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miércoles, 5 de agosto de 2015

Crítica de "SpangTrash", de Judith Cabral y Matías Puricelli

Categoría: UNIPERSONAL MUSICAL

Crítica de SpangTrash

Buenos Aires, Argentina
Temporada 2015 (La Pausa Teatral)

Nivel: 7 /8


¿De qué se trata?: Obra con canciones pop contemporáneas. Una noche de resaca, Jey (Judith Cabral) queda encerrada accidentalmente en el baño de su casa… encierro que será también puerta a la libertad. Un recorrido pop por el desamor y la búsqueda de identidad. ¿Quién no le contó en el baño a sus fantasmas y tristezas? A veces necesitamos encerrarnos para conocer lo más profundo de nuestro ser.

“Just a second we’re not broken just bent
and we can learn to love again”

SpangTrash nos presenta una separación amorosa en tiempos de los celulares, las playlists, el streaming y el shuffle y demás. Es, a su vez, el retrato de una cultura y del paso de la niñez a la adultez (reflejado en un cambio de perspectiva respecto del prince charming arquetípico de las películas de Disney). Pero todo esto se expone en la dramaturgia con deliberada mesura, porque las protagonistas son las canciones, y son ellas las que van hilvanando los sentimientos de la protagonista y modificando su forma de pensar. En realidad, las letras se convierten en pensamiento, vuelven a la consciencia pero son resignificadas en el contexto que atraviesa Jey. Ya no son simple entretenimiento, sino que operan enérgicamente en la vida de esta mujer (la cultura se asimila y se convierte en acción). Es por esto que, por más que puede no haber sido planteada así, sostengo que SpangTrash termina siendo una historia sobre el poder sanador del arte. El show evolucionó del simple recital que podría haber sido para mostrar un costado catártico de la música. Y la catarsis fue una función constante de este arte a lo largo de las décadas, tal como lo fue para una deprimida Bridget Jones (a quien se hace referencia en la obra). Pese a que Jey quiere superar sus frustraciones con alcohol, es la música la que surge y le hace ver las cosas de otra manera, enfrentándola con una sociedad moderna estereotipada y a la que le cuesta madurar.

jueves, 29 de mayo de 2014

Crítica de "Signum", de Sean McKeown y Gerardo Gardelín

Categoría: MUSIC HALL

Crítica de Signum

Buenos Aires, Argentina.
Temporada 2014 (Teatro El Nacional).

Calificación: /10
  

¿De qué se trata?: Un music hall donde se propone un viaje a través de cuadros en los que se despliegan múltiples disciplinas circenses. 

El punto fuerte de la obra: el cuadro de “El Potro Ballet”, de Javier e Isaac Gardella.

La ovación del público en la función a la que asistí prueba que este es tal vez el único momento donde el show pasa de asombrar a conmover. Un malambo bailado con un talento sobrehumano y acompañado con boleadoras. Imagínense el esfuerzo de sincronización que representa una rutina de estas características si es difícil coordinar el ritmo de dos de los antiguos tiki-taka. Son varios los bailarines en escena repitiendo los mismos pasos con ritmo y pasión, y que el número sale perfecto.

Vale decir que si hay algo que sobra en Signum es destreza, y eso le permite jugar con la capacidad de sorpresa que manejan las compañías internacionales de circo contemporáneo. Hoy en día, el foco del circo está puesto en las acrobacias y la preparación física de los artistas. No tengo idea de cómo reunieron al elenco de Signum, pero la selección fue un hallazgo. Como ejemplo se puede citar a un malabarista atípico (Jonatan “Espejo” Reynoso), que nos hace redescubrir esta disciplina y hace quedar a un sinnúmero de payasos que animan cumpleaños infantiles como un grupo de estafadores. Fuera de broma, sus malabares toman un vuelo artístico inconmensurable cuando maneja las clavijas de tal forma que sus manos parecen imantadas.

No vale la pena adelantar cada uno de los números en detalle, pero quiero destacar originalidad del cuadro “Trompo Wall” y la inclusión de la disciplina roue cyr, que no se ha visto muchas veces en nuestro país. Hay acrobacia aérea para todos los gustos (en telas, aros, cintas y cuerdas) y contorsiones, que tanto nos fascinan porque nos permiten descubrir hasta dónde puede flexionarse el cuerpo.

En cuanto a Hernán Piquín, es interesante verlo en un lugar distinto del que venía ocupando en sus últimos espectáculos, donde era la figura principal. Si bien esto puede defraudar a sus seguidores, habla bien  de él que le deje lugar al resto del elenco. Aquí, entonces, Piquín es uno más (con apariciones esporádicas) y baila sin partenaire. Ni siquiera habla, pero es sólido en sus intervenciones. Tiene una presencia especial dada por el manejo de su cuerpo con liviandad, gracia y técnica (sobre todo para giros y saltos, en este caso). En Signum, alterna con la danza clásica un poco de acrobacia aérea.

