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lunes, 6 de octubre de 2014

Crítica de "Hora y Cuarto" de Mariano Taccagni y Javier López del Carril

Categoría: INFANTIL/JUVENIL

Crítica de Hora y Cuarto

Buenos Aires, Argentina
Temporada 2014 (Centro Cultural Borges)

Nivel: 7 /8
(Faltan 2 obras para completar el grupo de 3)


¿De qué se trata?: De la tensa hora y cuarto previa a una función. Una parodia a los entretelones del mundo del teatro musical hecha por jóvenes intérpretes (entre 8 y 19 años).

El punto fuerte de la obra: la coreografía de Milagros Michael.
Además de ser una buena bailarina, Michael es una destacada coreógrafa, al menos para manejar elencos infanto-juveniles. En Hora y cuarto, trabajó con movimientos disociados y amalgamó los estilos de danza jazz y hip hop.
La respuesta del elenco es óptima, y se nota que los intérpretes se han formado en baile. Realmente me sorprendió el primer cuadro por su limpieza (como luego remarca uno de los personajes). Las coreografías son bastante exigentes y requieren de concentración, porque los pasos cambian con rapidez. Sin embargo, los chicos no tienen problemas con ellas, no miran al piso y casi siempre logran un alto grado de coordinación. Otro desafío que sumó Michael fue el del planteo coreográfico en varios planos, que obliga a todos a tomar consciencia de la totalidad del espacio escénico (por eso sirve tanto a nivel pedagógico). Entonces, ya desde el vamos, la obra me emocionó porque en los primeros cinco minutos percibí el talento que tenía delante. Por supuesto, hay que seguir desarrollándolo (en algunos casos, con más esfuerzo que en otros). Sin embargo, en líneas generales, esta Compañía de Teatro Musical Juvenil está a un nivel superior que otros grupos no juveniles (y que ciertos supuestos artistas con su nombre destacado en una marquesina de un teatro comercial).

viernes, 16 de mayo de 2014

Crítica de "A' Nonna Filomena", de Carina Nalin, con canciones italianas

Categoría: OBRA MUSICAL

Crítica de A’ Nonna Filomena,
un musical ni de acá ni de allá

Buenos Aires, Argentina.
Temporada 2014 (Centro Cultural Borges – Sala Piazzola).

Calificación: /10

ATENCIÓN: DOMINGO 18 DE MAYO NO HAY FUNCIÓN


Di cosa si tratta?: Una pareja italiana debe inmigrar hacia Buenos Aires. Unos años después, Filomena se sigue debatiendo entre el hecho de “no ser ni de acá ni de allá”.

El punto fuerte de la obra: la calidad vocal de los intérpretes.
Esto se evidencia particularmente porque deben abordar canzonettas muy instaladas en el imaginario popular (recordadas en las voces de cantantes italianos gigantes), y salen airosos. Así que, si tengo que definir en una frase a A’ Nonna Filomena diría: “se hizo un buen casting”, y esto ya marca la diferencia con un número significante de propuestas.
La segunda sorpresa que me encontré es que el sonido estuvo a la altura de las circunstancias en una sala que se caracteriza por todo lo contrario. No sé quién habrá sido el que tuvo que hacer magia con el equipamiento del Auditorio Ástor Piazzola, pero lo felicito, porque logró remontar rápidamente la situación menos favorable de los primeros minutos.

 Está claro que se priorizó la música por sobre el texto, pero las canciones tienen una función narrativa y le dan consistencia al concepto que se quiere desplegar. Así, nos muestran que los protagonistas no han perdido ni reprimido su esencia italiana, sino que tratan de proyectarla en el país que los acogió. Cantan en italiano cuando deben demostrar emociones más profundas, como el amor, la melancolía o durante una disputa. Es ahí donde aflora su bagaje cultural y su concepción del mundo, y donde demuestran que, a pesar de que están en una tierra extraña, no se despojan de su esencia.
Claro, tampoco pierden su optimismo y entusiasmo. Salvo por el personaje de Carina Nalin (Filomena), que dejó su alma Italia y no quiere saber nada con que venga a reunirse con ella en Buenos Aires. Probablemente sea por una cuestión generacional. Es evidente que decidir ir a vivir a otro país es muy distinto de tener que abandonar a la fuerza el lugar que uno ama (y a la gente que quiere) y llegar a otro con códigos distintos. El movimiento inmigratorio estuvo plagado de tristeza; no fue ningún viaje de placer. Menos todavía para quienes, a diferencia de la protagonista, tuvieron que hacinarse en conventillos.

El libro de la propia Nalin nos hace reflexionar sobre esta cuestión y sus derivados: por ejemplo, criar a una hija con costumbres italianas pero tener que aceptar que viva en permanente contacto con tradiciones argentinas. Pero lo más destacable de la escritura de Nalin es el humor cándido del que dota a la pieza. Esto hace que pueda ser disfrutada por toda la familia. Por eso, pueden llevar a los chicos a partir de los 9 años aproximadamente a ver esta obra con toda seguridad. Sobre todo, para que aprendan un poco de lo que posiblemente sea parte de sus raíces (como ya recomendé para el caso de Tanguito Mío). Como ya es sabido, un altísimo porcentaje de los argentinos descendemos de italianos. En un mundo tan globalizado, es positivo no perder rastro de nuestra identidad.
En la obra se puede apreciar parte del legado que nos dejaron nuestro amigos del Mediterráneo: la alegría (idea central de la coreografía de Mariana Zourarakis), la tenacidad para el trabajo y, lo más importante, el valor por la familia. Ah, sí, y las pastas de los domingos al mediodía.

 En este caso, no voy a hablar de cada uno de los miembros del elenco porque, como dije anteriormente, todos tienen un nivel homogéneo. Ellos son Carina Nalin, Nicolás Manservigi, Mariuchi Elena, Karina Novelli, Lucila Rocca, Ramiro García Miramón, Diego Cáceres y Magalí Zato. Se ven favorecidos por el dinamismo del libro, que va alternando en quién se focaliza cada escena. Saben cómo plantarse y comparten un mismo registro para la comedia.

 La selección de canciones apela a lo emotivo y a la celebración de algunos hits inmortales. Sin embargo, quisiera resaltar la inclusión de “En blanco y negro (Buenos Aires)”, de Silvina Garré, que siempre me conmueve. En esta ocasión, está interpretada por Mariuchi Elena. Los arreglos musicales son de Hernán Valencia (buena idea la de la última canción).

