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jueves, 20 de noviembre de 2014

Crítica de "(...) tan ruda.", de Carancho, arte escénico

Categoría: OBRA MUSICAL/WORKSHOP

Crítica de “(…) tan ruda.”

Buenos Aires, Argentina
Temporada 2014 (Teatro El Método Kariós)

Nivel: 6.5 /8
  

¿De qué se trata?: Cuenta las vivencias de una familia en medio de un proceso judicial. Su suerte está en manos de dos nefastos personajes: el Fiscal Morales y el honorable Juez. La familia debe lidiar con los interrogatorios que planean estos dos personajes en sus encuentros en un mingitorio. En cada testimonio la madre, sus dos hijos y sus novias atravesarán puertas del presente al pasado develando sus recuerdos en instantes de flashbacks.


El punto fuerte de la obra: el libro de Carancho, arte escénico.

Es la ley como la lluvia,
nunca puede ser pareja,
el que la aguanta se queja,
más el asunto es sencillo,
la ley es como el cuchillo,
no ofende a quien lo maneja.
José Hernández (en Martín Fierro)

Cuando una obra es breve, es conveniente que yo también lo sea, para no correr el riesgo de adelantar demasiado. Más aún para un espectáculo como “(…) tan ruda.”, que parte de una premisa narrativa muy interesante: la información se dosifica, y se van atando cabos sueltos a partir de flashbacks o analepsis. De esta forma, nunca se pierde el interés en la resolución. Además, esta técnica permite abrirle la puerta a la reflexión personal de los espectadores, catalizada por cada una de las escenas. Es significativo destacar, entonces, la labor conjunta de todo el grupo de Carancho, arte escénico en la lúcida realización del libro y letras.

jueves, 1 de mayo de 2014

Crítica de "L-14, un musical distinto", de Nicolás Pérez Costa y Nacho Medina

Categoría: WORKSHOP

Crítica de L-14, un musical distinto

Buenos Aires, Argentina.
Temporada 2014 (Teatro El Cubo).

Calificación: /10

ATENCIÓN: ÚLTIMA FUNCIÓN MARTES 6 DE MAYO 21 HS.


¿De qué se trata?: “Luego de una tragedia un grupo de sobrevivientes es seducido por dos personajes extraños a jugar un juego: olvidar quienes fueron para no tener que recordar quienes eran antes de la tragedia, así no extrañar, no vivir en el pasado y seguir un nuevo destino. Así es como eligen una  una historia que fue real, la vida del Rey Luis XIV. Con reglas insólitas, se asignarán los papeles a interpretar en esta nueva vida que adoptan. Una vez comenzado el juego... ¿Hasta qué punto pueden negar quienes son en verdad para pisar exactamente los pasos de los personajes? ¿Hasta qué punto pueden renegar de sus verdaderos vínculos para adoptar los nuevos? Un destino, ya escrito...  hacerlo propio puede ser un juego muy peligroso”.

El punto fuerte de la obra: el libro de Nicolás Pérez Costa.
El planteo es original y el contenido tiene mucho de simbólico, por lo que permite que cada espectador pueda resignificarlo. Reconocemos en el escenario varios arquetipos de nuestra sociedad, como sucede en toda buena obra que trabaja el absurdo. Por supuesto, yo daré cuenta de lo que a mí me sugirió, pero puede haber varias interpretaciones.
Gracias a la escenografía de Dianela Romero e Ivana Fernández, impacta ver a los personajes creyéndose que están entre el lujo de Versalles cuando, en realidad, están rodeados de basura y elementos descartables. Esto nos recuerda a muchas personas que pretenden ejercer poder con un cetro de cartón, y se creen amos y señores del universo, o a quienes pretenden ver estabilidad económica y prosperidad donde hay un contexto deteriorado. El vestuario de Pérez Costa y Mónica Rodríguez Manzano también muestra que, aunque lo traten de disimular, los personajes están demacrados.
Cuando uno pinta un graffiti, está tapando algo (aunque sea sin intención). Por eso, imagino que el uso de graffitis en la obra puede sugerir la manía de algunas personas que ejercen poder alrededor del mundo por querer ocultar aquello que es desfavorable para su imagen al superponerle otra cosa completamente distinta, que capte la atención de la gente y la distraiga. No necesariamente aquello que es malo para su imagen, sino también para la de otro, o la de una entidad, o la de un país, etcétera. Es el famoso “pan y circo”. Cuando hablo de ejercer poder, no sólo me refiero a políticos y periodistas, sino también al panadero de la esquina, a la vecina que tiene perros y a todas las personas que conocemos. El panadero, que ejerce cierto poder sobre sus empleados, puede ordenarles tapar las facturas que salen quemadas con dulce de membrillo y la vecina, que tiene poder en el consorcio, puede tapar los reclamos por los ladridos de sus molestas mascotas manteniendo una buena relación con quienes la rodean. Las relaciones de poder están en todas partes. Aunque suene chocante decirlo, una madre tiene poder sobre su hijo.