Gerardo Gardelín se encargó de la música original y de la letra de las canciones. En un estilo pomposo alejado de lo que venía trabajando en los últimos años, Gardelín logró que la música unificara el estilo del espectáculo mucho más de lo que lo hace la historia. La partitura recurre a subrayados para intensificar lo que sucede en escena, y hace un muy buen uso de la percusión. Hay momentos instrumentales y canciones. Las letras de estas últimas son convencionales (lidian con el tema de la liberación de los sueños y los sentidos), aunque no se pueden captar en su totalidad porque están siempre en un segundo plano. Esto se debe a que a Gardelín le atrajo el concepto de ‘lenguaje universal’ reflejado a través de distintos idiomas, dialectos y fonaciones varias. Por lo tanto, interesa más la idea de variedad que lo que están realmente diciendo los personajes. Una particularidad es que el inicio de la obra recuerda un poco a la famosísima puesta del musical El rey león que montó Julie Taymor, tanto por la música africana como por los movimientos de los bailarines entre la platea.
Las canciones líricas vibran en las cuerdas vocales de Alexia Martinovich, Cristian Zabala y Patricio Witis, y cada uno tiene al menos un gran solo (resalto el de Witis porque, si bien lo había escuchado cantar antes, nunca había sido en esta faceta).
El hilo conductor que se usa como excusa para el viaje que propone Signum empieza bien, generando sorpresa entre los espectadores por estar bien planeada. Sin embargo, se va desinflando hasta llegar a una conclusión absurda. Esto nos asegura que el atractivo del show va por otro lado y que la anécdota sirve más como un puntapié inicial que como un elemento para dar coherencia a la sucesión de cuadros.
Por lo demás, la dirección experimentada de Sean McKeown (un australiano que estuvo trabajando como director artístico del “Cirque du Soleil”) estipula que nada esté fuera de lugar y la calidad artística sea alta. Por supuesto, se apoyó en la coreografía de Andrea Candela, quien tuvo el desafío de salir del esquema puramente clásico.

Signum está repleto de estímulos visuales. Sobresale el elaborado vestuario de Marcelo Péndola. La escenografía de Lili Diez y Carlos Junco es bastante simple, salvo durante el último número. Signum no necesita mucha parafernalia escenográfica para impactar, sino que se vale del talento de sus 45 artistas. Eso sí, se hace un uso constante de elementos multimediales: proyecciones que enmarcan el escenario y pantallas que crean escenarios atemporales (relacionados, por ejemplo, con el cosmos). La iluminación de Gustavo Perezlindo explora con dos tonos intercalados (con los focos ubicados en la parte de atrás del escenario), balanceados con la luz que dirige desde el exterior.


Más información:
Teatro: El Nacional (Av. Corrientes 960).
Dirección: Sean McKeown.
Dirección musical: Gerardo Gardelín.
Entrenador de trampolín: Alejandro “Toro” Cuenca.
Músicos: Gerardo Gardelín (piano), Jorge Caldelari (violín), Urkell (guitarras), Gonzalo Fuertes (bajo eléctrico), Fernando Valles (batería) y Ezequiel Finger (percusión).
Fotografías: Estudio Machado-Cicala.
Prensa y comunicación: Alejandro Veroutis. Asistente: Alejandro Andolfi.

Duración: 1 hora y 35 minutos.
Funciones: miércoles a domingo a las 21 hs.
Entradas: desde $230 a $300.


https://www.facebook.com/SignumOk

domingo, 18 de mayo de 2014

Crítica de "Solteritas y sin estrenar", de Héctor Presa, Alberto Drago y Diego Lozano

Categoría: OBRA MUSICAL

Crítica de Solteritas y sin estrenar

Buenos Aires, Argentina.
Temporada 2014 (Teatro Molière).

Calificación: /10


¿De qué se trata?: “Liliana Pécora y María Rosa Frega se ponen en la piel de Tina y Mecha, las hermanas Palomeque, jubiladas docentes, hijas sufrientes, solteronas ellas, que están acompañando las últimas horas de vida de su padre. Mientras atraviesan este duro trance, sacan a la luz todas las miserias por las que pasaron a lo largo de sus vidas por culpa de una figura paterna por demás castradora. La relación entre las hermanas, los celos, las envidias y el recuerdo de un amor frustrado (Roque Pasaciuffo) son los condimentos de esta comedia musical que trata con un humor ácido y directo las interrelaciones familiares”.

El punto fuerte de la obra: la química entre Liliana Pécora (Tina) y María Rosa Frega (Mecha, aunque Roque diga lo contrario). “Siempre juntas”, por supuesto.
Pécora y Frega poseen múltiples recursos para la comedia, y realizan un trabajo ejemplar en cuanto a lo que tiene que ver con hacer propio el texto. No se limitan a decir sino a sentir sus líneas con el cuerpo, los gestos, las pausas y la entonación de la voz. Así, contornean dos personajes irreverentes... y no obstante bastante cercanos,  pues parte del secreto de que nos riamos con ellas es que varias de sus actitudes o formas de hablar o reaccionar nos recuerdan a las de otras personas que conocemos. Por eso, junto con el trabajo de composición hubo otro de observación.
Pécora y Frega se entienden y se complementan, de forma que su relación como hermanas es creíble. Por eso, pueden interactuar con desparpajo y manejar un buen timing, además de hacer la obra más dinámica. También, ocasionalmente, toman la precaución de mirar sólo al público para transmitir algunos de sus pensamientos individuales.

