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lunes, 9 de junio de 2014

Crítica de "Reina Reech: Sobre hombres y mujeres", de Reina Reech y Mauro García Barbé

Categoría: MUSIC HALL

Crítica de Reina Reech: Sobre hombres y mujeres

Buenos Aires, Argentina.
Temporada 2014 (Maipo Kabaret).

Calificación: 7.5 /10


 ¿De qué se trata?: Un music hall donde Reina Reech nos presenta estereotipos masculinos y femeninos, a través de coreografías, canciones, stripteases e interacción con el público.

El punto fuerte de la obra: el regreso al escenario de Reina Reech.
Creo haber dicho ya que recuerdo la etapa en la que Reina se dedicaba al público infantil, y una de sus canciones decía “Atención con el modelo”. En su nuevo espectáculo, el modelo le sigue importando, porque nos muestra otra vez estereotipos de la sociedad moderna (ya no con un tono aleccionador, sino para que podamos sentirnos identificados y reírnos de nosotros mismos). No es casual la referencia a los musicales infantiles, porque Sobre hombres y mujeres se encuentra en la vereda opuesta. Esto es destacable porque Reina es de las pocas actrices que ha podido despertar el aprecio tanto de los más pequeños como de los adultos, en roles disgregados. [Ahora que me acuerdo, Xuxa también pudo a partir de su película pornográfica.]
¿Por qué me detengo en esto? Porque en Sobre hombres y mujeres el público confía en Reina tal como los chicos que la llamaban por teléfono (como el que decía tener una duda, repetido varias veces en programas de archivo y con miles de vistas en YouTube). Este clima no se daba tanto en Las Reinas del Marabú (espectáculo anterior dirigido por Reina, pero que no la tenía sobre las tablas). En él, también se interactuaba con el público, pero este era más reacio a contestar a las preguntas que se le hacían, pese a la gran solvencia de la presentadora. Ahora, la figura de Reina impone un grado de familiaridad y seguridad, y la gente se suelta más: un hombre le cuenta que le gustaría que lo pinchara un enfermerito, un matrimonio confiesa que festejó la noche de bodas con un trío, una mujer de unos 60 años dice que a su marido le encanta el disfraz de cocinera... Un espectador, incluso, la agarra de la cintura (“No me toques, papi”, le marca ella, ante las risas de los presentes) y otros se animan a suspirar ante el micrófono.
Reina adquiere cierta autoridad dentro de la sala, y esto le permite pedirle a un espectador que diga en voz alta lo que comentó en susurros con alguien o advertirle a otro: “Vos no te rías mucho que ya te voy a agarrar con alguna pregunta”.
Por lo demás, Reech es la maestra de ceremonias de la velada, presentando cada cuadro con un cambio de ropa distinto (de Claudia Arce). Además, se comporta como la madre artística de los miembros del elenco, felicitando sus performances.
Su participación se completa con un strip dance en pareja inteligentemente coreografiado por la talentosa Vanesa García Millán. Reina mantiene intacta su sensualidad al bailar y me sorprendieron su coordinación y oído musical.

Siguiendo con las coreografías, son de la creatividad y elegancia habitual de García Millán. La novedad está en que supo aprovecha la inclusión de hombres para algunos números que requieren mayor destreza acrobática (como el de Peter Pan). Así, logró llevar al plano del baile las diferencias entre los sexos de las que habla el libro, representadas con distintas energías y estilos (los hombres se mueven de forma más avasallante y las mujeres son más delicadas). Incluso, tuvo el desafío de coreografiar un cuadro con dos cantantes y supo aprovechar la posibilidad de desplazamientos que supone una silla con rueditas.
Hay que advertir que se repiten algunos de los mejores cuadros de Las Reinas del Marabú (así como sus respectivas presentaciones). En lo personal, esto no me molestó, pero entiendo que algunos puedan tener sus reparos en cuanto a este punto.