En cuanto a la dirección y puesta en escena de Andrés Sahade, debo decir que la obra es una de las más prolijas que vi últimamente. La puesta se ve enriquecida por el armonioso diseño de video de Darwin Flores y Rocío Casas, que recrean los distintos decorados, muestran imágenes atinadamente y sostienen un buen código visual, con varias ideas para rescatar.
La escenografía de Mariana Cavilli completa la ambientación, con unos pocos elementos que van poniendo y sacando dos asistentes de escenario, y que ayudan al desarrollo de la acción dramática.
La iluminación de Magdalena Berreta Miguez resalta el clima que se genera durante cada canción. El vestuario de Agustina Gonzalez usa una linda gama de colores y respeta el período.

Una vez conocí a un italiano que le dijo a otro, en su idioma, “Mejor hablemos en italiano, así él no nos puede entender” (con ‘él’ refería a mí). Yo les advertí inmediatamente: “Italian is very similar to Spanish”, porque capté lo que estaba diciendo. ¿A dónde quiero llegar? A que no necesitan saber italiano para disfrutar de A’ Nonna Filomena un domingo a las 16 hs. Después de las pastas sagradas del mediodía, obviamente.

En resumen: Un musical que nos recuerda nuestras raíces al abrazarnos con las canzonettas que disfrutaban y bailaban nuestros antepasados italianos, celebrando su legado y su importancia en nuestra configuración cultural actual. El elenco es homogéneo y tiene un buen nivel vocal.

¿Qué podemos aprender de esta obra?: Que el acompañamiento multimedial puede ofrecer posibilidades para enriquecer la historia cuando es usado con creatividad.


Más información:
Dirección: Carina Nalin
Asistente de dirección: Mariana Zourarakis
Stage manager: Mayra Soto
Asistentes de escenario: Eliana Saihueque y Mariano Madrazo
Producción ejecutiva: Sandra Paradiso
Prensa: Marcelo Boccia y Lionel Narinsky para MBoccia RP
Fotografía: Fuentes Fernández
facebook.com/anonnafilomena

Teatro: Centro Cultural Borges – Sala Piazzola (Viamonte 525, esq. San Martín) – Teléfono: 5 555-5359
Funciones: domingo a las 16 hs.
Precio de las entradas:

Duración: 1 hora y 10 minutos

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Crítica de "Esgarabal, es una sensación distinta", de Ricky Pashkus (libro), Gonzalo Demaría (letras) y Gaby Goldman (música)

Categoría: MUSICAL JUVENIL

Crítica de Esgarabal, es una sensación distinta

Buenos Aires, Argentina.
Temporada 2013 (Centro Cultural Borges).

Calificación: 7/10


¿De qué se trata?: Del detrás de escena de una obra musical, desde el ensayo hasta el estreno, desde el punto de vista de una compañía juvenil.

El punto fuerte de la obra: el diseño coreográfico de Mariano Botindari, Lucila De Stéfano, Milagros Michael, Diego Hodara y Leandro Bassano, todos ellos experimentados y muy buenos profesionales.
El hecho es que Esgarabal adquiere un vuelo especial cuando sus jóvenes intérpretes transmiten a partir de coreografías. La expresión corporal se vuelve, entonces, un arma fundamental que todos los integrantes del elenco dominan.
Es notorio el trabajo en equipo, dado que las coreografías no se verían tan bien si no se hicieran en conjunto. Por eso, los coreógrafos comprendieron la importancia del mensaje que había que transmitir: Esgarabal (una obra dentro de la obra) sólo se puede lograr cuando se integran los “mambos” individuales, para lograr un “mambo propio” (como nos dice el slogan). Una de las ideas que se desarrollan es, entonces, que son las diferencias entre las potencialidades de los artistas las que logran el resultado buscado.
Por esta razón, el director Leandro Bassano pautó momentos donde sale a la luz la personalidad propia a través de la improvisación (más que nada, gestual). Corre por cuenta de cada uno de los chicos aprovecharlo (algunos demuestran ser histriónicos), dado que el texto es breve y no hay otra forma de lograr que cada uno se sienta individualizado dentro de un grupo grande si no es realmente adoptando un personaje y sosteniéndolo más allá del parlamento.
Otra cosa que noté de las coreografías es el continuo pasaje de los movimientos lentos y delicados a los movimientos bruscos. Mayormente, esto acompaña la explosión juvenil, la manifestación repentina de la energía acumulada.

A las casi omnipresentes coreografías se suma el desafío de cantar en vivo al mismo tiempo que se baila. Es ahí donde entra la tarea de Fernanda Martínez Mina, la coach vocal, que tuvo que unir todas las muchas voces (además de entrenar a chicos que no tenían su fuerte en el canto) y trabajar con armonías. Además, dispone de sólo 10 micrófonos, y los chicos son 19. El juego de voces se destaca en el atractivo número “Esgarabal, es una sensación distinta”. El resultado vocal general es digno, aunque con algunos miembros del elenco que están claramente por encima de otros en esta disciplina.

En cuanto al libro (de Ricky Pashkus, director del Proyecto Educativo), Esgarabal es un musical conceptual, porque no se desarrolla una trama en forma definida, sino que se hace a través de cuadros aislados (y diálogos aislados), que tratan de transmitir un mismo concepto. Lo aclaro porque algunos espectadores que no conocen este tipo de musicales quedaron desconcertados. En realidad, si bien lo que se quieren mostrar son los entretelones de una obra (las audiciones, los ensayos y el estreno; es decir, se representa al teatro dentro del teatro), hay dos conceptos que son importantes y recurrentes:
1. La no discriminación (los personajes de Esgarabal se ríen de ellos mismos, y de lo que los hace únicos y los diversifica). Esto va unido a la idea de que todos tienen derecho a expresarse a través del arte, sin prejuicios.
2. El teatro está lleno de competencia, y hay que trabajar para llegar a ser bueno.

También, hay guiños al mundo de los musicales (como las referencias al ensamble o a los compositores que incluyen muchas palabras por compás).
Las letras de Gonzalo Demaría van de la mano de los conceptos que expliqué y tratan de hacer referencia a un universo delirante y a diversos musicales.
La simpática música de Gaby Goldman es difícil de encasillar en un solo estilo. Algunas melodías son pegadizas.

Pablo Battaglia, desde el vestuario, también ayudó a los chicos a encontrar su “mambo propio”, porque le dio a cada uno una prenda distintiva, de acuerdo con su personalidad. Hay que recalcar que, cuando los chicos se sacan estas prendas y quedan todos vestidos de la misma forma, están simbolizando la unión que les brinda el hecho de estar todos juntos en el escenario, funcionando como una compañía, donde ninguno tiene privilegios, y se entregan despojados al arte.