¡Ay, Tatita!

La dirección del experimentado Héctor Presa propone una abierta teatralización de la realidad. Con esto me refiero a que el planteo se acerca muchísimo más al absurdo que al realismo. Las protagonistas son melodramáticas e histriónicas (por momentos, parecen caricaturas). Según lo que les toque decir, van acelerando o disminuyendo la velocidad con la que hablan o el peso que le dan a cada palabra con la voz y los gestos. Más allá de satirizar a muchas mujeres que se comportan como si estuvieran en las tablas hasta para comprar pan, esto exacerba el efecto humorístico de la pieza. Además, las apariencias juegan un rol importante en la historia.

¡Ay, Tatita!

El divertido libro de Héctor Presa y Alberto Drago está salpicado de humor negro, doble sentido y recurrencia continua a algunos gags y frases. Esta repetición no es fruto de la falta de creatividad, sino que define parte de la forma de ser de los personajes.
Quiero destacar la escena de “A la huella, a la huella” y aclarar que el texto está basado en la obra “Se me murió entre los brazos”, de Drago.

¡Ay, Tatita!

Como letrista, Presa sigue confiando en que no es necesario subrayar para hacer reír. Por eso, deja casi al pasar frases humorísticas en sus versos, que están cantadas de la misma forma que el resto de la canción, pero que el público decodifica rápidamente como algo disparatado.
Julia Eva Saggini y Gabriela Fourcade interpretan una versión joven de Tina y Mecha, en lo que resulta ser una interesante idea de la dirección de Presa. Yo considero que su razón de ser es reforzar la idea de unas mujeres aniñadas, a las que les cuesta dejar atrás su pasado y, por momentos, siguen relacionándose con su padre como si tuvieran 10 años. Probablemente, esto tenga que ver con el hecho de que permanecen “solteritas y sin estrenar”.
Por cierto, el vestuario de Lali Lastra, orientado al luto, repite un detalle en el álter ego de cada mujer para que podemos identificar quién es la versión joven de quién.

¡Ay, Tatita!

El punto es que Saggini y Fourcade son las únicas que cantan en la obra, y lo hacen con dulzura. Se mueven un poco encorvadas, haciendo énfasis en la idea de que son el espíritu joven que está atrapado en el cuerpo de las protagonistas. Mecha Fernández montó una coreografía con momentos de comicidad, y aprovechó la gestualidad de Pécora y Frega para traducirla a los momentos de baile. La música de Diego Lozano también marca el pulso de lo tragicómico, y prolonga la complementariedad entre las dos mujeres que se ve en el texto (véase, por ejemplo, que hablan por teléfono de la misma forma que cantan por teléfono).

¡Ay, Tatita!

Completa el elenco Claudio Provenzano, en el doble papel del padre de Tina y Mecha y el de Roque, un italiano al que estas dos “le arrastraban el ala” en su juventud. Presa, con dos marcaciones distintas, resolvió muy bien la transición entre ambos.
Provenzano logra integrarse al estilo que manejan Pécora y Frega.

¡Ay, Tatita!

Así que dejá de pelear con tu hermana e invitala a ver “Solteritas y sin estrenar”-

En resumen: Héctor Presa y Alberto Drago manejan el humor negro, el doble sentido y la repetición con soltura en una comedia cuyo peso recae en la química entre dos actrices con múltiples recursos para el género: Liliana Pécora y María Rosa Frega.


Más información:
Dirección: Héctor Presa
Asistente de dirección: Angie Otero
Producción: Juan Iacoponi y Héctor Presa
Mecha cantante: Julia Eva Saggini
Tina cantante: Gabriela Fourcade

Prensa: Walter Duche – Alejandro Zarate

Teatro: Molière Teatro Concert (Balcarce 682). Reservas: 4343-0777
www.moliere-cafe.com / teatro@moliere-cafe.com
Funciones: sábado 20:30 hs.
Duración: 1 hora y 5 minutos
Precio de las entradas: $160

Promoción: 2x1 con Club La Nación

viernes, 16 de mayo de 2014

Crítica de "A' Nonna Filomena", de Carina Nalin, con canciones italianas

Categoría: OBRA MUSICAL

Crítica de A’ Nonna Filomena,
un musical ni de acá ni de allá

Buenos Aires, Argentina.
Temporada 2014 (Centro Cultural Borges – Sala Piazzola).

Calificación: /10

ATENCIÓN: DOMINGO 18 DE MAYO NO HAY FUNCIÓN


Di cosa si tratta?: Una pareja italiana debe inmigrar hacia Buenos Aires. Unos años después, Filomena se sigue debatiendo entre el hecho de “no ser ni de acá ni de allá”.