El elenco (Evangelina Bourbon, Gisele Takakuwa, Laura Gerolimetti, Verónica Pérez, Ariel Juin, Damián García y Martín Pico) estuvo muy bien seleccionado y se destaca por su rigurosidad al bailar y por su trabajo expresivo, jugando con lo que se sugiere y lo que se muestra (no me detendré en este punto porque recuerdo haberlo hecho ya en la crítica de Las Reinas del Marabú).

Mauro García Barbé (compositor de la pegadiza música) se sube al escenario para cantar y encarnar algunos personajes. Está secundado por Ana Paula Rodríguez, muy cómoda interpretando canciones pop (y transitando varias notas por sílaba).
 El diseño de video de Pablo Rodino interactúa con lo que sucede en escena. Así, por ejemplo, aparecen sombras de los artistas que se independizan de ellos, se estampa una trama a los cuerpos durante un baile o se le da un marco a la historia del hombre obsesionado con la tecnología (el video mejor realizado).
 César Jurisich supervisó cuidadosamente el vestuario, fundamental para que nos creamos cada pequeño relato y cuya buena confección se vuelve un requisito indispensable para realizar un striptease estético y sin fallas. Cuando la ropa comienza a escasear, es vital que todo esté acomodado en su lugar para no arruinar el acto.

Si bien, como dije antes, el libro de Reina Reech repite algunos tramos de Las Reinas del Marabú (donde se celebraba a la mujer), el concepto general está orientado a la clásica e inoxidable “guerra de los sexos”. Es innegable, estos opuestos se atraen, se enfrentan pero no pueden concebir la vida sin el otro (y después la unión se vuelve más fuerte, y etc., etc.). Si alguien hace una mala maniobra con el auto... seguro es una mujer. Si alguien ensució la cocina... seguro fue un hombre. Los prejuicios están más pegados a la sociedad que el obelisco al cruce de las avenidas Corrientes y 9 de julio. Napoleón Bonaparte dijo “Las batallas contra las mujeres son las únicas que se ganan huyendo”, y yo suscribo en parte a sus palabras, pero agrego que nos encanta que las mujeres no dejen de perseguirnos mientras intentamos huir de sus ‘batallas’. Por eso es que no coincido con Reina en cuanto a lo que dice sobre la autosatisfacción, pero ese es otro tema.
Volviendo a nuestro asunto, los cuadros coreográfico-musicales dan cuenta de los arquetipos femeninos y masculinos (la mujer fálica, la geisha, el hombre obsesionado con los superhéroes, el que no quiere crecer, una pareja en su noche de bodas, etc.) y hay tributos a figuras ícono de la masculinidad/feminidad como Zeus, Adán y Eva o las tres Gracias. Algunas escenas son más narrativas que otras. También hay números de parejas del mismo sexo.

Varias personas me preguntaron por mail si había desnudos integrales en Las Reinas del Marabú, así que lo aclaro para este espectáculo. Si bien hay un par de desnudos integrales, ninguno es explícito, y el más notorio es femenino (el masculino se ve según el ángulo donde uno se siente y es muy breve). Por supuesto, sí hay muchas escenas donde los miembros del elenco están con el torso desnudo. De todas formas, más allá de la coreografía y la dirección (de Reina Reech), el tratamiento de la iluminación (nuevamente de Reina) garantiza que ningún desnudo sea vulgar.


Más información:
Dirección: Reina Reech
Teatro: Maipo Kabaret (Esmeralda 449); teléfono: 5352-8383
Duración: 1 hora y 15 minutos
Funciones: $220 a $300
Precio de las entradas: jueves a sábado 21:30 hs. y domingo 21 hs. A partir del 19/6: jueves a sábado 21 hs. y domingo 20:30 hs.
Promoción: 2x1 con Club La Nación Premium

Coreografía: Vanesa García Millán.
Coreógrafa adjunta: Carla Lanzi. Asistente coreográfica: Evangelina Bourbon
Producción ejecutiva: RE! Producciones (Juana Repetto-Eugenia Puggioni)
Producción general: Lino Patalano
Mezcla y mastering: Gonzalo Bernal
Prensa: Duche-Zarate
www.facebook.com/reinareechsobrehombresymujeres