Como director, Pérez Costa adopta un estilo que recuerda a un truculento reality show (¿será por eso que hay algo que parece ser un pequeño televisor colgado encima del escenario?). Los personajes dejan atrás sus vidas pasadas, y se obligan mutuamente a seguir el “juego”. Todo queda al descubierto; nadie puede escapar.
Es por eso que me parece una buena obra para este grupo de actores, que forma parte del “proyecto de profesionalización de alumnos del IFA” (de Nicolás Pérez Costa). Es un espectáculo donde se pone el acento en lo actoral, y donde los intérpretes quedan expuestos casi todo el tiempo en el escenario (como si los siguieras cámaras las 24 hs.). Por lo tanto, hay muchas cosas que deben resolver, porque no pueden quedarse sentados todo el tiempo que no están en el foco de la acción, puesto que no creeríamos que están involucrados en el juego. Entonces, la puesta en escena, que los fuerza a moverse, a transmitir con su rostro aunque estén en segundo plano y a interactuar constantemente, tiene una buena aplicación pedagógica. Si bien no sé exactamente qué mecánica de trabajo usó Pérez Costa, se podría decir que esta obra es un workshop (taller), que es fruto de la experimentación artística del director con sus alumnos (en este caso, con el fin de afianzarlos en el escenario al darles algo de experiencia). Hacer un workshop es algo poco habitual en nuestro país. De hecho, hasta hoy, el ranking de workshops de este blog tenía una sola obra, que al tener un guión extranjero, tenía las posibilidades de juego limitadas y mucho menos riesgo (el texto de Desperar de Primavera es increíble y de probada efectividad, y surgió de un workshop estadounidense).

El elenco es numeroso (23 personas en escena), pero varios tienen espacio como para poder desplegar su trabajo individual (en momentos breves, eso sí, porque la obra es corta). Hablando en general, se los nota compenetrados con el “juego” que se les propone, poseídos con esa farsa. Se destaca la actuación de Natalia Andrea Biasin Corrado como la sufrida María Teresa (mujer de Luis XIV). Me sorprendió el buen juicio de Santiago Tezza (Luis XIV), que hace más creíble a su personaje porque no sobreactúa (pero no por esto deja de mostrarse despótico). Esto es difícil de conseguir, porque la personalidad del “Rey Sol” puede prestarse para una caracterización más artificial, por tratarse del hombre que dijo “El Estado soy yo” y realmente lo creía.

Son pocas las canciones que se escuchan (de Nacho Medina), pero sirven para acentuar el anacronismo. Los personajes se expresan colectivamente a través del baile. La coreografía de Pérez Costa es original y, sobre todo en el primer número, está cargada de tensión. Lo vocal, en este caso, está en un plano de menor importancia, porque no se desarrolló mucho en esta obra.
Por último, otra lectura que se puede hacer de la situación es la que tiene que ver con la vida virtual, en la que muchos pretenden ser quienes no son, y escapan así de la realidad.

Párrafo aparte merece el emotivo homenaje brindado por Pérez Costa a la gran Norma Pons en la función pasada. Antes de la función, preguntó cuántos la conocíamos y habló sobre la experiencia de dirigirla. Durante la obra, un personaje escribió su nombre con aerosol amarillo en dos extremos del decorado. Al final, el director le dedicó a Norma una poesía y le tiró un beso mirando hacia arriba. Después, se sacó una foto con todo el elenco mirando hacia el graffiti.


En resumen: Con un texto que invita a varias interpretaciones, Nicolás Pérez Costa encierra a su elenco en un juego perverso y absurdo.

¿Qué podemos aprender de esta obra?: Que la puesta en escena tiene que acompañar la simbología del libro. Por eso, en L-14, los personajes quedan expuestos casi toda la obra en escena para mostrar que no pueden abandonar el “juego”.