El diseño de luces de David Seldes es correcto (sobre todo, en la variación en el tono durante la escena donde los artistas “entregan su corazón”), teniendo en cuenta que la sala Astor Piazzola del Centro Cultural Borges no cuenta con un amplio equipamiento lumínico. Las transiciones resultan un tanto abruptas.

Se debería ajustar el sonido en las sucesivas funciones (quedan 2), por respeto a los chicos que están en escena (y a su trabajo previo) y deben esforzarse para ser escuchados.

Por último, Leandro Bassano (el director) demuestra su compromiso con la docencia, al asumir el desafío de dirigir a 19 adolescentes; la mayoría, debutantes. Valoro su determinación por darle la posibilidad de pasar por el escenario a tantos chicos. Él es el motor de Esgarabal, dado que se encargó de reunir a todos sus gestores para poder hacer esta nueva versión.

En resumen: Esgarabal, un musical conceptual que habla de cómo se gesta, precisamente, un musical, funciona como una vidriera de talento joven. Su numeroso elenco se destaca en las coreografías en conjunto, a las que les imprimen energía. Se nota, detrás de ellos, la dedicación de su director Leandro Bassano.


Más información:
Pueden leer la nota que le hice a dos actrices del elenco: Camila Martin y Ailén Kazakevich (a propósito, la primera tiene una interesante presencia escénica y un muy buen dominio vocal y la segunda está afianzada en el baile y en la expresión gestual)... parte 1 y parte 2.

Foto: https://www.facebook.com/pages/Esgarabal-es-una-sensación-distinta/

Director: Leandro Bassano.
Elenco: Delfina Arrizabalaga, Juan José Araya, Rocío Caldés, Celeste Dondero, Vicky Goldstein, Luca Calaterra, Celeste Condoleo, Nicolás Di Pace, Federico Ferreyra, Ezequiel Giannoni, Ailén Kazakevich, Franco Rau, Anabella Reggi, Gala Schneider, Facundo Ullúa, Max Romero, Camila Martin, Jeremías Sapire, Triana Pena
Teatro: Centro Cultural Borges (Viamonte 525, esq. San Martín).
Duración: 40 minutos (observación intrascendente: esta obra del Proyecto Educativo de Ricky Pashkus justo dura como una hora de clase).
Funciones: el sábado 21 y el 28 de este mes, a las 16 hs.
Precio de las entradas: $60, $70 y $80.
Promoción: 2x1 con Club La Nación.

Nota: Para la calificación, tomé en cuenta que la obra entra dentro de la categoría “juvenil”, y se mide con otros parámetros que las obras destinadas a adultos. Por esto, su nota no es comparable con las de los musicales del ranking normal.

viernes, 30 de agosto de 2013

Entrevista a dos actrices de "Esgarabal" - Parte 2: musicales en general


Esgarabal se presentará los sábados de septiembre, a las 16 hs., en el Centro Cultural Borges (Viamonte 525). Las entradas van desde los $60 hasta los $80, y se pueden conseguir en el teatro o en http://www.plateanet.com/Obras/esgarabal.


E.C.M.: ¿Qué musical vieron últimamente en Buenos Aires que les haya gustado?
Ailu: De gira en la Farruka y Destinados. Si bien me encanta lo comercial, me parece que el under es el mejor lugar para que se destaquen los artistas. Ahí ponen y transmiten todo. Hay mucho esfuerzo y cada uno busca contribuir. En, De gira en la Farruka, las luces y el maquillaje son importantes, y ayudan a los actores a meterse en personaje. Yo pensaba en lo difícil que debe ser ensayar sin eso.

E.C.M.: Además, los actores del off trabajan de otra manera porque no lo hacen principalmente por la plata, sino por el gusto por su arte.
Cami: El proceso es diferente. Si lo necesita, un actor barre el piso. A mí me gustaron mucho Más de 100 mentiras, Código de silencio, El Principito, Casi Normales, Mágico Rock y Tango Feroz.
Ailu: Tango Feroz me encantó. Recomiendo también Con Nombre Propio III [miércoles, a las 20:30, en La Oreja Negra]. Son artistas de comedia musical desnudos porque ya no están en el marco de una obra, sino entregando su canción, lo que piensan y lo que sienten.
Cami: En el teatro comercial, juega mucho la imagen del artista, más allá de la obra. Por ejemplo, en Tango Feroz, había nenas de 11 años que la iban a ver porque estaba Fernando Dente y se encontraban con desnudos [integrales]. Fuera de lo musical, me encantó Chicos católicos, que escribió Nicolás Maiques. La remaron para alcanzar el éxito que tienen.
Ailu: También vale la pena recomendar Insomnio Recargado [dirigida por Ricky Pashkus y presentada en el Centro Cultural Borges, los domingos a las 16:30], con una compañía con chicos talentosos de 8 a 20 años, y renovada con respecto a la versión del año pasado.

E.C.M.: Además, van a salir la película. ¿A qué famoso que no sea del ambiente del palo lo ven trabajando en un musical y haciendo un muy buen papel? Por ejemplo, ¿a Adriana Aguirre? (Risas)
Ailu: A Nicolás Vásquez, que de hecho va a hacer Sobre el arcoiris, con Karina K, dirigidos por Ricky Pashkus. Va a ser un musicalazo. Me gustaría destacar a Pablo Martínez y a Flor Benítez [ambos en Borracho, un after musical], un gran talento, en esa línea. Natalie Pérez la rompió en Camila. El contacto con la gente cambia todo [para los actores televisivos].
Cami: Otro ejemplo es Daniela Pantano, que canta y baila muy bien, y estuvo en bailando en la tele, en un programa de Ideas del Sur.

E.C.M.: Sería interesante que se de también la transición de artistas del teatro a la televisión (sin que abandonen la actividad teatral). En algunos casos, sucede, pero no es muy frecuente.
Cami: Son dos técnicas totalmente diferentes. Por ejemplo, Francella es un actorazo con distintas facetas, como mostró en El joven Frankenstein y El secreto de sus ojos.
Ailu: Laura Esquivel sufrió muchos prejuicios por “Patito Feo”, y sin embargo hoy la rompe en Los Locos Addams.

