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lunes, 23 de junio de 2014

Crítica de "Bodas de sangre", de Federico García Lorca, con música de Héctor Romero

Categoría: OBRA CON MÚSICA

Crítica de Bodas de sangre

Buenos Aires, Argentina.
Temporada 2014 (Teatro El Método Kairós).

Nivel: /8
(Faltan 2 obras para completar el grupo)
  
 “(...) era un río oscuro, lleno de ramas,
que acercaba a mí el rumor de sus juncos y su cantar entre dientes”

¿De qué se trata?: Con la boda a punto de concretarse, una novia se verá acosada por el recuerdo de su pareja anterior: un hombre que está casado con su prima y cuya familia tiene una conexión oscura con la del novio.

El punto fuerte de la obra: la actuación de Tiki Lovera como la Madre.
Lovera es una de esas actrices que uno no puede encasillar. Como la Madre, tiene una presencia dominante y estoica, que consigue con una postura rígida y un manejo acorde del pulso dramático. Además, hay una cuota de virilidad en su criatura, si bien esto puede resultar contradictorio por cómo alaba la sumisión de las mujeres a los hombres. En efecto, considera que el hombre perfecto es el que deja “un hijo en cada esquina” (sí, hubiera sido fanática de cierto jugador de fútbol, pero no existía en los años 30). No obstante, al estar ausente ese poderío masculino en su casa (su marido y su hijo mayor fueron asesinados) fue ella la que se vio obligada a absorberlo.

Volviendo al pulso dramático, es vital tanto para la forma en que Federico García Lorca concibió Bodas de sangre como para la puesta de Marcelo Caballero.
Empecemos por lo primero. No es ninguna novedad que, si uno logra abstraer lo esencial, el argumento de Bodas de sangre es simple. Sin embargo, es el talento de García Lorca lo que le da volumen (a partir de los diálogos cortos pero punzantes, la simbología, el ritmo, las imágenes sensoriales, las metáforas, los tramos en verso y las acotaciones). Ciertamente, no es lo mismo estar abrazados que estar “abrazados como una exhalación”. Frases breves como “me duele hasta la punta de las venas” o “tus hijos son hijos tuyos nada más” encierra un gran impacto. Y con todo esto quiero llegar a que, según mi perspectiva, García Lorca quiso darle más relevancia a lo conceptual que a lo argumental. Eso explicaría por qué todos los personajes tienen nombres genéricos (la Criada, la Vecina, la Novia, la Suegra, etc.), dándoles un carácter más universal al quid de lo que se cuenta. Es cierto, Leonardo Félix tiene nombre y apellido. Si no conocés la historia de Bodas de sangre, tal vez te convenga saltear lo que queda del párrafo. Yo pienso que esto podría deberse a que García Lorca quiere mostrar cómo siempre hay alguien que es señalado como el culpable en cada tragedia, y cuyo nombre queda grabado en la mente de los demás. No obstante, sabemos que Leonardo no es el único culpable, pero en un principio es él quien está en el foco de nuestra atención y es él a quien acusamos. Christian Alladio lo sabe, y por eso no hace ningún esfuerzo para que nos congraciemos con él, como sí podría suceder en otras historias de amor prohibido.

En fin, si García Lorca buscaba transmitirnos un concepto, ¿cuál es? En realidad, no se trata de un único concepto, y como ya ha escrito sobre esto gente que ha analizado la obra en profundidad, me parece más adecuado para tratar aquí cuál es el concepto predominante en la puesta de Marcelo Caballero (dirección general). Caballero trabaja con la idea de que la desdicha y la muerte están acechando constantemente, esperando el momento para operar. Consigue esto, por ejemplo, a través de los cambios de ritmo (y por eso es que decía que el pulso dramático era importante). Como en un ciclo de sístole y diástole, se van alternando momentos donde dos personajes hablan entre ellos encerrados en un poco de suspenso con otros donde, de repente, se rompe esa atmósfera y toman participación quienes los rodean o ingresan. Ese afán de aislar porciones del total para después reintegrarlas va tejiendo la tensión, porque uno está al tanto de lo que puede llegar a pasar y de las consecuencias que esto puede traer para el resto de los personajes, que no presenció todos los diálogos. También, hay cambios de intensidad inesperados dentro de una misma situación: por ejemplo, cuando la Novia se está arreglando para la boda y tira la corona de azahar, se produce una variación en la atmósfera. Por supuesto, no hay que pasar por alto que Lorca quiso que una situación fundamental se desarrollara fuera de escena, jugando otra vez con el misterio y la presencia de la Muerte en cada rincón.

