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domingo, 9 de febrero de 2014

Crítica de "Nunca digas nunca", de Marisé Monteiro, con canciones de los años 60

Categoría: OBRA MUSICAL

Crítica de Nunca digas nunca

Buenos Aires, Argentina.
Temporada 2014 (Ciclo “Teatro en las Plazas”).

Calificación: /10


¿De qué se trata?: En los años 60, Gastón (Juan Manuel Bevacqua), un sexólogo, profesor y escritor no muy exitoso, se instala en una cabaña en el Sur Argentino, para compartir las vacaciones con Silvina (Yanina Groppo), su séptima mujer, unos años más joven que él. De repente, llega Dodó (Nacho Medina), el hijo adolescente que Gastón tuvo con su primera mujer. Luego de que éste sufra un accidente, arriba también su sobreprotectora madre, una cocinera famosa llamada Sabrina (Silvia Pérez). Vale aclarar que Silvina desconocía la existencia de Dodó y creía que Sabrina estaba muerta. Las complicaciones seguirán cuando una tormenta de nieve los deje varados a todos en la casa, y cuando llegue a ella el médico del pueblo (Mariano Depiaggi).

El punto fuerte de la obra: la actuación de Yanina Groppo, como Silvina.
De todos los integrantes del elenco, es aquella que transmite mayor frescura y naturalidad, y es la que logra el mejor trabajo vocal. El público lo reconoce, dándole un cálido aplauso (al menos, durante la función que presencié en la Plaza Gral. Manuel Belgrano, el 4/2). Su desempeño en el canto contrasta sustancialmente con lo que hacen sus compañeros (salvo por alguna intervención correcta de Mariano Depiaggi). Está claro que la mayor parte del elenco se mueve mejor como comediante que como cantante, un rol en el cual hacen agua.
Se podría objetar que, dentro de una comedia, esta situación no es grave, y se disimula que algunas versiones de canciones suenen desprovistas de afinación. Es el caso, por ejemplo, de “Como lo hice yo” (mítico tema de Sandro), que si se interpretara de la misma manera en un homenaje al gitano le ganaría a los actores el odio perpetuo de todas sus “nenas”. También, hubo ciertos problemas con el tempo, más allá de que hubo ciertas interferencias de sonido que distrajeron a los artistas. De todas formas, para ser un espectáculo al aire libre, el sonido estuvo bastante bien.
La música instrumental provenía de pistas pregrabadas. Cuando la de “Hace frío ya” comenzó a fallar, los actores no resolvieron muy bien el asunto en escena (la apuntada Groppo intentó). No obstante, debo reconocer que luego tomaron confianza y salieron adelante, terminando la canción a capella.

Les tocó nada menos que a Valeria Ambrosio (experimentadísima en musicales basados en canciones preexistentes) y a Leonardo Gaetani lidiar con las limitaciones vocales del elenco. Acertaron al tratar de mantenerlos dentro de un registro acotado. En lo actoral, donde pudieron trabajar con mayor comodidad, lograron mantener el ritmo de comedia de situaciones que el texto de Marisé Monteiro marcaba.
Con respecto al trabajo autoral de Monteiro, respeta esos códigos de sitcom y logra que toda la familia se pueda interesar por el relato (algo que, es justo decirlo, viene haciendo hace rato, con varios buenos trabajos aptos para todo público). Además, hace que las distintas generaciones se rían de cosas distintas. No obstante, tanto el humor como la historia resultan un poco predecibles, pero esto se debe a ese anhelo de querer entretener a un público variado (donde las distintas generaciones se ríen muchas veces de diferentes cosas). En la función a la que asistí, conté 8 reacciones de risas más o menos generales entre los espectadores. Algunos de estos chistes fueron festejados con aplausos, así como el comentario de que a los políticos nunca hay que creerles.
De todas formas, Monteiro parece comprender que la historia, en este caso, es lo de menos (por no ser extremadamente sólida) y pone el acento en el humor (básico) y, sobre todo, en las canciones de los años 60, su mayor acierto.
Eligió un repertorio divertido y alegre, que se puede acompañar con los shalalala, shubaduba y prrrrrr propios de la época. Además, apela al efecto nostálgico, dado que fueron canciones muy populares en nuestro país. Una buena idea fue elegir sólo fragmentos de estas melodías, para poder incluir una mayor cantidad sin extender demasiado la duración.
Si vamos a lo estrictamente dramático, muchísimas canciones parecen fuera de lugar dentro del guión (véase, por ejemplo, la inexplicable aparición de “Blowin’ in the wind”), pero queda claro que no se incluyeron para hacer avanzar el relato.
Por cierto, la obra tiene un buen arranque, con el personaje de Silvina bailando al ritmo de la disparatada “Sul Cucuzzolo”, de Rita Pavone.