E.C.M.: ¿Cuál es el peor musical que vieron, en el teatro o en película, local o extranjero? Por ejemplo, a mí no me gusta ni Grease 2 ni Xanadu (me refiero a la película; no a la versión teatral; igual la música es buena).
Ailu: Algunos musicales de Disney para T.V., que tienen coreos increíbles pero una historia muy infantil.
Cami: High School Musical era mala, pero cuando la hicieron en Argentina la mejoraron un montón y fue muy buena.

E.C.M.: ¿Cuáles son algunos de sus musicales favoritos?
Ailu: Chicago, All That Jazz y Hairspray (para mí, la versión argentina fue de las mejores obras que se hicieron acá).
Cami: Casi normales, Los miserables, Hairspray (un antes y un después para que me decidiera a querer trabajar en comedias musicales).

E.C.M.: Para mí, la puesta de Hairspray local mejoró la de Broadway en varios aspectos.
Ailu: Según vi en videos, la puesta de Despertar de Primavera de acá fue también mejor a la original, por la fuerza argentina.
Cami: Otro ejemplo es el de Casi normales. Creo que el elenco argentino no tiene nada que envidiarle al de Broadway.

E.C.M.: Coincido con que, en esos dos casos, hay cosas que se trabajaron en forma más interesante en Argentina. De hecho, algunos criticaron a Alice Ripley (la Diana original de Next to Normal) porque se comentaba que había bajado la calidad de su interpretación y dicción con el correr de las funciones. La verdad, no sé si es verdad.
Ailu: Tengo entendido que ellos [en Broadway] hacen el ensayo como una pasada más, mientras en la Argentina se vive al palo.
Cami: Para mí, sólo se debería marcar en los primeros ensayos. Si no, es muy difícil medir la energía cuando uno está en el escenario.
Ailu: Ricky siempre dice que el artista tiene que aprovechar el tiempo. Si lo tenés, ¿por qué estás marcando?

E.C.M.: ¿Qué piensan de los libretos con indicaciones directas de la puesta de Broadway, que deben respetarse a rajatabla para mantener la calidad global del espectáculo, como sucedió con El Fantasma de la Ópera?
Cami: Debe ser muy difícil preocuparse por ser exactos a lo que se pide, además de cantar, bailar y actuar.
Ailu: Yo fui a la audición de La novicia rebelde. Estaba audicionando para el papel de una chica de 12, y cumplía 13 ese día. Yo soy alta, entonces, apenas me midieron, me dijeron que no, porque estaban buscando tal cual la misma medida que la chica que lo había hecho en Broadway. No llegué a terminar de cantar ni una frase. Pero, por otra parte, cuando vi La Bella y la Bestia, no podía creer el despliegue.

E.C.M.: ¿Qué canciones les gustaría interpretar en un escenario?
Cami: “El tango del pabellón” (Chicago), “Cabaret”, “Superboy y la chica invisible”, “Luz”, “Sin las montañas” (estas tres últimas son de Casi Normales) y “Tócame” (Despertar de Primavera).
Ailu: “Cabaret”, “Todo lo malo se va” (Casi Normales), “La oscura verdad”, “Esta puta vida” y “Tócame” (Despertar de Primavera). Me gustan las canciones con mucha fuerza.

E.C.M.: Además, la fuerza bien usada expresa mucho. En cuanto a “Cabaret”, no sé como lo trabajaron en el estudio, pero es una canción muy interesante desde lo interpretativo. Juega constantemente con lo que se dice y lo que se sugiere, y la contradicción entre estas dos cosas. Muestra la miseria detrás de la aparente felicidad y el tono modula (sutilmente, según la interpretación) sobre el final de la canción (hay una especia de quiebre en Sally).
Cami: Sí, es muy difícil. Hay mucha gente que la canta “linda”. Por ejemplo, no es lo mismo cuando Liza Minelli la canta que cuando la canta y la actúa. Veamos, por ejemplo, la versión de Karina K. La rompe.
Ailu: Te das cuenta [de lo importante de cantar actuando] cuando los artistas desafinan y, sin embargo transmiten.
Cami: Como cuando Alejandro Paker seguía cantando en Casi normales, aunque se le cayeran los mocos. Explicame eso. O Marisol Otero en Mamma Mia! ¡Lloraba! ¿Cómo cantás así? Tenés que cantar desde el personaje y no siempre desde la técnica. Lo importante es sentirlo.

E.C.M.: ¿Qué musical les gustaría que se hiciera en Argentina?
Cami y Ailu: Wicked, Newsies y Billy Elliot.

E.C.M.: ¿Cuáles son sus referentes del ambiente?
Cami: Karina K, como intérprete, y Déborah Turza. También, Elena Roger.
Ailu: Va a sonar raro, pero Florencia Peña, porque no es una cantante, y yo tampoco. Veo que busca el canto y el baile desde lo actoral. Está buenísimo que uno sepa hacer las tres cosas, pero a veces uno tiene que ir buscando.
Cami: Como Julia Calvo.
Ailu: Me encanta Cecilia Milone. Tiene su estilo propio. ¡Su “mambo propio”! Su voz es grande y se la banca, y te la canta como una HDP. También, Josefina Scaglione, pero no es un referente porque sería apuntar demasiado alto.

Entrevista a dos actrices de "Esgarabal" - Parte 1: la obra


Esta es la transcripción de una entrevista que mantuve con dos de las integrantes del nuevo proyecto musical de Ricky Pashkus y Gaby Goldman, con dirección de Leandro Bassano: Esgarabal. Las actrices Camila Martin (18 años) y Ailén Kazakevich (16) debutan en el teatro comercial, y expresaron todo su entusiasmo por el proyecto en una charla muy divertida. Como la nota fue extensa, decidí dividirla en dos partes (por suerte en un blog se puede hacer esto, mientras que un diario habría seguir editando): una con las preguntas que tienen que ver con la obra y otra con lo referido al teatro musical en general. Quiero agradecerles a las chicas por su buena predisposición, y a Leandro Bassano por hacer posible esta entrevista.


Esgarabal se presentará los sábados de septiembre, a las 16 hs., en el Centro Cultural Borges (Viamonte 525). Las entradas van desde los $60 hasta los $80, y se pueden conseguir en el teatro o en http://www.plateanet.com/Obras/esgarabal.