Dibujo que aparece en este artículo: http://cdn.funnie.st/wp-content/uploads/2013/11/menandwomen.jpg

sábado, 14 de septiembre de 2013

Crítica de "Reinas del Marabú", de Reina Reech y Mauro García Barbe

Categoría: MUSIC HALL

Crítica de Reinas del Marabú

Buenos Aires, Argentina.
Temporada 2013 (Maipo Kabaret).

Calificación: 8/10


¿De qué se trata?: Un music hall que celebra a la mujer, a través de distintos cuadros sugerentes que la presentan en varias facetas, plantean fantasías o resaltan estereotipos. Hay muchos stripteases, y se hace hincapié en el baile.

El punto fuerte de la obra: las excelentes coreografías de Vanesa García Millán, una creadora todoterreno, que sabe dotar a los espectáculos donde trabaja de buen gusto y creatividad (por más disímiles que sean entre sí).
La coreógrafa es capaz de integrar las clásicas figuras de ballet a movimientos que tienen que ver con el burlesque y el striptease. Sí, hay rond de jambes, grand écarts y développés (y más de esas palabras en francés que sé pronunciar pero que tengo que googlear antes de escribir), y se combinan dentro de un trazado coreográfico magnífico, que es el alma de la puesta. Es gracias a Vanesa García Millán que el espectáculo adquiere esa estética especial, depurada. Se nota que hay talento detrás de cada cuadro, y que se cuidaron los detalles para elevar la calidad, en vez de elegir el camino más fácil y caer en una propuesta igual a muchas otras. García Millán es una experta en la expresión con el cuerpo, y su participación marca la diferencia para que las “Reinas del Marabú” revelen todo su potencial y liberen su energía femenina. Quiero destacar un fabuloso número de tango. La asistente de coreografía es Evangelina Bourbon.
Por supuesto, la coreografía se puede lucir gracias a la presencia de prolijas bailarinas, a la altura de las exigencias. Todas demuestran que pueden bailar con un estilo pulido y consolidado, y un estilo sólo se afianza por medio del trabajo y la constancia. Además, un aspecto fundamental es que saben sumar seducción a la técnica.
Por otra parte, Emiliano Pi Álvarez, el único varón, sorprende por su línea y su destreza en el caño.
María Laura Cattalini es la encargada de llevar adelante el ritmo del espectáculo (por cierto, muy bien pautado por su directora y cumplido por Griselda Martínez, la stage manager). Cattalini tiene una gran facilidad para entablar una conexión con el público, con el que interactúa con carisma. Incluso, sabe “remar” las respuestas ambiguas de la audiencia, y sacar varias risas. Todo esto, entre muchos cambios de vestuario. Ella es, también, quien carga con el texto de la obra, haciendo un buen manejo de su voz para enfatizar ciertas partes o generar expectativa.
Martina Lupardo, por su parte, canta algunas canciones y lo hace muy bien. La música original es de Mauro García Barbe. El sonido (operado por Cristian Beldevere) no tiene fallas.