Esta es la lista de números musicales:
1. “Te quiero ver bailar” (Los Náufragos)
2. “Contigo aprendí” (Armando Manzanero)
3. “Mi juramento” (Violeta Rivas – Chico Novarro)
4. “Cuéntame” (Fórmula V)
5. “Blowin’ in the wind” (Bob Dylan)
6. “Como lo hice yo” (Sandro)
7. “Love me do” (The Beatles)
8. “California dreamin’” (The Mamas & the Papas)
9. “Hace frío ya” (Hilda Lizarazu – Original en italiano: Nada Malanima)
10. “Un trotamundos” (Nicola Di Bari)
11. “Libre” (Nino Bravo)
12. “Lo mismo que a usted” (Palito Ortega)
13. “Yo no soy esa” (Mari Trini)
14. “Explota” (Rafaela Carrá)
15. “Un muchacho como yo” (Palito Ortega)
16. “Dame fuego” (Sandro)
17. “Y te has quedado sola” (Los Iracundos)
18. “Como yo te amo” (Raphael)
19. Popurrí final

La gran Mecha Fernández ideó una coreografía extremadamente simple, pero que respeta el estilo del período retratado. No obstante, hubo unos breves momentos de falta de coordinación entre los actores (a veces, se miraban entre ellos para corregirlo) y otros donde fijaban la vista en el piso.
El vestuario es lo suficientemente equilibrado (no es muy llamativo, pero no pasa desapercibido). La escenografía es buena y bastante detallada, y ayuda a imaginar la cabaña. Se utilizan efectos de sonido que contribuyen, también, a la ambientación o buscan hacer reír (algunos, con mayor suerte que otros).

La idea del gobierno de la ciudad de hacer teatro gratuito en las plazas es una iniciativa maravillosa, que permite acercar esta disciplina a una gran cantidad de personas, que lo celebran agradecidas. Lo mismo sucede con el "Festival Shakespeare", que es de una calidad altísima, y cuya cuarta edición comienza el 15 de febrero (http://www.festivalshakespeare.com.ar/).
La baja calificación que le puse a la obra fue para ser justo con las demás, pero no quiere decir que no la recomiende para quienes quieran disfrutar de una comedia liviana para toda la familia, que más allá de sus irregularidades despierta interés (en gran parte, gracias a sus canciones).

En resumen: Una comedia de Marisé Monteiro que, probablemente, merecía un mejor destino. Si bien el guión es simple, entretiene gracias a los fragmentos de canciones de los 60 (si uno deja pasar las regulares interpretaciones de un elenco que, mayoritariamente, se siente más cómodo en lo actoral que en el canto y en el baile). Una buena oportunidad para disfrutar de teatro al aire libre y en familia.

