Categoría: OBRA CON MÚSICA
Crítica de Criatura
Emocional
Título original: Emotional Creature (2012)
Basada
en el libro I Am An Emotional Creature: The
Secret Life Of Girls Around The World (2010)
Buenos Aires, Argentina.
Temporada 2014 (Teatro Tabarís).
Nivel: 6 /8
(Falta 1 obra para completar el grupo de 3)
¿De qué se trata?: Un collage
de monólogos y canciones que recorren historias de jóvenes mujeres alrededor
del mundo, que exponen sus preocupaciones y su visión de algunos aspectos de la vida.
El punto fuerte de la obra: la dirección de Fernando Dente.
Si hay algo que no
puede reprochársele es que no haya hecho una versión personal de la obra. En
sus óperas prima, muchos directores
tienden a imitar a otros u optan por la indefinición. Esto no sucedió con
Dente, puesto que se nota que detrás de todo lo que se ve hubo seguridad en el
planteo o elección estilística, dándole unidad a la pieza (algo que no es
fácil, porque la obra lidia con situaciones aisladas). A pesar de que creo que,
en algunas escenas, hubiese sido más interesante tomar caminos alternativos
para contar la misma cosa, esta apreciación tan subjetiva no anula el hecho de
que Dente le haya dado una impronta propia a Criatura emocional, y que la haya sostenido a lo largo de todo el
texto, y esto es algo que a directores con más obras en su haber les sigue
costando.
La puesta es muy
dinámica, casi reproduciendo el ritmo con que las jóvenes consumen el contenido
virtual hoy en día. No por esto carece de matices, que están oportunamente
introducidos por las transiciones de Dente. Por momentos considerablemente oscuro
y por otros humorístico, el texto de la estadounidense Eve Ensler podría haber
caído en una sucesión de golpes bajos (con algún puñado de chistes para
disimular) si no hubiera habido alguien que lo comprendiera y supiera domesticarlo.
Sin adelantar demasiado, se puede decir que son virtudes de la puesta la
ruptura de la cuarta pared, la interacción entre las chicas a pesar de que sea
una sola la que esté hablando, el diagrama para ubicarlas en escena cuando
participan todas (la mayoría de las veces) y la creación de distintos contextos
a partir del trabajo actoral en conjunto, según el tono que necesite cada
monólogo. Como verán, en definitiva, todo esto tiene que ver con cómo integrar
a un grupo en una obra donde el protagonismo va rotando constantemente. Más
meritorio aún es lo que pudo lograr el director con un grupo con escasa o nula
experiencia en las tablas.
Las chicas de elenco
hicieron sus primeros pasos en distintos medios, que tienen su propia forma de
trabajo: el cine, el la T.V., el modelaje y el teatro musical. Aparte de los
esfuerzos ya mencionados, un factor determinante para integrarlas estuvo en la
elección de los monólogos que le tocaba a cada una. Así y todo, se puede
reconocer en seguida una diferencia de niveles entre las actrices, aunque todas
parecen tener una buena predisposición para aprender.
La revelación de
la obra es Martina Juncadella (si bien este no es ni por asomo su primer
trabajo como actriz). Conste que no lo digo sólo porque le hayan tocado papeles
dramáticos en sus monólogos, sino que destaco también su actitud en escena aún
cuando no es el foco de la atención. Obviamente, más allá de esta apreciación
global, es en los monólogos donde tiene más posibilidades para poner más
recursos en juego. Compenetrada e intensa, pero sin afectación, brinda los
momentos más conmovedores. Sus personajes están destrozados, pero bien
plantados frente a sus convicciones, y Juncadella no se deja llevar ni por una
punta ni por la otra, humanizando a su criatura (emocional, claro).
Seguramente, mucho de este valor diferencial con respecto a otras actrices de
su generación se debe a la posibilidad de haber actuado en películas desde una
corta edad, y haberse regido por sus tiempos y su forma de trabajo.