Un segundo factor que apuntala esto es la dirección de arte y escenografía del propio Caballero. Todo lo que está en escena queda expuesto ante el espectador (tal como el texto deja sobre el tapete las conexiones entre los personajes); no hay paneles que tapen a nadie. Los actores esperan a un costado durante algunas escenas. Esta desprotección nos hace pensar en que no hay forma de que estos seres escapen de la tragedia. De hecho, la misma Muerte, en la piel de la Mendiga, es capaz de pedirle a la Luna que ilumine a quienes quiere llevarse con ella. Por lo demás, la escenografía respeta con sencillez el ambiente rural y descampado de los terrenos de la Novia. El vestuario contribuye a borrar todo atisbo de alegría que podría verse en la boda.
[Un paréntesis: pienso que sería una idea divertida hacer alguna vez una versión de Bodas de sangre donde el público entre a un salón y se siente en las típicas mesas de casamiento, donde podrían ubicarse también algunos personajes, que después saldrían a bailar al centro. Sería una versión situada en una época más contemporánea.]

La música de Héctor Romero es el tercer pilar del concepto descripto. Las melodías tienen algo de tétricas (aún cuando son festivas) y son irrefutablemente españolas (cantadas, por momentos, con esa forma tan particular de romper suavemente la voz). Junto con la imaginativa y sombría poesía de Lorca, no nos dejan olvidar que la desgracia es inminente, pese a que todo nos parezca normal. Desde un primer momento, sabemos que algo anda mal cuando una canción de cuna habla sobre un caballo agonizante con bastante crueldad (y, precisamente, la figura del caballo cobrará más significado luego).
Cabe destacar el vigor de Carmen Mesa como bailarina y la pertinencia del golpeteo amenazante que marcó con su coreografía, emulando al de un caballo. Hace honor a su sangre española.
En cuanto al registro del elenco en general, se optó nuevamente por lo lúgubre y lo misterioso. Ha habido numerosas puestas de Bodas de sangre, y en muchas se ponía el acento en la pasión exacerbada, pero en este caso se podría decir que la elección actoral es coherente con el resto de la diagramación. Si bien, como dije antes, hay un claro destaque por parte de Tiki Lovera, otra actuación convincente resulta ser la de Chusa Blásquez (la Mujer), en un rol secundario.

El texto, que García Lorca estrenó hace 80 años en nuestro país, se presenta sin adaptación y hablado en español.

Notas:
1) Interesante la imagen tomada para la gráfica. Según pude averiguar, pertenece al pueblo de Níjar, donde habría ocurrido un crimen que inspiró a García Lorca para escribir esta obra.
2) ¿Por qué se llama Bodas de sangre y no Boda de sangre? Tal vez, porque no es sólo la boda que presenciamos la que se ve afectada por... bueno, lo que ya sabemos. Por lo demás, es un título bastante explícito, que nos sigue dando la pauta de que el concepto y la sensación que se busca transmitir importan más que la historia en sí.

Más información:
Dirección general: Marcelo Caballero
Dirección musical: Héctor Romero
Asistente de dirección y swing: María Laura Fuchs
Producción general: Jaime Díaz y M. Caballero
Elenco: Christian Alladio (Leonardo), Lucía Andreotta (La Mendiga), Chusa Blásquez (La Mujer), Conrado Busquier (El Leñador), Jaime Díaz (La Luna), José Manuel Espeche (El Padre), Tiki Lovera (La Madre), Pepa Luna (La Suegra), Mercedes Mastropierro (La Criada), Carmen Mesa (La Vecina), Lizzy Pane (La Novia) y Gonzalo Ramos (El Novio)
Músicos: H. Romero (guitarra) y Pablo Alexander (percusión)
Stage manager: Luciana Renne / Stage manager de piso: Déborah Zabala
Vestuario: Romina Ivanoff, Cristina Celentano y Estela Abdala Zarzur
Recreación de mobiliario de época: Sebastián Mur
Fotografía: Nacho Lunadei / Vanesa Schappi (en sala)
Prensa y comunicación: Marcelo Boccia RP