Más información: http://agendacultural.buenosaires.gob.ar/evento/nunca-digas-nunca-con-silvia-perez/8949
Próxima función: martes 11 de febrero, en Plaza Irlanda (Donato Álvarez y Gaona; Caballito)
Duración: 1 hora y 10 minutos
Fotos: http://www.buenosaires.gob.ar/noticias/continua-teatro-en-las-plazas-en-almagro

sábado, 27 de julio de 2013

Crítica de "Las mujeres de Fellini", de Valeria Ambrosio, con música de las películas de Federico Fellini

Crítica de Las mujeres de Fellini

Buenos Aires, Argentina.
Temporada 2013 (Teatro IFT).


Calificación: 7/10


Nota: La calificación evalúa esta propuesta como un concierto, y por eso su nota no es comparable con la del resto de las obras criticadas. Entra dentro del ranking de la nueva categoría "Conciertos".

¿De qué se trata?: Este espectáculo, entre concierto y musical conceptual, no tiene una historia, sino que busca transmitir el delirio y la genialidad del genial director italiano Federico Fellini a modo de concierto, a través de canciones de sus cintas. Estas serán interpretadas por mujeres que parecen salidas de su creativa filmografía.

El punto fuerte de la obra: la calidad vocal de sus intérpretes. Son todas mujeres experimentadas en musicales, con un gran caudal de voz y excelente preparación. Ninguna desentona. A su vez, sus diferentes estilos vocales enriquecen los espectaculares arreglos corales (la magistral dirección musical es de Julián Serruya). Vale destacar entonces, a estas magníficas intérpretes: Patricia Browne, Andrea Cantoni, Maria Susana Ceva, Georgina Frere, Iara Lublinsky, Natalia Cociuffo, María Roji y Romina Groppo. Es extremadamente loable, entonces, que apuesten por un proyecto independiente y de bajo perfil, porque demuestra el amor que tienen por su arte y cuánto valoran esta obra.
Todas las actrices, menos Natalia Cociuffo y Romina Groppo, participaron en la versión argentina del brillante musical Nine, estrenada en 1998 en el teatro Metropolitan y protagonizada por Juan Darthés. Esa obra explora la conflictiva vida y mente de Fellini, a través de una especie de alter ego, Guido Contini. Pero, sobre todo, trata su particular vínculo con las mujeres que lo rodean.
Las mujeres de Fellini se desprende de esa obra, para seguir buceando en la cabeza de ese increíble director. Las artistas entran interpretando parte de la obertura de Nine, pero el resto del repertorio será de célebres películas de Fellini, como   (en la que se basa Nine), La Strada, La Dolce Vita, Intervista, Boccaccio ’70, Amarcord, Lo sceicco Bianco (El jeque blanco) y Le notti di Cabiria (Las noches de Cabiria).
Un acierto de la directora Valeria Ambrosio es la decisión de proyectar entrañables fragmentos de esas magistrales películas en unas telas, que emocionan a los amantes del cine. Además, se evocan diálogos de las películas de Fellini.
De Valeria Ambrosio quiero, además, destacar la iniciativa de impulsar el Ciclo Irreverente de Teatro Musical en el IFT. Es una creadora inquieta que apuesta por la producción nacional, y es siempre interesante ver sus proyectos porque se esfuerza por desarrollarlos de la mejor manera posible, rodeándose de talento. Este, ya en su tercera temporada (fue estrenado originalmente en el 2011, en el teatro Apolo, y luego pasó al Teatro 25 de Mayo, en el 2012), no es la excepción, y parte de una gran idea.
La puesta de Ambrosio para Las mujeres de Fellini es sumamente creativa. Con pocos recursos (una silla para cada artista, con su nombre, que ellas cambian de disposición, y algunos elementos de utilería sencillos, como pañuelos rojos, anteojos de sol, narices de payaso o cigarrillos), hace que sus actrices transmitan mucho. Las interpretaciones adquieren muchos matices, de la mano de sus inmensas actrices. Lo maravilloso es que, sin haber una trama, ellas siempre encuentran algo que hacer, aún cuando no están cantando. Cada una está metida dentro de un estereotipo fellinesco, y lo sostiene hasta el final (bien resuelto, por cierto). Se nota que la directora comandó un trabajo intenso para buscar a cada personaje. Las roles femeninos son muy importantes en las películas de Fellini, y este es un musical conceptual que quiere transmitir esa obsesión del genio, y lo logra.


