Categoría: EVENTO ESPECIAL
Crítica del festival Ciudanza 2014
Buenos Aires, Argentina.
Temporada 2014 (Plaza Estado del
Vaticano y Plaza Mitre).
¿De qué se
trata?: Un festival gratuito organizado
por el Gobierno de la Ciudad
de Buenos Aires, donde 12 propuestas de danza de distintos coreógrafos se
montan en espacios públicos.
Hasta ahora me había negado a escribir sobre espectáculos
estrictamente de danza, por no estar demasiado relacionados con el tema del
blog. Por eso, sí comenté sobre coreografías en musicales y su función (o no)
dentro de la historia, y cómo transmiten los sentimientos de los personajes, así
como el baile en el marco de un music hall o un concierto. Si bien me sigue
pareciendo que hay que respetar a la danza como un mundo separado y con reglas
propias (y críticos particulares), al ser Ciudanza
un festival popular, consideré que podía dar mi visión al respecto. Así, decidí
explorar muy brevemente cómo el baile sirvió como vehículo de expresión en cada
propuesta. Puse calificaciones a cada una de las piezas que vi (cabe aclarar
que no presencié todas), y el promedio final sería 6.4 (aprox.).
Traté de que los puntajes estuvieran bien diferenciados, para mostrar
claramente cuáles fueron mis preferencias. De todas formas, valoré todo el
festival (ninguna de las coreografías estuvo de más). Ojalá siga funcionando
como canal para la danza independiente, y que el público lo siga respaldando.
Por suerte, ya está programada una nueva entrega para el año que viene.
Paraíso, de Edgardo
Trabalón: 6
Edgardo Trabalón (primer bailarín del Teatro Colón y
coreógrafo de Paraíso) y Daina Ruiz (también
del ballet estable del Colón) dieron el necesario toque clásico a un festival
donde predomina lo contemporáneo. Digo que era necesario en función de
diversificar y representar otro tipo de danza, pero no por el preconcepto errado
de “si es clásico, es bueno”. Si bien los espectadores pudimos disfrutar de la
línea de los intérpretes y su pulcro estilo, la propuesta me resultó demasiado
breve. Se podría haber utilizado más la escalinata del Teatro Colón, el pasaje
de música era repetitivo y la elección del vestuario fue bastante extraña.
Alud, de
Florencia Vecino y Manuel Attwell: 4
Esta experimentación también fue demasiado corta, y
ese es su mayor problema (el video podría haber sido acortado y el baile,
extendido). Por lo demás, de una forma simple pero concreta nos transmitió los
sentimientos de alteración radical de todo lo que parecía ordenado y la posterior
claustrofobia, al no poder reaccionar contra esto. La idea de empezar la
performance con un ritmo lento e ir acelerándolo fue una tendencia seguida por
muchas de las coreografías de este festival, y eso les quitó cierto factor
sorpresa.
Una constante,
de Juan Jesús Guiraldi: 9
La coreografía más destacada que vi en Ciudanza 2014. Este grupo fue el que
mejor cumplió con la consigna de intervenir el espacio público. La plaza se vio
completamente invadida por el vértigo de los bailarines, que la recorrían con
fluidez, como animales liberados en su hábitat natural. Demostraron destreza y
plasticidad para llevar adelante movimientos complejos, con fuertes ecos de la
disciplina parkour, revitalizando cada espacio con contorsiones o
deslizamientos. En cuanto a la simbología, por lo que mostraba en paralelo el
video, la pieza puede habernos querido hablar del caos diario de la ciudad de
Buenos Aires (a partir del desenfreno de los artistas), así como de su
capacidad para sorprender a sus habitantes… tanto en el buen sentido como en el
malo. Además, parecía querer transmitir el concepto de que cada uno posee libertad
para cambiar la realidad de todos los días, a partir de la irrupción de
conductas asombrosas en lugares que consideramos comunes y corrientes. O tal
vez haya que poner el foco en el hecho de que, en la filmación, nadie de los
que estaban alrededor de los bailarines los observaba, como si fueran seres
incomprendidos, o como si el resto estuviera demasiado ocupado con otra cosa.