Teatro: El Método Kairós (El Salvador 4530)
Precio de las entradas: $90.-
Duración: 1 hora y 15 minutos aprox.
Funciones: domingo 20:30 hs.
Promoción: 2x1 para clientes de Cablevisión (consultar página web)

Twitter: @BodasDeSagre_
reservas@bodasdesangre.com.ar

jueves, 5 de junio de 2014

Crítica de "Ficcionario, bagaje de la creación", de Stella Maris Faggiano y Nacho Medina

Categoría: MONÓLOGO

Crítica de Ficcionario, bagaje de la creación

Buenos Aires, Argentina.
Temporada 2014 (Teatro La Comedia).

Calificación: 8.5 /10


 ¿Por qué los globos nunca pasan de moda y siguen produciendo cierta fascinación? ¿Será porque nos ilusiona la idea de que sin nuestro soplido son inútiles? ¿Será porque les damos vida?

En fin, Ficcionario es una obra intimista, con pocas localidades por función. Está protagonizada por Stella Maris Faggiano, que está increíblemente bien plantada en escena (por eso recomiendo ver este trabajo a quienes estudian teatro).
¿De qué se trata? Es difícil encasillar esta obra. Es un monólogo con unas pocas canciones, hablado mayormente en verso (para los que tienen menos contacto con la poesía, no se imaginen sólo versos con la típica rima consonante, como el caso de rima y prima). A grandes rasgos, Faggiano (también dramaturga) decidió plasmar un cúmulo de reflexiones y pensamientos en movimiento, creando la sensación de que estamos metidos en la mente (bastante trastornada) de su personaje. El subtítulo ‘bagaje de la creación’ nos anticipa este ordenamiento caótico.
Circulan temas como la soberanía de la TV, la velocidad del mundo moderno, la realidad virtual (que parece más real que la propia realidad), la prostitución, el alcohol, la vida del poeta y la monotonía (en un cuadro donde la coreografía acompaña lo que se dice). No se trata todo eso directamente, sino que “disfrazado” por el vestido de la poesía y lo teatral. Es más, puede ser que lo que a mí me pareció que se refería a algo hablaba en realidad de otra cosa. Pero la idea es que el espectador sea activo y piense, por ejemplo, en el valor de romper con la monotonía de su vida (por otro lado, es inevitable que persista una parte considerable de la monotonía: escribo esto a punto de ir a lavarme los dientes, sabiendo que ya me los lavé miles y miles de veces en el transcurso de mi vida y que me los tendré que seguir lavando por lo menos cuatro veces por día por muchos años más).  ¿Será la creatividad la forma de salir de la monotonía? Muy posiblemente (y el arte tiene mucho que ver en esto).
Ficcionario es una especie de ejercicio entre dadaísta y surrealista. Podrá ahuyentar a los espectadores más tradicionales, pero está bien realizado.
Por señalar un detalle, aplaudo que se hayan elegido colores primarios para las bolitas de telgopor que se usan en un momento, porque estos colores están relacionados con el mundo infantil (son más fáciles de percibir por los chicos). Esto está en sintonía con la personalidad aniñada que suele adoptar Faggiano, si bien vive un proceso de maduración (aunque uno puede decidir si conectar las historias que ella cuenta o no).
Creo que será más conveniente seguir con esta crítica en verso, pero aviso que no respetaré la métrica ni seguiré el estilo de la obra…


En Ficcionario, las palabras son acciones:
trascienden la cárcel de lo escrito,
se desentienden de lo hablado
y terminan provocando emociones.
Con un simple ordenamiento
de caracteres o de sonidos,
se vuelven autónomas creaciones
que transforman lo que las rodea.
Frecuentemente, ignoramos su poder,
pero a veces las guardamos en cajones
porque no podemos controlarlas
cuando llegan a otros
y se clavan como aguijones.
Escribir es cambiar la realidad,
es dejar una marca profunda
en busca de interpretaciones.