E.C.M.: ¿Qué es eso de tener “un mambo propio”, que es uno de los slogans de Esgarabal?
Cami: El mambo propio serían las diferentes energías de cada uno. Esos mambos se van juntando y se hacen uno, que hace que Esgarabal sea una especie de locura.
Ailu: Cada uno de nosotros tiene una característica, y cuando nos juntamos todos se genera “una sensación distinta” (el otro slogan de la obra). Todos somos diferentes, pero unidos podemos hacer algo más grande.
Cami: Claro, es el conjunto de las energías de cada uno. Por ejemplo, yo ya soy un mambo, y mi mambo propio es jugármela en la profesión, entrenar, estar a mil por hora todo el tiempo, y eso después ponerlo en la obra.

E.C.M: ¿Cómo compusieron a los personajes? ¿Tienen mucho de ustedes? Sé que mantienen sus nombres.
Ailu: Nosotros empezamos a jugar con los personajes desde lo nuestro. No fue que dijimos “quiero ser esa” de entrada. Somos nosotros, y a muchos nos cuesta decir “yo soy así”, porque es difícil reconocerlo. Llevamos nuestras características al extremo para que se entienda mejor. Uno adentro tiene un montón de cosas, y en la vida no anda transmitiendo todo. En el escenario, en cambio, se puede mostrar todo lo que uno es.
Cami: Es extremar lo que socialmente no está tan bien visto.

E.C.M.: ¿Cual es tu mambo propio, Ailu?
Ailu: Para mí, tiene que ver con que no paro un segundo, voy al colegio, y enseguida voy a ensayar… También, hay algo mío que es bastante oscuro.
Cami: Sos selectiva.
Ailu: Sí. Me puedo reír de todo, pero también puedo enojarme y no hablarte más. Yo creo que son las dos cosas. Uno es el mambo de no parar un minuto, aunque estoy en un grupo donde somos todos así. Nos juntamos a ensayar y pasamos de una cosa a la otra. Y el otro es lo relacionado con mi persona: tal vez socialmente todo es una sonrisa pero adentro te quiero matar, ¿entendés?
Cami: Cabe destacar que igualmente es una compañía donde la mayoría son adolescentes, y es una etapa donde también todo es un mambo, así que no todo se puede describir al 100%. Por ejemplo, yo tengo 18, y Ailu tiene 16, y la mayoría ronda esa edad. Después está Triana, que tiene 13. Entonces, vos le podés preguntar a Triana “¿Cuál es tu mambo propio?”, y es totalmente distinto al que puedo llegar a tener yo. Esas son las diferentes energías que se ven. Al ser una compañía juvenil, el quilombo, la excitación, la ansiedad y la adrenalina están siempre presentes.
Ailu: Y la energía adolescente que uno siempre busca a esta edad.
Cami: Frescura.

E.C.M.: ¿Vos vas a la universidad, Cami?
Cami: Sí, estudio, aparte de comedia musical, en una facultad para ingresar a la carrera de locución.

E.C.M.: ¿Cómo compatibilizan el estudio con el trabajo en la obra?
Cami: Para mí, todo lleva más o menos al mismo lugar. Yo creo que el objetivo principal que tiene un locutor es transmitir. Para el artista, lo mismo. Estudio estas dos carreras porque siento que necesito expresarme, comunicar, dar a entender y poder expresar lo que siento. A lo mejor me cuesta hablarlo o no, pero siento que de esa forma me libero mucho más. Digamos que mis facetas están bastante ligadas; son del mismo ambiente. Trato de hacerme un lugar para todo, porque curso a la mañana y ahora voy a cursar a la noche para no perderme las clases. Pero estamos a full, de domingo a domingo, y sin feriados.
Ailu: Yo no estoy todavía estudiando una carrera. Voy al colegio, donde tengo la careta de la vida social, en la que no tenés que transmitir nada. Uno no puede entrar al colegio con la locura con la que entra al estudio de danza. Yo entro al estudio de danza y me libero. Parece como cuando sueltan a las vacas, que van corriendo. En el colegio tengo que mostrarme más tranquila, si bien no soy de las que estudian.
Cami: Uno tiene que seguir una línea. No como una falsedad, pero para pertenecer a un grupo. Los temas de conversación que podemos llegar a tener nosotros, no los podés tirar en un lugar que es nada que ver.
Ailu: Aparte, vivimos en una sociedad (va a ser raro lo que voy a decir), y uno se tiene que adaptar a las personas que están alrededor. Por eso, a mí me encanta la Sociología, para ver cómo las personas se fueron adaptando, y me gustaría poder pasar eso al escenario.

E.C.M.: En musicales como All That Jazz y Calle 42 se ve a los artistas sufriendo en los ensayos. ¿Esto es así en su compañía?
Ailu: Y, últimamente… (Risas)
Cami: Nunca la pasamos mal, pero sí es difícil, porque al ser muchos adolescentes es un quilombo, y hay que tener límites. Y los más grandes también nos sumamos.
Ailu: Aparte no hay mucha diferencia de edades.
Cami: Ensayamos a full sábado, domingo y lunes. Sábado y domingo a la mañana.
Ailu: O sea, ninguno sale, y eso que somos adolescentes.
Cami: Digamos que te tiene que gustar, porque es un sacrificio. Para llegar este fin de semana al Borges a las 9 a.m. me tengo que levantar a las 6 a.m., porque vivo a dos horas de viaje y soy relenta una vez que me levanto. No tenemos feriados, no salimos los viernes, ni los sábados, ni los domingos. Y en los ensayos, a veces nos retan.
Ailu: Hay mucho que no paran de hacer chistes.
Cami: Aparte el espectáculo tiene que salir bien, y está en juego el nombre de un montón de personas del ambiente.

E.C.M.: Por supuesto. No es una muestra.
Cami: Claro, si en una muestra vos tocás el charango mal, tus papá te van a aplaudir igual, pero acá es otra cosa. Tenemos un público que no nos conoce, y pesa la responsabilidad de saber que, si uno lo hace mal, no lo van a ir a ver o va a quedar mal o se va a dedicar a otra cosa.
Ailu: El director [Leandro Bassano] siempre puso límites cuando los tenía que poner, y también supo dejar momentos para dispersarnos y crear, porque estamos creando todo el tiempo. Aunque, sí, en estos últimos momentos estamos todos casi llorando en los ensayos.
Cami: Ansiosos.
Ailu: Pero lloramos por la locura de la perfección, diciendo “¡No puedo creer que esto no me salga!”.
Cami: Nos tocó trabajar con coreógrafos invitados muy profesionales, y tenés que poner cara de que te las sabés todas. Por ejemplo, no puedo estar jodiendo con  el tiempo de Mariano Botindari.
Ailu: Además, viene a darnos una mano.
Cami: Creo que no se les pagó, son amigos del equipo creativo, igual que Milagros Michael, Diego Hodara, Lucila De Stéfano. ¡Y el maestro Gaby Goldman! Vino a un montón de ensayos y es la palabra suprema: es SU música.