El punto fuerte de la obra: la calidad vocal de los intérpretes.
Esto se evidencia particularmente porque deben abordar canzonettas muy instaladas en el imaginario popular (recordadas en las voces de cantantes italianos gigantes), y salen airosos. Así que, si tengo que definir en una frase a A’ Nonna Filomena diría: “se hizo un buen casting”, y esto ya marca la diferencia con un número significante de propuestas.
La segunda sorpresa que me encontré es que el sonido estuvo a la altura de las circunstancias en una sala que se caracteriza por todo lo contrario. No sé quién habrá sido el que tuvo que hacer magia con el equipamiento del Auditorio Ástor Piazzola, pero lo felicito, porque logró remontar rápidamente la situación menos favorable de los primeros minutos.

 Está claro que se priorizó la música por sobre el texto, pero las canciones tienen una función narrativa y le dan consistencia al concepto que se quiere desplegar. Así, nos muestran que los protagonistas no han perdido ni reprimido su esencia italiana, sino que tratan de proyectarla en el país que los acogió. Cantan en italiano cuando deben demostrar emociones más profundas, como el amor, la melancolía o durante una disputa. Es ahí donde aflora su bagaje cultural y su concepción del mundo, y donde demuestran que, a pesar de que están en una tierra extraña, no se despojan de su esencia.
Claro, tampoco pierden su optimismo y entusiasmo. Salvo por el personaje de Carina Nalin (Filomena), que dejó su alma Italia y no quiere saber nada con que venga a reunirse con ella en Buenos Aires. Probablemente sea por una cuestión generacional. Es evidente que decidir ir a vivir a otro país es muy distinto de tener que abandonar a la fuerza el lugar que uno ama (y a la gente que quiere) y llegar a otro con códigos distintos. El movimiento inmigratorio estuvo plagado de tristeza; no fue ningún viaje de placer. Menos todavía para quienes, a diferencia de la protagonista, tuvieron que hacinarse en conventillos.

El libro de la propia Nalin nos hace reflexionar sobre esta cuestión y sus derivados: por ejemplo, criar a una hija con costumbres italianas pero tener que aceptar que viva en permanente contacto con tradiciones argentinas. Pero lo más destacable de la escritura de Nalin es el humor cándido del que dota a la pieza. Esto hace que pueda ser disfrutada por toda la familia. Por eso, pueden llevar a los chicos a partir de los 9 años aproximadamente a ver esta obra con toda seguridad. Sobre todo, para que aprendan un poco de lo que posiblemente sea parte de sus raíces (como ya recomendé para el caso de Tanguito Mío). Como ya es sabido, un altísimo porcentaje de los argentinos descendemos de italianos. En un mundo tan globalizado, es positivo no perder rastro de nuestra identidad.
En la obra se puede apreciar parte del legado que nos dejaron nuestro amigos del Mediterráneo: la alegría (idea central de la coreografía de Mariana Zourarakis), la tenacidad para el trabajo y, lo más importante, el valor por la familia. Ah, sí, y las pastas de los domingos al mediodía.

 En este caso, no voy a hablar de cada uno de los miembros del elenco porque, como dije anteriormente, todos tienen un nivel homogéneo. Ellos son Carina Nalin, Nicolás Manservigi, Mariuchi Elena, Karina Novelli, Lucila Rocca, Ramiro García Miramón, Diego Cáceres y Magalí Zato. Se ven favorecidos por el dinamismo del libro, que va alternando en quién se focaliza cada escena. Saben cómo plantarse y comparten un mismo registro para la comedia.

 La selección de canciones apela a lo emotivo y a la celebración de algunos hits inmortales. Sin embargo, quisiera resaltar la inclusión de “En blanco y negro (Buenos Aires)”, de Silvina Garré, que siempre me conmueve. En esta ocasión, está interpretada por Mariuchi Elena. Los arreglos musicales son de Hernán Valencia (buena idea la de la última canción).

En cuanto a la dirección y puesta en escena de Andrés Sahade, debo decir que la obra es una de las más prolijas que vi últimamente. La puesta se ve enriquecida por el armonioso diseño de video de Darwin Flores y Rocío Casas, que recrean los distintos decorados, muestran imágenes atinadamente y sostienen un buen código visual, con varias ideas para rescatar.
La escenografía de Mariana Cavilli completa la ambientación, con unos pocos elementos que van poniendo y sacando dos asistentes de escenario, y que ayudan al desarrollo de la acción dramática.
La iluminación de Magdalena Berreta Miguez resalta el clima que se genera durante cada canción. El vestuario de Agustina Gonzalez usa una linda gama de colores y respeta el período.

Una vez conocí a un italiano que le dijo a otro, en su idioma, “Mejor hablemos en italiano, así él no nos puede entender” (con ‘él’ refería a mí). Yo les advertí inmediatamente: “Italian is very similar to Spanish”, porque capté lo que estaba diciendo. ¿A dónde quiero llegar? A que no necesitan saber italiano para disfrutar de A’ Nonna Filomena un domingo a las 16 hs. Después de las pastas sagradas del mediodía, obviamente.

En resumen: Un musical que nos recuerda nuestras raíces al abrazarnos con las canzonettas que disfrutaban y bailaban nuestros antepasados italianos, celebrando su legado y su importancia en nuestra configuración cultural actual. El elenco es homogéneo y tiene un buen nivel vocal.