Faggiano lucha con sus palabras,
que empujan hasta retorcer su cuerpo
y emerger como volcánicas confesiones.
La coreografía de Lucho Cejas
con pulso contemporáneo
escenifica violentas transformaciones,
y Faggiano se mueve sabiendo
que está dejándose habitar
por constrictoras cavilaciones.
Su cuerpo se convierte en un medio,
en un ultrajado títere circunstancial
que vivifica enmarañadas ficciones,
amenazantes por su indeterminación.

La dirección de Lautaro Metral
busca corporizar las tracciones
que sufre nuestra insondable mente
en el lóbrego mundo del pensamiento,
donde conviven etéreas contradicciones.
¿Pretendemos desconocer nuestra psicosis?
¿Preferimos ser los ebrios pilotos
o los ignorantes aviones?
Cuando el sueño desata nuestra locura,
¿nos hacemos cargo de lo que muestra ese cóncavo espejo
o buscamos amputar con el olvido las confusiones?

La dirección musical de Nacho Medina
acompaña la sinuosa línea del monólogo
con algunas tétricas canciones.
El vestuario se vuelve fundamental,
y con un excelente planteo
se somete a las mutaciones.
La excelente y creativa escenografía,
además de conceptual y funcional
es un ejemplo para otras producciones
que no saben lidiar con lo abstracto.
Lo fugaz, lo veloz, lo infantil y lo lúdico
se plasman a partir de competentes decisiones.
La iluminación de Ariel Ponce
termina de encerrar al público
en este tejido de desatadas pasiones
y lo convierte en pieza prescindible
de un aleatorio rompecabezas.

Catarata de vibraciones,
el convulsivo texto de Faggiano
nos hace pasar por diferentes estados.
En cuanto a las puntuales significaciones,
cada uno encontrará la suya (o ninguna,
porque el planteo de la actriz/dramaturga
es rebelde y no exige justificaciones).
Trata temas interesantes y profundos,
pero desde su abierta poetización,
centrándose en generar sensaciones.
Es por esto que Faggiano es ideal para el rol,
porque sabe habitar la totalidad del espacio
y dotar a su(s) criatura(s) de variaciones.
Muta constante y abruptamente en escena,
pasando de la inocencia infantil a la locura
en una procesión de transiciones.
Evidentemente, Ficcionario es una piñata.
¿Quién sabe con qué se va a encontrar si explota?
Podés descubrirlo… quedan 5 funciones.

¡Joven!


Más información:
Dirección: Lautaro Metral
Escenografía: Ezequiel Procopio
Maquillaje: Sofía Núñez
Vestuario: Estudio Saldivia-Spiridione
Fotografía y diseño gráfico: Fuentes2Fernandez
Difusión y community manager: Poncharte
Prensa: Alejandro Andolfi y Morena López Blanco
Stage manager: Maximiliano Perugino
Producción ejecutiva: Vero Larrea

Teatro: La Comedia (Rodríguez Peña 1062)
Funciones: lunes a las 21 hs.
Precio de las entradas: $100
Promoción: 2x1 con Club La Nación
Duración: 55 minutos

facebook.com/ficcionario2013
plateanet.com/obras/ficcionario

miércoles, 30 de abril de 2014

Crítica de "Yo Alfonsina", de Vicente Battista, Gerardo Gardelín y Mariana Jaccazio, basada en poemas de Alfonsina Storni

Categoría: UNIPERSONAL MUSICAL

Crítica de Yo Alfonsina

Buenos Aires, Argentina.
Temporada 2014 (Teatro El Método Kairós).

Calificación: /10


¿De qué se trata?: La sublime poetisa argentina Alfonsina Storni nos cuenta algunos sucesos que marcaron su vida y canta varios de sus versos para transmitirnos sus sentimientos.