Río conmigo,
de Diego Franco: 7.5
Esta compañía también planteó un recorrido
interesante por la plaza, demandando la atención de los espectadores con una
propuesta conceptualmente ecléctica (al menos, a primera vista). De todas las
que vi, esta coreografía fue la que hizo mejor uso del humor. Sobre todo, a
partir de la divertida fonomímica de la canción “El amor no se puede olvidar”,
del dúo Pimpinela (a todo esto, había unos turistas a mi lado que quedaron
desconcertados). Destaco también la coordinación del grupo para las escenas en
conjunto, donde cada uno estaba mirando hacia adelante.
Piezas representadas en la Plaza Mitre :
Los cuerpos,
de Ramiro Cortez y Federico Fontán: 7
Una coreografía intensa y demandante, cuyo punto
fuerte fue su originalidad. Ramiro Cortez y Federico Fontán bailaron en forma
expresiva, y jugaron con las pausas para contar esta historia. ¿Se trata sobre
la importancia de asumir la esencia o ilustra una transformación? Este proyecto
que obtuvo el visto bueno de la
Bienal de Arte Joven en Buenos Aires demuestra que la danza
no necesita un gran número de intérpretes para cautivar al público. El final
estuvo muy bien resuelto.
Vestidos de gracia, de Leticia Mazur: 7.5
Esta es la primera vez que un coreógrafo invitado por
Ciudanza monta una coreografía para
la compañía de danza del IUNA (Instituto Universitario Nacional del Arte). El
manejo de los tiempos marcó la primera instancia de Vestido de gracia, en la que los bailarines adoptaban distintas
poses en la colina, manteniéndolas por algunos segundos, para luego cambiar a otras.
Con un vestuario que hacía referencia a los Jardines delVestidos de gracia no siguió esa línea, sino que los bailarines se
mostraron más unidos que nunca, cantando una melodía primitiva y melancólica, y
probando distintas frutas, que se iban pasando mientras estaban montados unos
sobre otros. ¿Querría mostrar esta última parte la sexualidad en los tiempos
modernos? Los bailarines se sacaron las hojas de parra de su ropa interior y las
ubicaron en sus rostros. Esto me recordó la comparación que hizo el filósofo
Joseph Pieper, que sostuvo que, hoy en día, “la hoja de parra se ha cambiado de
sitio: lo que ahora cubre es el rostro”.
Edén, ¿nos estarían
acaso tratando de mostrar la calma reinante antes de la aparición del pecado en
el mundo? El título propone una interesante paradoja: pese a la aparente desnudez,
los personajes estaban vestidos de gracia. Lo que siguió a ese primer momento fue
muy atractivo visualmente, con los artistas perdiendo el conocimiento y rodando
cuesta abajo (y volviendo a subir, saltando sobre quienes seguían girando) y
con el genial montaje de la bajada de uno de ellos propulsado por una cadena
humana. Según el relato bíblico, fue con el pecado original que los hombres se
dieron cuenta de su desnudez, y esto les dio vergüenza.
Taller de Luis Biasotto: 3.5
Biasotto trabajó a partir del absurdo. Más allá de la
puesta, esto apareció muy marcado en el texto y el vestuario (desfilaron el
Hombre Araña, Eva, una gallina, un luchador de catch, un fantasma, entre otros). Si bien la primera parte parecía entretenida, coreográficamente se volvió repetitiva. Además, me pareció inadecuada la provocación en base a la figura de la Virgen María
(a quien se la veía besando a Nerón). En vez de lograr el efecto esperado, ésta
resultó extremadamente básica. Sobre el segundo tramo, la propuesta repuntó, y
los intérpretes pudieron lucirse más en el momento de los bailes poco ortodoxos
en pareja. La guerra de almohadas y el abrazo a uno mismo también fueron
decisiones simpáticas.