¿Qué podemos aprender de esta obra?: Que el acompañamiento multimedial puede ofrecer posibilidades para enriquecer la historia cuando es usado con creatividad.


Más información:
Dirección: Carina Nalin
Asistente de dirección: Mariana Zourarakis
Stage manager: Mayra Soto
Asistentes de escenario: Eliana Saihueque y Mariano Madrazo
Producción ejecutiva: Sandra Paradiso
Prensa: Marcelo Boccia y Lionel Narinsky para MBoccia RP
Fotografía: Fuentes Fernández
facebook.com/anonnafilomena

Teatro: Centro Cultural Borges – Sala Piazzola (Viamonte 525, esq. San Martín) – Teléfono: 5 555-5359
Funciones: domingo a las 16 hs.
Precio de las entradas:

Duración: 1 hora y 10 minutos

viernes, 13 de diciembre de 2013

Crítica de "El Loco de Asís", de Manuel González Gil y Martín Bianchedi

Categoría: OBRA MUSICAL

Crítica de El Loco de Asís

Buenos Aires, Argentina.
Temporada 2013 (Teatro Margarita Xirgu – Espacio UNTREF) - 2014 (Teatro El Cubo).

Calificación: 7 /10 

2014
ATENCIÓN: AHORA EN EL TEATRO EL CUBO (PASAJE ZELAYA 3053)
LUNES A LAS 21 HS.
PRECIO DE LAS ENTRADAS: $80 y $140
PROMOCIONES: 2x1 con Club La Nación (tuentrada.com o boletería) y 2x1 con Clarín 365, Club Socios Personal y CuponStar (sólo en boletería)
CuponStar: enviá un sms con la palabra CUBO al 70709; vas a recibir otro sms, que tenés que presentar en boletería

www.atrapalo.com.ar/entradas/el-loco-de-asis-el-musical_e91300/
www.tuentrada.com


El punto fuerte de la obra: la calidad vocal de los intérpretes.
Debo confesar que, si esta fuera una obra nueva, hubiera elegido las teatrales y bellas melodías que compuso Martín Bianchedi, hace 30 años (si bien, para esta versión, una se agregó y otra se cambió). Estoy convencido de que la razón más importante por la que este musical conmueve es por el uso que hace de la música, y es por medio de ella que transmite el mensaje de Francisco. Además, la música incidental que Bianchedi compuso para acompañar las escenas de texto las refuerza y le da cohesión a toda la obra.
Pero cabe destacar que una de las sorpresas de esta versión son las voces del elenco, que ayudan a que la fuerza emotiva de la partitura pueda ser plasmada.
En primer lugar, porque cantan con solvencia mientras bailan, a pesar de que las coreografías de Rubén Cuello (con Carolina Pujal como coreógrafa repositora) demandan energía. Es cierto, no todos los miembros del elenco hacen esto con tanta habilidad, pero noté que muchos manejan muy bien el aire, a pesar de que lo que deben cantar no es muy sencillo.
En segundo lugar, porque para montar El Loco de Asís se necesita de un ajustado trabajo coral (los arreglos son de Eugenio Perpetua). En este caso, los coros suenan impecables, y suman mucho la hora de transmitir la fraternidad que pregonaba San Francisco. Si bien el sonido de la sala no es perfectamente nítido, se realizó un gran trabajo para permitir que todo sea perfectamente escuchado, y que se puedan lucir las distintas líneas melódicas contrapuestas, junto con las pistas con la música de Bianchedi (y los espectaculares arreglos del maestro Gerardo Gardelín).
También, hay momentos con solos destacados (gracias, nuevamente, a que Bianchedi pone vocalmente a prueba a algunos de los artistas), si bien son breves.
Todo el elenco funciona en forma integrada, y se distingue a un solo protagonista: Francisco. Más allá de que algunos tengan roles pequeños, la mayor parte del tiempo forman parte de un conjunto: el de los seguidores del santo, o franciscanos.
Así lo dispuso el libro de Manuel González Gil, que decidió no presentar una biografía de Francisco. Puede que los nerds religiosos (entre los que me incluyo) se queden con ganas de ver escenas clave de su vida si piensan en la obra como un relato convencional. Por eso, hay que considerarla como el musical conceptual que es, que trata de transmitir un concepto: la prédica de Francisco, su mensaje de amor y hermandad. Por ejemplo, se recalca su llamado austeridad y el escándalo que ocasionó en la sociedad de su tiempo (incluso dentro de la Iglesia). Lo tildaban de ocioso y lo consideraban un loco… y lo era, porque se jugó a vivir por un ideal con una entrega admirable.