El punto fuerte de la obra: Mariana Jaccazio.
Tal vez esta elección pueda parecer obvia y predecible para quienes conocen las amplias capacidades de Jaccazio como artista. Posiblemente una de las mejores palabras para definirla es la que utiliza Gerardo Gardelín en el programa de mano: “dúctil”.
Pero, más allá del irreprochable talento de Jaccazio, al que volveré a referirme más adelante, quisiera detenerme sobre otro aspecto valioso del espectáculo, que es el enfoque que escoge para revivir en el escenario nada más y nada menos que a Alfonsina Storni.
Trabajar con la vida de Alfonsina puede resultar complicado por varios motivos. Es una personalidad bastante ambigua y confusa para abordar, si se quiere. Yo tuve la suerte de poder leer su obra poética completa, donde hay algunas piezas maravillosas. No obstante, guiándose sólo por el yo lírico de los poemas (la Alfonsina narradora) uno puede llegar a pensar que era una mujer muy depresiva. Las repetidas referencias a la muerte, al desengaño amoroso, a la marginación de los poetas (y mucho más de las poetisas), a las falsas ilusiones, a la hostilidad de la ciudad, a la alegría quebrantada, a la incomprensión y al abandono, entre otras crueldades del destino y la sociedad, parecen pintar a una persona hecha añicos, a quien todos pasan por alto y pisotean cuando pueden, completamente sometida a los hombres y hasta resentida con aquellos que no pueden comprender las verdades que tratan de revelar los poetas. Todavía más cuando a esto se le agrega que lo que lo único que sabe mucha gente sobre ella es que se suicidó internándose en las aguas de Mar del Plata. Sin embargo, la verdadera Alfonsina poco tenía de deprimente.

Por esto, me sorprendió gratamente encontrarme con las palabras del autor Vicente Battista en el programa, reflejando más o menos esto que decía yo: que era hora separar a la narradora de la persona. Lo que a mí siempre me asombró de la verdadera Alfonsina es que haya podido vivir de sus poemas en el siglo XX, pese a ser mujer (como explica la obra, el ámbito de las letras estaba casi reservado para los hombres) y madre soltera (algo que la sociedad repudiaba). Es cierto que, por ejemplo, para publicar en el diario La Nación, tuvo que usar un seudónimo, pero después pudo firmar su trabajo con su propio nombre. Varias de sus poesías aparecieron Caras y caretas, una de las revistas más prestigiosas y una vidriera de talento literario. Con estas referencias pretendo hacer hincapié en que no era rechazada como pueden sugerir sus escritos. Eso sí, había un par de colegas que criticaban negativamente su trabajo, pero ella no se dejó atropellar, y mantuvo una relación de camaradería con los escritores más importantes de la época (Borges, Quiroga, Lugones, entre otros). Yo creo que esos pequeños enfrentamientos surgían por una cuestión de ego de aquellos hombres.

Battista muestra muy bien la inserción de Storni en ese ambiente, y la revela como una mujer fuerte, inteligente y decidida. La selección de episodios de su vida no cae en lo obvio (una muestra de esto es que se trata el poco conocido intento de Alfonsina en la dramaturgia, y su vínculo con el teatro). Tal es así que 50 minutos le bastan a Battista para perfilar a la poetiza, y uno la puede ver atravesando distintas instancias emocionales, y dando cuenta de su manejo del sarcasmo.