Antes de pasar a Reina Reech, quiero hacer un paréntesis: encontré entre mis cassettes uno de los de Reina (“La familia de colores”), donde canta, en una de las canciones “Todos tenemos un sueño/ guardado en una cajita”. Y me puse a pensar que “Reinas de Marabú” es la exteriorización de esa cajita de sueños, de esas cosas sobre las que los espectadores pueden haber fantaseado.
Cattalini (la presentadora) anuncia que será una noche para despojarse de los prejuicios y reflexionar con libertad sobre temas pudorosos, relacionados al sexo (como la masturbación, las fantasías sexuales o las relaciones con más de dos integrantes). Reina Reech quiso exponer en el escenario a la mujer como es, con todas sus facetas (y, de paso, burlarse un poco del hombre, también). Es decir, la obra apunta a celebrar a la mujer por el hecho de ser mujer, riéndose de los estereotipos. El libro, escrito por Reech, tiene planteos divertidos e interesantes sobre la sexualidad moderna y la relación entre el hombre y la mujer (la creadora se inspiró en un seminario de Marcela Luchetta). El texto es imprescindible para llamar la atención del espectador y resulta un apoyo importante para los cuadros que siguen a cada intervención de Cattalini.
Reech diseñó cuadros con un criterio amplio, incluyendo diversos aspectos de la femineidad y distintos tipos de mujeres, como la geisha, la hermafrodita, las porristas lesbianas, las ejecutivas workaholic, las adictas al shopping, las que son presas de vampiros, las diosas, entre otras ocurrencias. Así, en la mutación (y la alternancia de las bailarinas), el espectáculo resulta siempre atractivo. En fin, sólo falta un par de gemelas.
En su rol de directora, Reech acierta al apostar por sugerir algunas cosas y no ir a lo explícito. Nunca cae en lo vulgar, sino que busca la elegancia, el homenaje al cuerpo femenino. Otra buena decisión fue la de las marcaciones para las entradas (por distintas puertas). Reech es, también, la diseñadora de la iluminación, que sigue la misma línea que la dirección, es funcional y crea un buen marco estético. Va variando los tonos de la luz, y así llama la atención.

Por otro lado, el vestuario (perteneciente al Maipo y a Ámbar La Fox) es muy atrayente y fundamental para aportar brillo. La dirección de vestuario es de César Juricich.
Por último, es interesante el uso de la pantalla (el diseño de video es de Pablo Rodino), del que no se abusa. El momento que más me gustó relacionado a la pantalla fue el del final.

Entonces, el mayor mérito de este espectáculo es el de llevar adelante la práctica del strip dance con refinamiento. De hecho, hay un solo desnudo completo. Aseguro que no hay vulgaridades. Y eso que quien escribe esto es cristiano e integra dos grupos misioneros. Siempre me pregunté si se podía transmitir algo al desnudarse en un escenario fuera del contexto de una historia, y “Reinas del Marabú” es un ejemplo de que se puede lograr un music hall con despliegue artístico y diversión a partir del striptease. Vale recordar que este espectáculo (que ya lleva más de 200 funciones) emprenderá pronto una gira que lo llevará a Europa, así que quedan pocas funciones para disfrutarlo en la acogedora sala del Maipo Kabaret.


En resumen: Un music hall donde la estrella son las espléndidas coreografías de la genial Vanesa García Millán. Con un texto divertido, Reina Reech, la directora de la propuesta, logra desnudar a la mujer (en todos los sentidos), y lo acompaña con la desnudez física en cuadros con pautas diversas, que involucran técnica de baile, destreza, sensualidad, habilidad para sacarse la ropa, histrionismo y canto. Las bailarinas (y el bailarín) demuestran erotismo para el arte del striptease y línea y estilo para el baile en general. Una propuesta sofisticada y poco frecuente, pero ciertamente muy bienvenida. Atrae tanto a hombres como a mujeres.


Foto: Paula Dalia.

Más información:
Dirección: Reina Reech.
Elenco: Flor Beltramo, Evangelina Bourbon, Sol Camardella, Maria Laura Cattalini, Sabrina Lis Gay, Martina Lupardo, Martina Nikolle, Barbara Reali, Maria Valencia y Emiliano Pi Alvarez.
Teatro: Maipo Kabaret (Esmeralda 443); tel.:5352-8383.
Duración: 1 hora y 25 minutos.
Funciones: miércoles a viernes a las 21 hs.; sábado a las 21 hs. y a las 23 hs.; domingo a las 20:30 hs.
Precio de las entradas: desde $190 a $250.
Promoción: 2x1 con Club La Nación.

Prensa: Duche-Zarate (www.duchezarate.com.ar)