E.C.M.: Entonces ustedes están haciendo un workshop, adecuando el material y explorándolo.
Cami: Sí, totalmente. El Esgarabal de 2013 es una versión siglo XXI. No tiene nada que ver con el original. Hasta la música tiene arreglos nuevos que Gaby adecuó para nosotros. Leandro [Bassano, el director] lo modificó todo. Originalmente, “Esgarabal” se hizo en la materia “Composición coreográfica” del IUNA, así que fue casi una excusa, y se le dio la mayor importancia a la danza. El vestuario era muy negro…
Ailu: Salvo dos o tres, eran bailarines que cantaban. Lo que se trató de hacer en la nueva versión fue buscar quienes tienen más facilidad para el canto y quiénes para el baile, y complementarlos.
Cami: Aparte, al hacerlo con un elenco más joven, se le da otro sentido a las temáticas que se tocan. A la altura a la que estamos, no diría que son fuertes, pero se trata, por ejemplo, la temática del gay y el prejuicio de que las bailarinas son todas putas. No es un infantil.
Ailu: Pero está bueno porque transmitimos lo que nos pasa.

E.C.M.: Además, me imagino que buscan la comprensión de los padres que asistan, como pasó en su momento con Despertar de Primavera.
Ailu: Totalmente. Hay muchos varones que tratan de mostrar que esto es lo que les gusta y no jugar a la pelota.
Cami: Es difícil decirle a tu papá que querés estudiar arte. Depende de vos que te lo tomes en serio. Yo en la secundaria era recontra traga. Era abanderada y me enojaba cuando me sacaba 7. Vos esperás que se siga una línea, y que una persona con ese rendimiento estudie una carrera universitaria: medicina, abogacía… Por suerte mis papás siempre me apoyaron. Paralelamente, al gustarme la locución, yo sentía que tenía que seguir con eso, que es una carrera terciaria. Pero es muy difícil trabajar en este medio. Uno de los temas de la obra es la competencia, y la mirada del otro.
Ailu: En realidad, eso te pasa en todos los ámbitos. Uno siempre quiere conseguir el trabajo.

E.C.M.: Teniendo coreógrafos tan importantes, me imagino que el baile no estará puesto al azar dentro de la historia, y que aparecerá con sutilezas. Para mí, el musical que mejor integró el baile a la historia fue Amor sin Barreras (West Side Story), frente a muchos otros donde los bailes eran arbitrarios. ¿Ustedes también tratan de expresarse con el cuerpo al bailar?
Ailu: No hay parte de la obra que no tenga música, prácticamente. Hasta el texto tiene música de fondo. Bailar es siempre una excusa. Hay veces que estamos parados y no te vas a dar cuenta de cuándo cantamos, cuándo bailamos y cuándo actuamos. Y transmitimos con la coreografía.
Cami: La obra tiene un símbolo [que se puede ver en la foto que acompaña a esta nota], que es parte de una coreo, y el paso expresa lo que es Esgarabal. Quiere decir: “Tomá todo. ¿Qué más querés?”. La entrega viene directo del corazón, aunque parezca que es el símbolo de una secta. (Risas) La letra va acompañada de la coreografía. Es, además, una obra muy comprometida vocalmente. Es todo cantado a voces. Hay coritos, vocecitas, contracantos… de todo.

E.C.M.: ¿Vocalizan y elongan con rigurosidad en los ensayos?
Cami: Cada uno tiene que llegar vocalizado al ensayo.
Ailu: Y elongado, también. Para no perder una hora.

E.C.M: ¿Cómo fue el proceso de audiciones?
Ailu: Nosotras fuimos alumnas de Leandro Bassano, el año pasado, en el estrudio de Ricky [Pashkus]. Hicimos una muestra muy chica, y se vio una energía especial, y ahí Leandro dijo que quería hacer algo con nosotros.
Cami: Siempre estuvo en los planes armar una compañía, pero implica un gasto muy grande.
Ailu: Era difícil. Es más, es el debut de Leandro y de Fernanda Martínez, la directora vocal. Y apareció Ricky, que nos sostuvo para hacer la compañía. Además, hubo que ver el tema legal por los ensayos, porque somos menores.

E.C.M.: Aparte, el elenco es numeroso: 19 actores.
Cami: Seis de nosotros ya estábamos preseleccionados, y un día se hizo la audición con 168 personas.
Ailu: Y había tanto talento y tanta “hambre”, como nosotros llamamos, que se amplió el elenco (iban a ser sólo 15 integrantes, en un principio).

E.C.M.: ¿Tienen alguna anécdota que muestre la locura de los ensayos?
Ailu: En uno quiso entrar Graciela Alfano. Dijo “Yo soy Graciela Alfano”, pero le tuvieron que decir que era un ensayo. Otra locura es que entramos todos gritando y, como no podemos salir a la noche (eso sí, llegamos todos media hora antes), ponemos reggaeton y las luces de colores a las 10 a.m.
Cami: Tenemos frases locas, como “Acá nadie gusta de nadie” (de Leandro Bassano) y nuestra coach vocal nos tira los “Fer tips”: pautas con cosas de la vida cotidiana.

E.C.M.: ¿Por ejemplo, cuál sería un “Fer tip”?
Ailu: “Si la tenés que remar en dulce de leche, que los palitos sean de plástico. Si son de madera, absorben el dulce de leche y te hundís”. Otra de sus frases es “Chicos, estudien o no llegamos ni en moto”.

E.C.M.: ¿Qué es “Esgarabal”? ¿Un idioma inventado?
Cami: Cuando nosotros le preguntamos qué quería decir a Ricky, dijo “Es Chorus Line, es Chorus Line, Esgarabal”. Es su imaginario de lo que vendría a ser A Chorus Line.
Ailu: Exacto, llevado a lo argentino.
Cami: En Esgarabal también se transita el ensayo y el estreno, mientras que A Chorus Line se queda en el casting. Pero sí, Esgarabal es un idioma inventado. Para mí, viene de “garabato”, es como un mamarracho, algo sin estructura.
Ailu: Está bueno que vayan los artistas, para ver reflejado lo que ellos sienten y piensan, y también gente que no es artista, para que se de cuenta de que no todo es como cree, y se saque los prejuicios y pueda ver a los artistas con otra mirada.