Hace poco, hojeé un libro que Hermann Hesse escribió sobre San Francisco de Asís. Allí, decía que San Francisco vivió cotidianamente lo que predicaba, porque actuaba con absoluta coherencia con respecto a sus palabras. Esto me recordó a lo que está haciendo actualmente nuestro Papa Francisco, y también noté que esa es la conclusión que yo había sacado de El Loco de Asís. Me parece que González Gil quiso contar eso: la historia de un hombre que no traicionaba sus principios, y se animaba a llevar su mensaje a los demás, pese a las dificultades, porque sabía que todos estaban llamados a vivir felices. Se enamoró profundamente de Dios, y por eso se dice que fue el santo que vivió en forma más parecida a Jesús. Se apropió de las enseñanzas del Evangelio, y cultivó el amor al prójimo. Como diría el Papa Francisco, “hizo lío”; no se quedó en su posición acomodada, sino que salió al encuentro de los demás, y vivió en forma desprendida, siendo un modelo para muchas personas.
El multifacético Francisco Ruiz Barlett demuestra comprender ese espíritu, y brinda una destacada actuación como Francisco, con todo el compromiso emocional que requiere. Transmite su exaltación, sus ganas de cambiar al mundo, al actuar, cantar y bailar. Además, se muestra como un instrumento humilde de Dios.

El libro de González Gil, entonces, se concentra en los ideales de Francisco, y va directo a ese punto, sin desviarse. Por esto, la obra puede parecer un poco repetitiva, pero refuerza un mismo mensaje. A mí, me resultó un poco corta.
Los parlamentos no son particularmente elaborados, y se le da más importancia a las canciones, donde las letras de González Gil expanden el concepto. Me gustó la inclusión de la grandiosa oración “Hazme un instrumento de tu paz” y de palabras de San Francisco.

Se refleja, también, la vitalidad; la idea de una Iglesia viva y activa, gracias al entusiasmo de sus fieles. Se presenta la vida de los franciscanos como una constante celebración (sobre todo, durante la canción “Ven al baile del mundo”). La música tiene elementos de rock, y las coreografías son festivas.
La escena “Dios vendrá esta noche” me pareció la más emocionante.
Hay que decir que el clima varía por momentos, y que la música de Bianchedi acompaña estos cambios. Por ejemplo, cuando hay una alabanza más personal a Dios, o durante la canción “Apocalipsis”.

Como director, González Gil supo manejar el espacio, para que el relato no sea monótono. Una buena idea fue la forma en la que encaró la escena de los represores. Otra, la del citado cuadro “Dios vendrá esta noche”.
La escenografía de Jorge Ferrari es sencillísima, pero la posibilidad de trabajar en planos elevados ayuda al director.
El vestuario de Anahí Core y Sofía González Gil (que reemplazó al del cotizado Pablo Battaglia) es también muy simple, pero no se necesita más. Hay un dejo de contemporaneidad en la vestimenta, que podría sugerir que, hoy en día, también se puede vivir con el amor como principio. El hecho de que la puesta sea tan despojada va en sintonía con el concepto de austeridad.
La iluminación de Gonzalo Córdova es adecuada y aprovecha los recursos de la sala, aunque no cumple una función demasiado esencial.

Compré el CD en el teatro, a un buen precio: $40. En él, se puede apreciar mejor el trabajo coral y los arreglos de Gardelín, gracias a una prolija mezcla de sonido. Dura unos 48 minutos.

En resumen: Una obra que conmueve con su música, a partir de la cual se transmite el mensaje de amor de San Francisco. Es brillante el trabajo vocal del elenco, potenciado por los arreglos corales, que dan idea de fraternidad. Las coreografías son enérgicas y crean un clima festivo. Francisco Ruiz Barlett se sigue consolidando y se luce en el protagónico.

Más información (2013):
Dirección: Manuel González Gil.
Elenco: Francisco Ruiz Barlett, Anahí Core, Sergio Paglini, Elis García, Ana de Vicentiis, Antonela Fucci, Francisco González Gil, José García Alcázar, Ezequiel Fernanz, Julián Sierra, Iän Casas Paoloni, Matías Prieto Peccia, Anabella Simonetti, Alexia Martinovich y Melisa Fucci.
Teatro: Margarita Xirgu – Espacio UNTREF (Chacabuco 875). un paréntesis: quedó muy bien remodelado.
Duración: 1 hora y 20 minutos.
Precio de las entradas: $70, $90 y $120.
Recibió la distinción de interés cultural y social.

Fotos: https://www.facebook.com/locoDeAsis.El.Musical

Podés consultar también la crítica del genial CD de Fran Ruiz Barlett: "(Algo Más)", interpretado por cantantes de musicales.

Aclaración: El Loco de Asís no está actualmente en cartel (finalizó sus funciones el sábado 7 de diciembre). Todavía no está confirmado su regreso en 2014, pero ojalá que se pueda concretar.
En principio, esta nueva puesta tenía como destino una gira por muchos puntos del país. Cuando esta fue cancelada (en medio de su realización), el elenco decidió continuar con la obra, en una cooperativa. Para esto, recaudaron fondos a través de la página web Panal de Ideas. Quiero destacar su entusiasmo por el proyecto.

Señor, haz de mi un instrumento de tu paz.
Que allá donde hay odio, yo ponga el amor.
Que allá donde hay ofensa, yo ponga el perdón.
Que allá donde hay discordia, yo ponga la unión.
Que allá donde hay error, yo ponga la verdad.
Que allá donde hay duda, yo ponga la Fe.
Que allá donde desesperación, yo ponga la esperanza.
Que allá donde hay tinieblas, yo ponga la luz.
Que allá donde hay tristeza, yo ponga la alegría.

