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martes, 18 de junio de 2013

Crítica de "Los Locos Addams", de Andrew Lippa (letra y música), Marshall Brickman y Rick Elice (libro), en versión de Enrique Pinti

Crítica de Los Locos Addams, el musical

Buenos Aires, Argentina.
Temporada 2013 (Teatro Ópera Citi).

Calificación: 7/10



¿De qué se trata?: Merlina Addams se enamora de un joven “normal”, Tomás Beineke, y quiere que las familias se conozcan. Los Beneike son, entonces, invitados a la estrafalaria mansión Addams, pero las cosas se complicarán…

El punto fuerte de la obra: en este caso, es difícil de determinar por los siguientes factores…

1* Es evidente que se trabajó en los rubros técnicos en forma superlativa, y eso se destaca inobjetablemente. El problema es que nunca me gustó juzgar una obra por su escenografía, porque un buen musical debería usarla como complemento y no como la atracción central. Y eso sólo se logra con bases fuertes, de la que el material original carece. Por supuesto, lo que se ve en escena no deja de ser impresionante estéticamente e inventivo. Es verdad que uno se puede conectar con la historia a través de un buen ambiente escenográfico, pero el teatro es mucho más que eso. Mucha gente festeja recursos efectistas con aplausos que no destinan para otros cuadros, y ahí se evidencia lo endeble de hacer principal lo que debe ser secundario. Por eso es que, aunque la escenografía y los rubros técnicos sean increíbles, no los puedo elegir como el punto más fuerte de la obra.
Al salir del teatro, algunos se preguntaban quién había sido el escenógrafo, por eso cabe aclarar que el decorado es una copia del original de Broadway, que seguramente fue traído desde Brasil a la Argentina por la productora T4F. El diseño del telón, que se va amoldando para mostrar distintas secciones del escenario, es absolutamente funcional a las transiciones escénicas y crea marcos muy lindos para las acciones. El teatro Ópera (uno de mis preferidos) es especial para este despliegue, que me gusta apreciar desde el superpullman.
La escenografía es muy dinámica, pues los decorados (por ejemplo, el cementerio, el jardín o el comedor; todos maravillosos) cambian constantemente (vemos, además, distintos ambientes de la casa y ángulos del jardín) y se introducen nuevos recursos. Todo esto sucede sin quiebres gracias a los técnicos que trabajan detrás de escena y a los integrantes del ensamble. El manejo de efectos y títeres y el recurso del tío Cosa también enriquecen visualmente la puesta. Además, el sonido es bueno, aunque evidencia las diferencias de técnica vocal en números donde cantan varios personajes. Seguro se irá ajustando.
El maquillaje (también un calco del de Broadway) es realmente detallado y asombroso. Permite, junto con el vestuario, dotar a todos los personajes de su personalidad. Es un componente esencial para dotar de vida a las criaturas.
La iluminación tiene momentos muy logrados, aprovechando la extensión del escenario y jugando con el tiempo (en las escenas en las que el tío Lucas dialoga con el público o cuando Merlina lanza la flecha). El cuadro “La Luna y yo” resulta muy atractivo por sus recursos lumínicos.



2* Si no hay historia, la escenografía no tiene sentido. Y el libro original no es muy sólido. De hecho, me sorprendió lo flojo que es el segundo acto desde la escritura. El punto más alto de se encuentra en la segunda mitad del primer acto, culminando en la escena mejor lograda de la obra: “La verdad desnuda”. La traducción de un texto que debe ser humorístico,  pero no propone tanta creatividad, debía ser encargado a alguien que pudiera dotarlo de interés, originalidad y gracia. Por eso, la adaptación del libro y las canciones de Enrique Pinti me parece digna de valoración. Con su estilo reconocible, apuntes humorísticos para adultos y referencias a la cultura argentina (algunas más ocurrentes que otras), logra sacar varias sonrisas y carcajadas a los espectadores. Los Locos Addams se publicita como “El musical más divertido de Broadway”, y está muy lejos de ser eso. Si bien divierte con varias situaciones, recurre demasiadas veces al chiste fácil, a lo obvio. El mérito de Pinti es que la versión argentina tenga personalidad, y algunos diálogos inspirados. No obstante, no creo que sea el punto fuerte de la obra por la carencia de un libro muy consistente. Gran parte del humor e ingenio del original está puesto en las canciones, que Pinti adaptó con solvencia.



Por todo esto, me quedo, como lo más destacado de la obra, con la brillante actuación de Dolores Ocampo como Alice Beineke (la madre del novio de Merlina). Había escuchado mucho de esta intérprete del circuito off, y ella realmente se roba algunas escenas. Logra la difícil tarea de destacarse en la comedia con un personaje estereotipado, pero desopilante y muy bien compuesto, y lo hace desde que entra a escena, con mucha intuición actoral. Su actuación logra risas genuinas, por la forma en que ella enuncia su texto. Su gran momento es durante el cuadro “La verdad desnuda”/“Esperando” (que cierra el primer acto), donde explota su talento como actriz y cantante en un momento de desborde magníficamente interpretado.
Me pareció, además, la mejor escena del musical porque se produce un interesante juego escénico entre todos los actores de la obra, que cautiva al espectador, con un buen ritmo e intervención adecuada de la partitura.