E.C.M.: ¿Para qué público es la obra, en cuanto a edades?
Cami: Adolescentes y adultos, pero sin límites. En el siglo XXI, un nene de 11 años sabe de qué hablamos.
Ailu: Aparte, cada uno lo va a ver de una forma diferente.

E.C.M.: ¿Cómo reaccionaron sus amigos cuando se enteraron de que iba a actuar en una obra?
Cami: Mis amigas no lo pueden creer y me re agrandan. Me dicen: “Yo quiero tener tu vida”. Yo pienso “Me duele todo”. La mayoría estudia medicina.
Ailu: Mis amigas son del colegio, y me dicen “Vas a conocer a Peter Lanzani. Te va a llamar Cris Morena”. Pero ven que yo no duermo y voy al colegio con ojeras porque el día anterior tuve ensayo hasta tarde.
Cami: Van más a lo social; a la fama.

E.C.M.: ¿Cómo es trabajar con Ricky Pashkus y su equipo creativo?
Cami: Es un honor que el primer trabajo sea con ellos. Me demuestran humildad ante todo. Ofrecen todo y apuestan mucho a nosotros.
Ailu: No se quedan en que el artista ponga la pierna donde la tiene que poner, sino que se fijan en la persona. Ricky y Lean se interesan mucho por saber qué es de tu vida.
Cami: Son también muy sinceros. Van a marcarte responsabilidad, y la rigurosidad de un buen entrenamiento. Te van a acompañar en tus angustias, y decirte la verdad para que puedas crecer. Son padres educativos y padrinos del arte.
Ailu: Si un proyecto no te conviene, Ricky te aconseja. A lo mejor en el momento te lo tomás mal, ¡pero después te das cuenta de que tenía razón! Y después te da tu propio espacio.
Cami: Siempre se dice que representar es una doble presentación, donde se presenta al personaje y a uno mismo. Es muy difícil, y hay que buscar no sobreactuar, sino mostrar esta doble presentación.
Ailu: Siempre es difícil entrar en uno mismo y sacarlo. Es más fácil ver lo de afuera, y así se malinterpretan algunas cosas y se llega a conclusiones erradas como “El que va al psicólogo está loco”.

E.C.M.: ¿Y qué piensan de Gaby Goldman, que se hace tiempo para estar en prácticamente todos lados?
Ailu: Es un dios de la música.
Cami: No hay nada que él haga que puedas decir que es malo. Viene a los ensayos. Una vez agarró un teclado chiquito a pila, de nuestra directora vocal (como esos de juguete, para bebés), tocó el acorde de Casi Normales, y después tocó Esgarabal, marcando nota por nota lo que quería transmitir con esa canción. Se tomó el tiempo para hacer pistas nuevas y montar cosas, siendo que está en todos los musicales.

E.C.M.: ¿Cómo es Leandro Bassano como director?
Cami: Es un compañero.
Ailu: A veces dice que le cuesta ponerse en el papel de director, pero lo maneja rebien. Si uno está muy arriba, después nunca baja. Por eso me gusta su humildad.
Cami: Yo tuve problemas de salud el año pasado, y Leandro estuvo en todo (desde llamarme hasta ir a visitarme), junto con Fernanda [Martínez, la coah vocal], y lo mismo con otros dos chicos. Siempre te protegen y te educan, y te aconsejan en todo.
Ailu: Siempre preguntan “¿Te pasa algo? ¿Necesitás algo?”. Nosotros les decimos Papá Esgarabal y Mamá Esgarabal.
Cami: Esgarabal es como una familia y una escuela.
Ailu. Y todos aprendemos de todos.
Cami: Nos llevan a visitas con gente del ambiente y nos presentan. Si a mí me preguntaran “¿con quién querés debutar?”, yo diría “con ellos” sin dudarlo.
Ailu: El otro día con Maxi [Bartfeld, el productor] tuvimos una charla con Francisco Ruiz Barlett, Sofía González Gil y Stella Maris Faggiano, y nos contaron sus experiencias. Maxi realiza un trabajo muy humano. Cuida hasta el último detalle. Hasta nos recomienda que no tomemos alcohol.
Cami: También, tenemos vestuario de Pablo Battaglia, que es un lujo tremendo.
Ailu: Lo único que puedo hacer es agradecer.

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Elenco: Delfina Arrizabalaga, Juan José Araya, Rocío Caldés, Celeste Dondero, Vicky Goldstein, Luca Calaterra, Celeste Condoleo, Nicolás Di Pace, Federico Ferreyra, Ezequiel Giannoni, Ailén Kazakevich, Franco Rau, Anabella Reggi, Gala Schneider, Facundo Ullúa, Max Romero, Camila Martin, Jeremías Sapire y Triana Pena.
Dirección: Leandro Bassano
Libro: Ricky Pashkus
Letras: Gonzalo De María
Música: Gaby Goldman
Dirección Vocal: Fernanda Martínez Mina
Coreografía: Mariano Botindari, Lucila De Stéfano, Millie Michael, Diego Hodara, Leandro Bassano
Vestuario: Pablo Battaglia

Diseño de Luces: David Seldes

miércoles, 17 de julio de 2013

Crítica de "The Manhattan Club", de Alicia Orlando, con música de George Gershwin y letras de Ira Gershwin

Crítica de The Manhattan Club

Buenos Aires, Argentina.
Temporada 2013 (Centro Cultural Borges – Gira Nacional) - 2014 (Teatro del Viejo Mercado).

Calificación: 5.5/10

NOTA: ¡SE REESTRENA EN 2014!, CON ALGUNOS CAMBIOS EN LA OBRA. HABRÁ FUNCIONES LOS SÁBADOS A LAS 21 HS. (A PARTIR DEL 15 DE FEBRERO), EN EL TEATRO DEL VIEJO MERCADO.


¿De qué se trata?: Ocho artistas del Manhtattan Club (un club de jazz de Nueva York, en los años ‘30), apasionados por la música, ven su vida desmoronarse cuando el lugar donde interpretaban canciones de Gershwin debe cerrar. Van tomando caminos separados (aunque algunos permanecen juntos), y el grupo se disuelve. A través de flashbacks, volvemos a los momentos de gloria del club. Sin embargo, unos años después, los amigos se reunirán para tratar de que el Manhattan Club recupere su magia.