Oh Señor, que yo no busque tanto ser consolado, como consolar,
ser comprendido, como comprender,
ser amado, como amar.

Porque es dándose como se recibe,
es olvidándose de sí mismo como uno se encuentra a sí mismo,
es perdonando, como se es perdonado,
es muriendo como se resucita a la vida eterna.

lunes, 2 de diciembre de 2013

Crítica de "(Algo más)", disco de Francisco Ruiz Barlett, interpretado por cantantes de musicales

Categoría: CD

Crítica de (Algo Más), disco interpretado por cantantes de musical

Calificación: 7.3/10 


Este genial disco, que fue financiado por el aporte de la gente (a través de la página web Panal de Ideas), contiene 13 canciones compuestas por Francisco Ruiz Barlett e interpretadas por cantantes de teatro musical.

Una aclaración antes de empezar:
Debo admitir que, cuando me senté a pensar cómo iba a calificar el CD (nunca había criticado un disco en el blog), me sentí un “maestro Siruela” (sí, va con “s” porque hace referencia a un pueblo). Ya sé que 7.3 es una calificación extraña. Por eso, quería explicar de dónde la saqué. Resulta que escuché el CD varias veces y, luego, le fui poniendo una nota a cada canción. Después, hice el promedio de las notas, y me dio 7.3, y decidí no redondear. La verdad es que la mayoría de las canciones tenían una calificación mayor a esa pero, al promediarlas con las otras, quedó ese valor.

En segundo lugar, decidí darle una estrellita a las canciones que me parecieron las más destacadas. A continuación, verán una estrellita verde al lado de las que yo considero que son muy buenas canciones, ya sea por la composición o la interpretación o ambas. Hay una estrellita dorada junto a las dos que más me gustaron. Incluí un breve comentario de cada una, sin hacer alusión a la interpretación de los artistas convocados, porque es acertada en cualquiera de los casos, si bien hay momentos individuales especialmente buenos.
Esta es la lista de canciones, con su respectiva duración:

1. “Otro Lugar” (Federico Salles) – 3:39  Una melodía agradable y sincera.

2. “Primeros Pasos” (Karina K) – 3:46  Su potencial estalla durante la segunda mitad.

3. “Jugar – Perder” (Ricky Bangueses) – 3:31

4. “Mi Voz” (Florencia Otero) – 3:02  Efectivas variaciones de potencia y tono.

5. “La Última Canción” (Vanesa Butera) – 3:59  La melodía encaja perfectamente con la atmósfera que se quiere transmitir.

6. “Dos Melodías, Parte 1” – 3:01 (Juan Manuel Besteiro)

7. “Del Dolor” (Gabriela Bevacqua) – 2:59  Una melodía muy atractiva, sostenida por un magnífico acompañamiento.

8. “Fantasmas” (Stella Maris Faggiano) – 3:26  Muy teatral.

9. “Bienvenido a Kournikova” (Germán Tripel) – 2:27

10. “Aunque descubras todo” (Rosana Laudani) – 2:48

11. “Defendeme” (Leo Bosio) – 3:17

12. “Mira lo Bueno” (Sofía González Gil y Francisco Ruiz Barlett) – 2:17

13. Bonus Track: “Antonia, el Helecho Deshecho” (Pablo José Ríos, con el Coro Nacional “Timbre 3”) – 2:38

La verdad es que no sabía que Francisco Ruiz Barlett era un compositor tan interesante, que no desentona para nada si lo comparamos con, por ejemplo, Hernán Matorra. Su trabajo discográfico es sumamente disfrutable, y se nota que hay compromiso detrás y, sobre todo, amor por el arte. No compone porque sí, indiscriminadamente. Me refiero a que no compone “en serie”, sino que trata de inyectarle a sus canciones algo de vida: ese (Algo más) del título. Esto no quiere decir que algunas de las canciones no puedan haberle surgido súbitamente, sino que trata de que el pentagrama tenga alma, y que la voz fluya a la par de los sentimientos.
Su acompañamiento armónico siempre sostiene bien a la melodía y se luce en varios casos, permitiéndole expandir la expresión artística.
Si bien no todas las canciones me terminaron de cerrar, se ve que hay búsqueda artística en muchos casos. Al componer, uno pasa por muchos estados anímicos, que permiten darle forma a una creación personal. Por eso, los que vemos el resultado terminado sin analizar el proceso no sabemos cómo contextualizar ciertas cosas, y tendemos a interpretarlas como queremos, algo central en el arte.
Al no estar en el contexto de un mismo musical, varias de las canciones de (Algo más) nos brindan la posibilidad de hacer nuestras propias interpretaciones. Por ejemplo, no sé bien a quién le habla Tripel en “Bienvenido a Kournikova” pero, por el estilo, yo me imaginé una escena con un hijo que se reencuentra después de muchos años con un padre que lo abandonó, pero sé que probablemente no se trate de un caso como este. Otro ejemplo, ¿cuál era el sueño que se le destruyó a Faggiano en “Fantasmas”? Uno más: ¿qué trata de decir la canción “Antonia, el Helecho Deshecho”?
Es curioso que el (Algo más) del título esté entre paréntesis. ¿Habrá sido una mera elección estética o quiere simbolizar algo? Tal vez, nos quiere introducir a un ámbito de intimidad y complicidad, o mostrar que se nos está por revelar algo que podría pasar desapercibido en primera instancia, o, como dije antes, simbolizar todo eso que las canciones tienen de trasfondo, su mismísimo corazón.