Otro punto a favor de la dirección es que todas las actrices están integradas, y hay una complicidad entre ellas que es visible en los gestos que se dedican. Se divierten en escena.
Si tengo que elegir algunos momentos musicales, me quedo con los números de Georgina Frere (una técnica fascinante y un cuadro divertido), Romina Groppo (audacia vocal), María Rojí (muy carismática y expresiva) y Iara Lublinsky (una voz potente), pero todos son muy buenos.
Si bien el diálogo es escaso, hay algunos parlamentos interesantes. Sobre todo, el que cada mujer se compara con un instrumento de una orquesta.
Me gustó la disposición de los pocos elementos que hay en escena, que quedan muy bien con la luz que se les aplica (además de las sillas y las telas, hay una escalera, un piano y un rollo de película).
Me sorprendió el sonido. Sin ser de un nivel superlativo, es no obstante muy correcto, y permite escuchar muy bien a las cantantes.
Es una cita obligada para cualquier fanático de Fellini. Pero también vale la pena que quienes quieran escuchar un gran concierto, con voces espléndidas, coros impresionantes y canciones emocionantes, se acerquen al teatro IFT. No aburre en ningún momento.

En resumen: Una puesta mágica e inteligente de Valeria Ambrosio, donde ocho artistas con grandes voces y amor por su trabajo homenajean a Fellini y transmiten su delirio al público, desplegando muchos matices y brindando interpretaciones geniales de canciones de sus películas.

Fotos: https://www.facebook.com/pages/Las-mujeres-de-Fellini/

Más información:
Dirección: Valeria Ambrosio
Teatro IF: Boulogne Sur Mer 594, entre Av. Corrientes y Lavalle
Duración: 1 hora 5 minutos
Funciones: viernes a las 21 hs.

Entradas: $60.


Crítica de "Mágico Rock", de Tatiana D'Agate, con música de Luis Alberto Spinetta

Crítica de Mágico Rock

Buenos Aires, Argentina.
Temporada 2013 (Teatro SHA).

Calificación: 7/10


¿De qué se trata?: Ana es una abogada muy dedicada y responsable, que vive muy estresada. Encuentra paz y felicidad al cuidar de sus plantas. Sus amigos (¿invisibles?) de la infancia, Beto, Hada y Duende, angustiados porque Ana ya no juega con ellos, buscarán volver a acercarse a ella. Utilizarán su magia para generar un acercamiento propicio y tratarán de transformarla a través de la música.

El punto fuerte de la obra: Marisol Otero. Es innegable su solvencia para el género del musical, donde se mueve comodísima. Incluso, en la función a la que asistí, supo disimular su resfrío e integrarlo a la historia, y no se notó mientras cantaba. Es valioso que una muy buena cantante como ella se acerque a una propuesta infantil, porque demuestra la seriedad con que se toma a ese público. Sus canciones reciben un aplauso fervoroso de los espectadores. En lo actoral, transmite acertadamente y con calidez el proceso de transición que sufre Ana a lo largo de la obra (de la desesperación a la liberación), con una cuota de necesario carisma y complicidad, manejando bien el humor.
De paso, comento que su nuevo CD, Musicales on the Rocks, es excelente.

Está bien secundada por Martín Spicki (Beto), Carla Maili (Hada) y Luciano Rosini (Duende), que también tienen oportunidades para destacarse en lo vocal. Apelan a la exageración y al humor físico, algo que los chicos festejan.