El punto fuerte de la obra: las magistrales melodías del gran George Gershwin, junto con las divertidas e inteligentes letras de su hermano Ira.
Si leyeron la crítica de Vale Todo, ya saben que me gusta la música de Gershwin, que es un representante indiscutido del jazz de los años ‘30. Es una pena que este espectáculo haya durado tan poco en cartel y que haya tenido poca afluencia de público, porque la idea de encontrarse con canciones tan especiales en su idioma original era brillante, sobre todo por la posibilidad de redescubrir algunas piezas que no son frecuentemente escuchadas hoy en día. Sin embargo, el año pasado, y nada menos que en Broadway, Nice Work If You Can Get It, con canciones de Gershwin, tampoco fue un éxito.
Que elija las canciones como lo más destacado puede resultar una contradicción con lo que escribí en la crítica de Más de cien mentiras (que no quería elegir como lo mejor de la obra a algo que preexistía a su creación). No obstante, en ese caso, la historia era sólida, algo que no sucede en The Manhattan Club. Esta ya ha sido contada varias veces (con variantes, por supuesto), en la televisión, el cine y el teatro, pero el problema está en que no se le da un desarrollo interesante.


El libro es endeble, y no está mal que así sea, si lo que se quiere hacer es que el foco esté en las canciones, y el trasfondo sea una mera anécdota. De todas formas, ayuda a crear un mundo ingenuo, ideal para la música de Gershwin. De hecho, por momentos (como cuando reflexionan sobre amor), los personajes se comportan como chicos de séptimo grado, y hay diálogos y conductas bastante estereotipadas. Pero lo importante es claramente el sentimiento de nostalgia, que se logra en varias escenas. Uno llega a empatizar con los personajes, pero no siempre. Me gustó la inclusión de Gershwin en la trama con una sombra.
Se intentó que algunas canciones (aunque no muchas) tuvieran que ver con los sentimientos de los personajes (además de ser sólo representadas en el club o en un ensayo).



En cuanto a los números musicales, muchos van a lo seguro, tanto desde lo estrictamente musical como desde lo interpretativo. Esto no quiere decir que me hubiera gustado que las canciones tuvieran arreglos notorios (parte de la magia de este espectáculo está en mantener un espíritu anacrónico), pero sí una vuelta de tuerca, apoyándose en una base tan consistente como la de Gershwin. Me hubiera gustado un poco más de búsqueda interpretativa. El elenco es homogéneo, y canta en forma muy correcta (algunos tienen más facilidad para el inglés que otros, pero ese es otro tema), pero un poco más de riesgo hubiera transmitido más. Yo hubiera desestructurado un poco esta obra desde lo teatral. No modernizarla, sino profundizar en las posibilidades expresivas del canto y la música con la misma atmósfera retro. Incluso, jugar más con los coros o con el ritmo. Todo esto es una forma de escapar de la monotonía (que las canciones de Gershwin no tienen) y lograr matices.
Algunos números sí logran generar esas emociones distintas a las que me refiero, y presentan mayor creatividad.
Estos son, en orden, los cuadros que me parecieron mejor realizados:
1) “I got rythm” (realmente fascinante).
2) “S’Wonderful”.
3) “Swanee”.
4) “For you, for me, forever more”.
Igualmente, hay otros también muy meritorios.
De todas formas, hacer escribir una obra como esta es un muy buen intento para alguien que venía de hacer espectáculos de tango (con elementos teatrales, eso sí): Alicia Orlando, el motor de esta propuesta.



Además de haber estado a cargo del guión y la dirección, y de actuar en la obra, Alicia Orlando (de quien, nuevamente, destaco que haya tenido la idea de hacer este espectáculo) montó una coreografía imaginativa (dentro de las restricciones) que suma mucho, aunque no sea interpretada de la forma más pulida que se haya visto en el último tiempo por algunos miembros del elenco (porque, en este caso, no es necesario). Es importante para evocar los años ’30, y para que el relato sea más fluido.
Alicia Orlando y su partenaire Claudio Barneix vienen del mundo del tango profesional (un dato curioso que está en internet: ambos bailaron en la versión fílmica de Evita, que dirigió Alan Parker), y son grandes bailarines.
Es positivo que se hayan lanzado a reunir un elenco (bastante numeroso) sin figuras, porque muestra su confianza en el proyecto.
El vestuario de Bety Pertrot y Jorge Maselli también contribuye en forma correcta a situarnos en el tiempo.
La iluminación tiene momentos donde se destaca más y otros donde pasa desapercibida.
Los músicos (el cuarteto básico de jazz, compuesto por piano, contrabajo, batería y saxo) tienen un buen desempeño (sobre todo Ricardo Pereyra en el piano: resulta hipnótico ver sus dedos golpeando rápidamente las teclas al ritmo del jazz), si bien no está por encima de la media, y es sumamente valioso que se haya contratado una banda en vivo.
Resulta interesante el uso del recurso del video para contar cómo siguieron las vidas de los integrantes del club, aunque se torne un poco repetitivo. Claudio Barneix estuvo también a cargo de la simpática dirección de arte.

En resumen: Una muy buena idea (hacer un nuevo espectáculo con las excelentes canciones de Gershwin en inglés), con un guión endeble. En algunos cuadros, se explota correctamente el potencial de las melodías. El elenco es homogéneo. La coreografía suma. Es destacable que haya banda en vivo. El recurso de video es interesante.

Apoyo este proyecto, porque me parece que parte de una buena iniciativa. Espero que puedan reponerlo (después de tan poca permanencia en el Centro Cultural Borges), o hagan alguna gira (tengo entendido que está planeada), para que más gente disfrute de las inolvidables canciones de Gershwin. Además, porque se apostó a desarrollar un obra nacional (con aciertos y desaciertos), en vez de quedarse con el formato de concierto.
Por eso, no quiero que se malinterprete la nota que le puse (no deja de ser una buena nota). Es simplemente porque no está al nivel del resto de las obras criticadas, pero no porque no me haya gustado ni entretenido.
Si tienen la oportunidad y les gusta el mundo del jazz de los años ’30 y Gershwin, la recomiendo, y también para aquellos que quieran acercarse como curiosidad.

Como bonus track, le dejo un espectacular cuadro de la película Un Americano en París, con Gene Kelly, con una inolvidable versión de “I got rhythm”.


Fotos: https://es-es.facebook.com/pages/Alicia-Orlando-Claudio-Barneix/


Más información:
Dirección: Alicia Orlando.
Duración: 1 hora 15 minutos.

ESPECIFICACIONES 2014:
Lugar: Teatro del Viejo Mercado (Lavalle 3177)
Funciones: Sábado a las 21 hs.
Precio de las entradas: $100 ($80 las anticipadas)
RESERVAS AL 2055-8500
www.teatrodelviejomercado.com