Pasando al resto de los actores, tenía mis dudas con respecto a la pareja central: Homero (Gabriel “El Puma” Goity) y Morticia Addams (Julieta Díaz), porque siempre dudo cada vez que se convoca a artistas que no tienen experiencia en comedia musical. Hay muchos que tienen experiencia en comedia musical, pero siguen sin cantar bien y otros que sorprenden siendo principiantes. Eso sí, haciendo un paréntesis, hay castings descabellados (por ejemplo, el rumor de que Moria Casán integrará la reposición de Sor-presas).
Luego de ver Los Locos Addams, me parece que la actuación de Goity es comparable a la de Francella en Los productores o El joven Frankenstein. Al cantar, si bien asume unas pocas notas un poquito más arriesgadas (la partitura tampoco le brinda muchas), no convence. Se queda en el recitado o en algo mesurado, y está bien que así sea, antes de que se arriesgue a hacer algo que no puede. Tiene algunos vicios, que buscan ocultar falta de técnica. De esta forma, sus canciones no son precisamente melodiosas, pero él las encara astutamente desde el humor. Sin embargo, me pregunto, ¿era necesario que Homero cantara bien? A juzgar por el resultado de la obra, no. Goity es un muy buen actor cómico, y sabe que ese es su fuerte. Y eso es lo que el personaje requiere. Tal vez alguien que sí sabe cantar bien y que podría haber obtenido el rol no tiene su timing o carisma para llegar al público como él. Al no ser un musical exigente vocalmente, Goity no se destaca cuando canta pero no queda tan expuesto. En cambio, en los momentos de texto, busca la complicidad con los espectadores y se divierte en escena, explotando la locura que le exige su personaje y jugando con gestos y acentos. Su forma de decir algunos diálogos los hace graciosos aunque no lo sean. Obviamente, también está atrapado en el problema de no contar con un texto con enredos imaginativos, pero tiene varias líneas escritas por Pinti a su favor. Se defiende bailando el “Tango de amor”.
Precisamente en el baile se destaca Julieta Díaz, que como cantante también deja que desear, pero tiene mucha gracia para moverse. Compone bien a una Morticia misteriosa desde su postura, y asume su personaje con convicción y buen manejo de la voz (hablada), replicando algunos gestos de personificaciones anteriores.
Debo aclarar que vi la obra en la avant premiere del lunes, y todavía es una etapa en la que no está todo dicho, y puede que tanto Goity como Díaz se vayan perfeccionando en el canto.



Laura Esquivel sí demuestra que tiene una buena voz, y se destaca su proyección vocal. Actúa con seguridad, y su particular estilo gestual e histriónico al cantar no desentona, en pos de la locura general de la familia. También sale airosa bailando en un par de ocasiones. Se luce cantando en “Un nuevo camino”, donde aprovecha la fuerza que adquiere la melodía en su voz. Lleva adelante la obra en más de una ocasión.

En la función a la que asistí, Pericles fue interpretado por Kevin Tomás La Bella, del cual destaco la constante mirada de abatimiento que requiere el personaje y el compromiso con su solo (“¿Y si?”), en el que también brinda un buen desempeño vocal (tiene una nota final con cierta complejidad y él la encara bien), solo en el escenario.
Gabi Goldberg (Abuela) y Marcelo Albamonte (Largo) tienen papeles pequeños que no les dan suficientes chances para destacarse, pero se desenvuelven correctamente. Santiago Ríos (Tío Lucas) hace un buen manejo de la voz de su personaje cuando actúa, pero no tiene solvencia para el canto. Su “historia de amor” le permite hacer uso del humor.
Alejandro Viola (Mauricio Beineke) realiza un muy buena y convincente interpretación como el padre del novio de Merlina, Tomás (Marco Dimónaco, cuyo personaje tampoco le da muchas oportunidades de lucimiento). La idea de mostrar que todas las familias son anormales es interesante, pero todo se resuelve demasiado rápido, sin profundizar y sin originalidad.
El ensamble (con algunos artistas experimentados) está lamentablemente desaprovechado por el texto original, y queda demasiado relegado.

Las canciones no son un aspecto sólido de este musical. Si bien sirven para expandir el humor, las melodías no se destacan (tal vez la más interesante sea “Un nuevo camino”, interpretada por Merlina, aunque se pierda el juego de palabras de la original, “Pulled”), ni cumplen siempre una función teatral (sí lo hace “La verdad desnuda”).
No obstante, la orquesta, dirigida por el siempre excelente Gerardo Gardelín resulta uno de los componentes esenciales, sobre todo porque, hoy en día, no es frecuente que haya tantos músicos en el foso (por eso es valioso que T4F invierta en tener a muchos artistas tocando en vivo, así como arriba del escenario, y varios técnicos detrás de él). Lamentablemente, hay gente que sigue considerando que la obertura es música de fondo, y habla encima de ella, pero el desenvolvimiento de los músicos es intachable.

De la dirección (de Jerry Saks) se puede mencionar el buen ritmo impreso al relato.


En resumen: La versión argentina del musical se propone mejorar el texto original (de base endeble) a través de la efectiva adaptación de Enrique Pinti, y se focaliza en el humor, bien llevado por Gabriel Goity, más que en lo estrictamente musical. Laura Esquivel se luce cantando, Julieta Díaz sorprende bailando y Dolores Ocampo brinda la mejor interpretación. La escenografía y los rubros técnicos son excelentes. Logra entretener a un público variado.

Más información:
Dirección: Jerry Saks.
Teatro: Ópera Citi (Av. Corriente 860).
Duración: 2 horas 35 minutos (incluyendo un intervalo de 15 minutos).
Funciones: jueves (20:30), viernes (20:30), sábado (17:00 y 21:00) y domingo (19:00).
Entradas: $70, $90, $130, $190, $250, $320 y $350.
Promociones: 15% de descuento con Citi y descuento en localidades de platea en "Tickets Bs. As." (Cerrito y Diagonal Norte).

Fotos:
http://ar.omg.yahoo.com/fotos/los-locos-adams-en-argentina-1370975458-slideshow/
http://www.facebook.com/LosLocosAddamsMusical
http://www.redteatral.com.ar/versiones-musicales-los-locos-addams-13927&id_generos=