La dirección es de Valeria Abrosio, que tiene mucha experiencia en hacer obras con canciones compuestas con anterioridad. Demuestra entender al público infantil, que se entretiene e involucra con la trama y celebra las canciones, además de reírse en algunas oportunidades. Durante el bis del final, utiliza un muy buen recurso, que los chicos adoran.
El libro de Tatiana D’Agate plantea una buena historia para desarrollar el universo creativo y delirante de Spinetta. Hay que remarcar que es muy simple (y predecible), aunque los chicos se interesan por ver qué le sucede a Ana, así que fue astutamente hecho con ellos en mente. Las alocadas y creativas canciones de Luis Alberto “el Flaco” Spinetta le dan relieve al relato, y los padres y los niños se muestran agradecidos por ellas. D’Agate supo establecer una conexión entre la música y la historia, aunque a veces sea de forma débil. Lo que sucede es que es difícil manejar la rica poesía de Spinetta en un contexto infantil. Por eso, el guión no es lo más importante en esta obra, pero prvee una anécdota lo suficientemente sencilla como para dejar que las canciones abran paso al juego y a la transformación de Ana. Suenan “El anillo del capitán Beto”, “Ana no duerme”, “Seguir viviendo sin tu amor”, “Muchacha ojos de papel”, “Rutas argentinas”, “Barro, tal vez”, “Quedándote o yéndote”, “Alma de diamante”, “Dulce 3 nocturno”, “Toda la vida tiene música hoy” y “Despiértate, nena”. Es verdad, hay limitaciones para explorar dentro de ellas, pero su inclusión en la trama se justifica por lo que representa para la protagonista abrirse a la música y porque es una forma de comunicarse entre los seres fantásticos y Ana. En efecto, parece que en las canciones de Spinetta está la verdadera magia de Mágico Rock. Sólo a través de ellas Ana puede reflexionar sobre su identidad.
Hay, también, bienvenidos guiños hacia los adultos, relacionados, por ejemplo, a las telenovelas colombianas, al Tubby 4 y al Facebook (lo que me recordó, al margen, que Marisol Otero nunca me aceptó como amigo en Facebook, pero la sigo apreciando).
En fin, el libro es accesible para chicos de distintas edades. Y si no entienden el significado de la palabra “corrupto” y deben preguntar a sus acompañantes, estos tendrán muchos ejemplos para proveerles.

La escenografía de Ana Repetto (el espléndido jardín de la casa de Ana) es sumamente atractiva. El vestuario de Gustavo Alderete y la caracterización de Lucila Reche son trabajos muy correctos y vistosos.
La coreografía de Vivi Wlosko suma algunos momentos divertidos, permitiéndole seguir jugando a los artistas.
La iluminación Alejandro Velázquez es adecuada para generar distintos climas, contribuyendo también a mostrar el cambio en la vida de Ana.
La dirección musical es de Javier López del Carril y Lisandro Etala.

En resumen: Un musical que busca innovar a partir de las posibilidades que le brinda la delirante música del “Flaco” Spinetta, partiendo de una historia simple y accesible a todos los chicos. Valeria Ambrosio logra que los niños estén en contacto con el rock nacional y lo disfruten (junto con los adultos). Marisol Otero tiene una fuerte presencia escénica y refleja el cambio de su personaje con su carisma y su voz. Martín Spicki, Carla Maili y Luciano Rosini transmiten diversión. La escenografía es sumamente destacable. La obra fomenta la imaginación y deja un lindo mensaje: ser auténtico es el camino de la felicidad.

Fotos: https://www.facebook.com/magicorockmusical



Más información:
Dirección: Valeria Ambrosio.
Teatro: SHA (Sarmiento 2255).
Duración: 1 hora y 15 minutos.
Funciones: domingo 28 a las 17hs. despedida.
Entradas: $120.
Promoción: 2x1 con Club La Nación.


Nota: Al ser infantil, la nota asignada a la obra obviamente tiene en cuenta el público principal al que se dirige la propuesta.