los claroscuros (y podemos afirmar que en Farinelli hay más oscuros que claros). El libro, también a cargo de Sosiuk, le da a la vida de al protagonista el enfoque de una verdadera leyenda.

Por otro lado, la partitura de Fornillo está compuesta para un cuarteto de cuerdas y un teclado que suena como un clavecín o un clavicordio (instrumentos del Barroco). La música de ese período fue realmente novedosa para su tiempo. Por ejemplo, se introdujeron los grandes contrastes. Fornillo tomó, por momentos, la idea del bajo continuo, pero se despegó del Barroco para pergeñar melodías que se arriman a la opereta. No abunda aquí el típico esquema de las canciones de los musicales, por el que podemos marcar claramente estrofas, estribillos, puentes, codas, etc. Es por esto que Farinelli puede resultar difícil de digerir para espectadores acostumbrados a propuestas con una musicalidad más acentuada. Sobre todo, si a esto le sumamos la larga duración y el hecho de que las partes cantadas predominan sobre las habladas. Así y todo, esto tiene sentido dentro de un relato que tiene mucho que ver con la voz cantada y lo que esta puede provocar en los demás. Musicalmente, aporta belleza el uso de la polifonía. Es rescatable la escena en la que Salvatore Broschi (Eduardo Marcos), Caterina Barreste (Georgina Frere) y Pórpora cantan sobre su las aptitudes vocales de Farinelli. Cada uno tiene una opinión distinta y, en consecuencia, todos cantan algo diferente, y sus líneas melódicas se superponen.

Cabe decir que ni las voces de los intérpretes ni los instrumentos están dotados de micrófonos. Probablemente se deba a la búsqueda de una mayor reminiscencia barroca. No obstante, por esta peculiaridad, es preferible llegar con cierta anticipación al teatro y asegurarse un lugar entre las primeras filas (las localidades no son numeradas). Esto garantizará una mejor audición de los textos.

Rodrigo Fornillo es también quien encarna a Carlo Broschi, mejor conocido como Farinelli. Para actuar, hace uso de una mirada soberbia (su personaje sabe que su voz es sinónimo de poder). Al cantar, Broschi alterna entre algunos pasajes como tenor y otros como contratenor (emulando la voz de los castrati). Estos últimos son los que despiertan más aplausos por parte del público.
Como mencioné antes, el mejor trabajo de la obra es el de Georgina Frere, tanto en lo actoral como en lo vocal. No obstante, su voz es expresiva y prolija en las notas complejas es lo que más sobresale.
Penélope Bahl (Alexandra) muestra sensualidad y crueldad, y Lao Foncea (Ricardo Broschi, hermano de Farinerlli) lidia con un personaje ambiguo. Ambos tienen buenas voces, y la partitura les da varios solos.


Más allá de las consideraciones echas, hay que decir que este espectáculo no pretende hacer una recreación perfecta del Barroco. Si hay algo en lo que Farinelli está en las antípodas del recargado movimiento es en lo estético. Una escalera móvil negra (alla Pepe Cibrián) es el único elemento escenográfico estable, y entran y salen algunos más (por ejemplo, tarimas con ruedas para simular el lecho de Alexandra). Unas discretas proyecciones acompañan de vez en cuando la acción. El vestuario de Calandra-Hock se apega a la época para los protagonistas, mientras que el ensamble usa unos trajes blancos manchados con sangre. Esto último, obviamente, refuerza la idea de la tragedia y de lo sangriento de la castración en sí.

La iluminación de Paula Reynaud recurre a algunos subrayados (por ejemplo, todo se baña del clásico rojo para indicar un destino funesto). En general, acompaña un estilo fragmentado de la puesta (hay muchos apagones). Personalmente, prefiero transiciones más orgánicas, pero esta obra está planteada de otra manera. De cualquier manera, sabemos que la oscuridad nunca implica calma en la vida de Farinelli, así como su silencio no conlleva el olvido del poder de su voz.

Nota 1: Es un muy lindo detalle la sorpresa que se dispuso en el hall del teatro, para ir metiéndose en el universo de la obra.
Nota 2: Voy a ir bajando los ‘niveles’ adjudicados a las obras para seguir ajustándome a la exigencia que mis lectores me piden que mantenga por mail. Aprovecho para este proceso la conclusión de un nuevo año musical, marcada por la 5º entrega de los Premios Hugo.


Más información:
Dirección general: Rolo Sosiuk
Dirección musical y arreglos: Jorge Caldelari
Asistente de dirección: Romina Fariña
Ensamble: Facundo Miranda, Luciana Torres, Daniel Cáceres, Francisco Cruzans, Leandro Anríquez, Facundo Cano, Sergio Grosso, Guillermo Jáuregui, Soledad Herrera, Lucía Andrada, Valeria Gómez, Romina Almirón, Giselle Ferlot y Bruno Barbato
Músicos: Jorge Caldelari (primer violín), Lucas Sena (segundo violín), Eloisa Donatone (cello), Sebastián Araujo (viola) y Daniel Macri (piano)
Maquillaje: Salomé Caracciolo
Producción Ejecutiva: Celeste Poceiro y Patricia Gutierrez
Producción General: Rodrigo Fornillo
Prensa: Daniel Falcone

Teatro: Empire (Hipólito Yrigoyen 1934, Balvanera) – Teléfono: 4953-8254
Duración: 2 horas y 20 minutos (sin intervalo)
Funciones: viernes a las 22:45 hs.
Precio de las entradas: $150

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