Como arreglador, Fran Ruiz Barlett tomó algunas decisiones interesantes, como durante el efectivo final de “Aunque descubras todo”.


En cuanto a las letras, son correctas, pero el fuerte de Ruiz Barlett está en la música (y en la interpretación, aunque breve, durante “Mira lo bueno”). No se propone una renovación en cuanto a los temas de las canciones: la mayoría se trata de amores conflictivos. No estoy diciendo que el tema esté mal tratado, sino que remarco que, en general, se gira alrededor de problemas de pareja. Hay tramos donde Ruiz Barlett hace una aproximación a ese concepto desde costados más atractivos. Por ejemplo, me gustó la idea para la canción “Defendeme”.
Igual, hay un par de momentos donde el compositor se despega de esa línea y trata otros temas, como en la intensa “Fantasmas” y la simpática “Mira lo bueno” (y, claro, “Antonia, el Helecho Deshecho”).
Fue un acierto no buscar la expresión poética rebuscada, porque le saca pretensión al disco, y hace que algunas de las emociones sean más creíbles (si bien no sabemos si, bien usada, le hubiera sumado intensidad en algunos casos). No hay una renovación poética, y eso le da sinceridad a lo que se dice.
Sin embargo, se utilizan recursos del género lírico. Como siempre sucede con algo tan subjetivo, algunos me gustaron más que otros. Les doy un ejemplo de los dos en una misma canción (“La última Canción”): no me gustó la imagen sensorial “olor a soledad”, pero sí la idea de no poder creerle a las lágrimas (personificación).

En cuanto a lo interpretativo, este CD es prácticamente inobjetable. Ruiz Barlett supo rodearse de excelentes artistas para interpretar sus canciones. Al haber transitado el género del teatro musical, saben cómo contar una historia con una canción y transmitir sentimientos y sensaciones a través de su voz.

Por otra parte, Ruiz Barlett es un gran músico, y esto se puede apreciar en el disco, porque es él quien toca el acompañamiento instrumental en las canciones, con notable habilidad expresiva.
La calidad del sonido es realmente muy buena. La grabación y masterización estuvo a cargo de Joaquín Rosson (Conde Estudio).

Tengo que decir que el CD me pareció demasiado corto (en total, dura 40 minutos y 50 segundos), y que me dejó con ganas de más. Parece que habrá un segundo disco pero, al margen de esto, sigue siendo muy poco tiempo para un CD que sale $90. Para ajustarse a ese precio, tendría que haber tenido algunas canciones más. De todas formas, cuando uno tiene en cuenta que el 50% del valor será donado a la Fundación Si (www.fundacionsi.org.ar), comprende que en realidad está pagando un monto razonable por el disco (la mitad) y que, con el resto, está colaborando con una buena causa.

Además, la presentación es muy buena, y viene con un librito con fotos de los artistas, realizadas con el profesionalismo de siempre por Fuentes2Fernández (www.facebook.com/Fuentes2FernandezFotografias). Por cierto, estos fotógrafos también alcanzaron concretar un proyecto a través de Panal de Ideas: http://panaldeideas.com/proyectos/pequenos-gestos-cambian-el-mundo-calendario-2014/.

En cuanto a la presencia de la manzana verde en las fotos, todo parece indicar que se trata de una forma de representar el corazón de cada artista. Un corazón vulnerable, expuesto a la intemperie.

En fin, ¡recomiendo este disco!
¿Dónde se puede conseguir?

*En Kik.bol.cheinch, en la galería del Teatro Apolo (Av. Corrientes 1372), bajando las escaleras y yendo hacia la derecha. Ahí lo compré yo, a $90.

*Por Mercado Libre, a $89, aunque, al menos por ahora, figura como “Publicación finalizada”.

*El miércoles 11 de diciembre, a las 20:30 hs., en La Oreja Negra (Uriarte 1271), se va a estar presentando el disco. Las entradas ya están en venta, desde $80. No sé a qué precio se va a vender el disco en la presentación.
Podés reservar tu entrada con 25% de descuento acá: http://www.atrapalo.com.ar/entradas/francisco-ruiz-barlett_e86968/

*Aparentemente, en el Teatro Ópalo (el sábado había un cartel que decía que se vendía ahí). La dirección es Junín 380. Por las dudas, antes de ir, les conviene mandar un mail a elopaloteatro@gmail.com, preguntando.

Twitter: @Franruizbarlett


Más información:
Diseño gráfico: Martín Bayne
Fotografía: Victoria Médici
Producción: Francisco Ruiz Barlett

Productores adjuntos: Germán Curetti, Yasmin Ascaso y Estanislao Auriemma