Categoría: PELÍCULA
Crítica de Bien de familia,
una película musical
Buenos
Aires, Argentina.
Temporada
2016 (Ciudad Cultural Konex).
¿De qué se trata?: Marcos
(Eliseo Barrionuevo) vuelve a su pueblo natal a raíz de la muerte de su padre
(Mario Angelomé). Allí, se reúne con sus dos hermanas, Olivia (Delfina Oyuela)
y Victoria (Celeste Sanazi), e irrumpirá en su vida Clarisa (Jimena González).
Parte del legado paterno involucra a un pequeño tren sobre en que los chicos
del lugar solían divertirse, que generará discordia entre los jóvenes.
Bien de familia
resulta, a priori, un proyecto llamativo. Desprendido de una tesis realizada
para la Universidad de Buenos Aires, el experimento tomó vuelo propio y llegó a
presentarse en el reconocido Festival Internacional de Cine de Mar del Plata.
La película reúne en pantalla a actores con formación en teatro musical y
utiliza canciones originales de Francisco Ruiz Barlett, de sostenida incursión
en el género. Como en toda película musical, se presenta como desafío que: a)
no parezca una obra filmada, y b) no se perciba como un film en el que se
incrustaron un par de videoclips pasatistas. Por suerte, Bien de familia supera estas trabas y brinda un metraje que se
disfruta fácilmente, pero que también presenta varios momentos que aprovechan
las posibilidades narrativas de lo cinematográfico. Por ejemplo, la secuencia
en la que Ernestito (Federico Fernández Wagner) canta acerca de un cazador
utiliza una edición fragmentada y acelerada para mostrar otras dos situaciones
en paralelo. Sin embargo, allí es la música, con su tempo y su letra, la que le
termina integrando el sentido de todo lo que está sucediendo en simultáneo.
Otra demostración de cómo lo fílmico puede realzar lo musical se da cuando Úrsula
(Lucila Gandolfo), la adivina/bruja del pueblo, interpreta una canción en la
que le revela a su sobrina por qué le gusta su profesión. En vez de centrarnos
solo el intercambio entre ellas dos, vemos un resumen de los clientes que se
acercan al lugar y vuelcan sus preocupaciones, quedando el diálogo entre las
parientes como una suerte de sound flow
musical. De esta forma, se evidencia una cuidadosa planificación por parte de
la directora, Eugenia Fontana, quien utilizó principalmente las canciones de
Ruiz Barlett para meterse en el plano subjetivo de los personajes. De hecho, las
melodías pop contrastan con la tranquilidad que caracteriza al pueblo bonaerense
Alberti, que está bellamente retratado (cualquiera que haya ido a un lugar
semejante conoce sus reglas y sus tiempos… y sus siestas).