Más información:
Dirección: Nicolás Pérez Costa
Teatro: El Cubo (Pasaje Zelaya 3053)
Última función: martes 6 de mayo a las 21 hs.
Precio de las entradas: $70 y $120
Duración: 1 hora


Luis XIV: Santiago Tezza
Maria Teresa: Natalia Andrea Biasin Corrado
Ana de Austria: Miriam Condoleo
Reina Cristina: Cynthia Sebastiani
Madame Scarron: Maria Cecilia Barlesi
Personajes Extraños: Eric Baez, Pedro Emanuel Vega
Raul: Ramiro Manrique
Marqués de Vardes: Sacha Bercovich
Duquesa de Fontage: Yamila Traverso
Duquesa de Villete: Ricardo Lavado
Marianne: Andrea Di Lascio
Marquésa de Dangeau: Victoria Picech
Bailarina de la Corte: Rocio Vaccaro
 Miembros de la Corte: Brenda Lem, Lara Ojeda, Yamila Pelullo, Stefania Piercamilli, Anahi Rodríguez, Estefania Sol García, Mariano Rivero Maria Laura Martinez y Morena Vella

Fotografía y Diseño:  Emiliano Paez - EP Producciones Imagen Digital
Asistencia en Realización de Vestuario: Marcela Muñoz
Coordinación General: Mónica Rodríguez Manzano
Asistentes de Coreografía: Pedro Emanuel Vega, Yamila Traverso y María Cecilia Barlesi
Asistente de Dirección: Iara Martina

Prensa: Santiago Tezza

miércoles, 11 de diciembre de 2013

Crítica de "Despertar de Primavera" (workshop de Meme Mateo), de Steven Sater y Duncan Sheik

Categoría: WORKSHOP/MUESTRA

Crítica de Despertar de Primavera (workshop de Meme Mateo)

Buenos Aires, Argentina.
Temporada 2013 (Teatro El Picadero).

Calificación: 8.5 /10 


¿De qué se trata?: En la Alemania de 1891, un grupo de jóvenes vive las consecuencias de una sociedad asfixiante, donde los adultos tienen el control absoluto. La obra toca con sinceridad diversos temas complejos y problemáticas juveniles (que no conviene enumerar para no arruinar la sorpresa a quienes no la vieron). Sus mensajes siguen siendo muy actuales.

El punto fuerte de la obra: la dirección de Meme Mateo.
Despertar de Primavera es uno de esos musicales que yo considero perfectos, y le pondría un 10 absoluto. Tanto las letras y el libro (de Steven Sater, basado en una cruda obra de Frank Wedekind) como la música rockera de Duncan Sheik fueron concebidos en forma magistral. La historia y la forma en la que está contada transmite muchísimo, y llega a emocionar. Consigue la empatía del espectador y su identificación (obviamente, todavía mayor cuando se conoce una historia parecida a la de un personaje, o se atravesaron conflictos similares). La genial dirección de la puesta original de Broadway fue de Michael Mayer, que marcó muchas pautas que después fueron tomadas en otras versiones. En Argentina, la obra se estrenó en el 2010, en el Teatro Astral, con Fernando Dente, Florencia Otero y Federico Salles en los roles protagónicos. Esta puesta estaba óptimamente dirigida por Ariel del Mastro. Sumamente intensa, generaba una atmósfera angustiante, y estremecía al público. Tenía un talentoso elenco, que entregaba todo en escena. Sin embargo, fue un fracaso comercial.
Frente a semejantes antecedentes, y al inevitabilidad de la comparación, era todo un desafío meterse con Despertar de Pirmavera, pero Meme Mateo lo hizo. De hecho, su puesta le debe mucho a las dos citadas anteriormente. Decidió no innovar (como sí lo han intentado otras puestas del mundo), para presentar una versión convencional de la obra (que, ya de por sí, no es convencional). No obstante, su dirección es efectiva, y fiel al estilo de la obra. Una buena decisión fue sentar a los intérpretes que no están en escena en la primera fila del teatro. Hizo un buen trabajo marcando los desplazamientos, para aprovechar la extensión del escenario. Mantuvo las disposiciones clásicas de la obra, como las sillas durante “Esta puta vida” o el uso de micrófonos de mano para contar lo que sale de lo más profundo del corazón.
Pero su mayor logro está en haber acercado a tantos jóvenes actores (que no hicieron una carrera profesional en las tablas, o tienen poca experiencia) a un material tan complejo, y haber permitido que hayan podido explorarlo con éxito. La obra es interpretativamente muy difícil de encarar, y por eso necesita de una mano que guíe sin titubear. En ese sentido, resultó una de las mejores muestras de teatro que vi en los últimos tiempos, porque el grupo estaba bien coordinado y tenía confianza, más allá de que no todas las personificaciones sean acertadas todo el tiempo.
También, Meme Mateo es la encargada del diseño de luces y de su operación, que funciona aceitadamente y ayuda a crear climas (por ejemplo, durante “El saber”).