La propia Jaccazio eligió y adaptó con respeto los poemas que se convertirían en canciones, gracias a la destreza de Gerardo Gardelín (música original, dirección musical y arreglos). Entre los dos, sortean el obstáculo del verso libre, y las melodías cobran una gran expresividad a partir del asombroso trabajo vocal de Jaccazio. La artista juega con la idea de las emociones al límite, y las acompaña con una poderosa voz de pecho. Entonces, por ejemplo, canta a todo pulmón cuando al referirse al mar (elemento con una presencia fuerte, por otra parte, en la obra poética). Sin embargo, sabe contrastar esos momentos cuando se expresa cantando una Alfonsina menos impulsiva o más angustiada (que luego saca fuerzas del fondo de sus entrañas para seguir adelante y eso se vuelve a notar en la voz y en el registro). Me gustó mucho la versión musical del poema “Incurable”, que ilustra esta nota.
Cabe decir que, si bien Alfonsina no era la joven frágil de sus poemas, no quiere decir que las emociones que en ellos expresa sean menos genuinas. De hecho, tenía un compromiso fuerte con lo que escribía, y no lo hacía con un fin puramente comercial, sino que dejaba ver su corazón y sus ideales en cada estrofa, pero luego teñía todo con sus elecciones estilísticas. Hablando de ideales, la obra retrata la lucha feminista de Storni, que se fue afianzando como tema lírico con el correr de sus poemas. Uno muy conocido donde se aprecia esto es “Tú me quieres blanca”, donde les plantea a los hombres que, antes de pretender a las mujeres blancas y castas, limpien sus propias impurezas. Alfonsina se ponía en la piel de aquellas mujeres que no gozaban de la misma suerte que ella, y querían que despertaran (a veces, a través de duras críticas a las que eran demasiado ilusas, como en “Van pasando mujeres”).
En Yo, Alfonsina, las canciones no están puestas en cualquier lugar, sino que cuando la protagonista canta, lo hace para canalizar lo que le sucede a través de versos. Asistimos a un proceso creativo musicalizado, como si la redacción que surge de sus sentimientos se plasmara tanto en el texto como en el pentagrama; como si la autora quisiera dejar en claro la intencionalidad de cada palabra.
Ocasionalmente, las canciones adquieren ese eco de feminismo, pero en la obra predomina un encuentro intimista con Alfonsina, y esto es correlativo con los tramos de texto del guión. Si bien hay lugar para las metáforas y las reflexiones, el tono de charla que adopta la poetisa genera calidez con el público.
Jaccazio encuentra el registro actoral indicado, y se destaca por el manejo de las pausas y de las miradas. Por cierto, el sonido del teatro es muy bueno, y permite apreciar su dicción.
Federico Salles (dirección actoral, coreografía y puesta en escena) es el responsable de que la Alfonsina que se presenta sea más auténtica, y no permite que el relato se aplane. Para eso, apela a los desplazamientos y a sutilezas como la postura, el tono y los silencios, y los espectadores no se sienten distantes de lo que ocurre en escena, sino involucrados.
Un último concepto que se mantuvo en la trasposición de los poemas al libreto es el tema de la fugacidad, presente en muchos poemas de Alfonsina (en general, relacionado al tiempo o al amor). En la obra, el personaje dice saber que vendrán varios amores, pero que ninguno será verdadero. En “Lo inacabable”, se puede leer “¡Y toda primavera que se esboza/ es un cadáver más que adquiere vida/ y es un capullo más que se deshoja!”.

El vestuario de Javier Poncio es simple y práctico (y el vestido principal es acertadamente blanco). La iluminación de Soledad Lombardo permite que haya cambios de ropa y no subraya innecesariamente lo que sucede. Los biombos de Daniel Feijóo son útiles cuando la protagonista debe ausentarse, y su árbol nos sitúa en un contexto más abstracto, dejando en claro que Alfonsina nos contará su historia desde donde sea que esté ahora. La rampa de la plataforma resulta conveniente para facilitar los movimientos.

Este espectáculo no existiría sin la idea de Alejandro Veroutis, que logró que se limpiara el cuerpo de Alfonsina de la sal que tenía impregnada y se la dejara cantar sus versos y contar un poco de su historia.

En resumen: Una unipersonal que, con el talento y la ductilidad vocal de Mariana Jaccazio, logra transitar un costado poco frecuentado de la gran poetisa argentina Alfonsina Storni. La música de Gerardo Gardelín hace ganar intensidad a la composición actoral.

¿Qué podemos aprender de esta obra?: Que se puede dar un enfoque distinto a una personalidad, a pesar de que esta tenga una imagen fuertemente arraigada en la cultura popular.

Más información:
Dirección: Federico Salles
Idea original: Alejandro Veroutis
Diseño de peinado: Ale Granado
Design + Photo: Atilio Massa para Poncharte!
Comunicación 2.0: Imposible Media
Prensa y comunicación: Alejandro Veroutis
Producción ejecutiva: Roni Isola – Siete Colores Producciones
Asistente de Producción: Alan Gejtman
Producción general: Mariana Jaccazio

Teatro: El Método Kairós (El Salvador 4530, Palermo)
Funciones: domingos a las 20 hs.

Duración: 50 minutos

Mientras la sombra de esta noche espanta
Y sufro, dudo, me estremezco y lloro,
Pájaro bello de las alas de oro
Que nada sabes de los hombres: ¡Canta!
Alfonsina Storni