La interpretación más destacada resultó ser la de Martín Mazalán como Moritz, un personaje complicado, que tiene muchas escenas que le permiten al intérprete explotar su potencial dramático, pero que se puede prestar a la sobreactuación y la caricatura. Por suerte, Mazalán busca que su criatura sea verosímil, logrando cierto equilibrio (paradójicamente, para personificar el desequilibrio), y hace que nos encariñemos con su Moritz. Además, demuestra estar a la altura de las exigencias vocales.
Me sorprendió Leonel Deluglio, convincente como Melchior en todas sus facetas, y acertado en el canto. Mantiene el dramatismo durante la canción “Lo que quedó atrás”, que resultó ser una escena conmovedora, gracias al compromiso de todo el elenco.
También, me gustaría resaltar el trabajo de Clara Lanzani, como la simpática y acomplejada Ilse (aunque tuvo que crecer de golpe, no deja de ser una adolescente). Tiene un buen desempeño vocal.

Con sus participaciones, interpretando los roles adultos, Claudio Riganti y Virginia Alberti se roban varias escenas.

Macarena Giraldez (impulsora del proyecto) capta la inocencia de Wendla, y la mantiene al cantar. Trata de ir oscureciendo a su personaje un poco, conforme va madurando. María Da Pieve (como Martha) se anima a cantar “La oscura verdad”, junto con Clara Lanzani. Es una canción que requiere compromiso emocional, y el clima opresivo que propone estuvo bastante bien logrado.

La dirección y adaptación coreográfica es de Lautaro Silva, que capturó la esencia de otros montajes. Contribuye a potenciar momentos intensos, como “Esta puta vida” o la enérgica canción “Jodido estás” (posiblemente el mejor momento de esta puesta). Un detalle que me encanta nombrar al hablar de Despertar de Primavera: como me explicó una vez un jurado de los Premios Hugo, es característico de esta obra el “salto reprimido”, que muestra un intento de rebeldía que no puede concretarse del todo, dentro de los parámetros rígidos de la sociedad.

La banda en vivo realza las canciones en las que participa (las otras se cantan sobre pistas).
Otro punto a favor con respecto a lo musical es que el trabajo vocal en armonía está muy bien logrado.

Lamentablemente, el sonido es el karma de todas las muestras de teatro musical, y suele ser un problema de equipamiento. En este caso, por lo menos en la función a la que asistí, los inconvenientes con los micrófonos fueron menores, pero no inexistentes. Es una pena porque dificulta el canto de los intérpretes y los puede poner nerviosos. Sin embargo, el acompañamiento instrumental estuvo en un volumen correcto durante toda la obra, y se pudo lucir, como dije antes, la unión de las voces en armonía.

El vestuario de Melisa Lazarini y Tierra de Sueños ayuda para situar el período y darle un toque profesional al montaje, al remitir a otras producciones de la obra.

En resumen: Una adaptación fiel al espíritu de la obra original, con dirección de Meme Mateo, que supo sacar lo mejor los intérpretes (en su mayoría, sin experiencia profesional) para hacerlos transitar por un texto complejo. Se destaca la interpretación de Martín Mazalán.

Más información:
Dirección general: Meme Mateo.
Dirección musical: Isadora Sobredo.
Producción: PLOP workshops.
Elenco: Martín Mazalán, Clara Lanzani, Lucas Mazalán, María Da Pieve, Leonel Deluglio, Macarena Giraldez, Santiago García Escudero, Manuel Perez, Julieta Severo, Matías Adrián Prego, Camila Grela, Virginia Alberti y Claudio Riganti.
Teatro: El Picadero (Pasaje Enrique Santos Discépolo 1851).
Duración: 2 horas y media (aprox.), con intervalo.
Diseño gráfico: Martín Mazalán.
Sonido: Ramiro Hermida y Pablo Bernard.
Función: la última es hoy a las 23 hs.