Ángela Torres es
otra actriz que adquiere una gran presencia a partir de su histrionismo
innegable, que sigue ejercitando en Criatura
emocional. Claro, tiene ángel, algo que es difícil de adquirir porque suele
ser innato, pero se nota que además se preocupa por crecer como intérprete. Seguramente,
si sigue probándose a sí misma, pueda llegar a convertirse en una artista de
peso y completa. En este espectáculo, es quien despliega las mejores armas
vocales.
Manuela Del Campo
adopta cómodamente un registro standupero
que no queda para nada mal parado, y contrarresta con esto los tramos menos
interesantes de sus monólogos.
Candela Vetrano
protagoniza una escena inesperada, que parece salida de otra obra. Incorporando
cierto surrealismo e incertidumbre, el texto sorprende, estremece y descoloca
en el buen sentido, echando mano del lirismo de retratar algo complejo. Tal
vez, el momento más osado de la propuesta, en contraposición a otros que
manifiestan una intención de provocar mucho más detectable. Bien por la
decisión de Dente en este cuadro.
En su debut
teatral, Delfina Chaves aporta simpatía y se la nota muy feliz por estar sobre
el escenario, mientras que el fuerte de la también debutante Katja Martínez se
da en la interacción con sus compañeras: uno le cree que son amigas, y esto la
ayuda a afirmarse durante su primer monólogo, en el que les habla a ellas. En
la función a la que asistí, todavía no se había incorporado Sofía Pachano.
La enérgica
coreografía de Alejandro Ibarra hace que este montaje sea por momentos más
pasional que la versión off-Broadway. Matías Ibarra (director musical) tuvo que
ingeniárselas para que las chicas, con experiencias musicales desparejas entre
sí, pudieran interpretar las canciones sin agitarse. Hay que decir que unos
tramos del espectáculo cuentan con el auxilio del playback, que puede tanto
hundir como salvar. En este caso, gracias al buen sonido de Rodrigo Lavecchia y
Claudio Noguez, ocurre lo segundo. Además, la obra no se declara abiertamente
como “musical” (y no lo es). Al margen, las canciones del sudafricano
Charl-Johan Lingenfelder son más interesantes cuando se meten en el terreno de
la polifonía, que cuadra con el concepto coral del relato (historias de jóvenes
mujeres de distintos países, sin conexión entre sí). Se percibe el trabajo de
Ibarra para alcanzar encauzar las distintas líneas rítmico-melódicas.
El guión de la
estadounidense Eve Ensler tiene los vaivenes propios de una obra ecléctica, que
toca temas como la bulimia, el abuso sexual, el embarazo adolescente, la
esclavitud sexual, el uso del preservativo, el trabajo infantil, la
inconformidad con una foto en Facebook, el aborto, el bullying, las cirugías estéticas, el acoso por usar pollera corta y
la ablación de clítoris. Sin embargo, a veces se queda a mitad de camino. Si
bien Ensler se mete en terrenos pantanosos, podría sacarse un poco las botas de
lluvia e ir más a fondo, como ya hizo en Monólogos
de la vagina. Sobre todo, conociendo su habilidad como escritora y porque
da sobradas muestras de que la obra puede trascender la instancia de ser solo Monólogos de la vaginita (aunque el
personaje de Chaves diría de la concha).
Por ejemplo, un final menos obvio podría haber tenido mejor impacto, pero por
suerte Dente pudo remontar ese cliché
desde la puesta. Un detalle: es raro que Ensler no haya incursionado en la temática
del alcohol, siendo que la relación de las jóvenes con él ha cambiado
radicalmente en los últimos años.
Otra
característica de la versión argentina es que tiene una estética definida
(caracterizada, por ejemplo, por los colores saturados). A esto contribuyeron Darío
Feal (escenografía) y Gonzalo González (luces). Alejandra Robotti completa los
rubros técnicos con un vestuario que habla de mujeres sueltas y
desprejuiciadas.
Cabe destacar que
si uno veía las caras de las espectadoras con edades similares a las de las
protagonistas, podía concluir que se sentían en Walt Disney World. Tuve en
cuenta esto para la calificación, junto con el hecho de que los productos
concebidos para jóvenes suelen tener mediocres resultados artísticos. Aunque la
obra explora el universo femenino, no debería espantar al público masculino.
En cuanto a la
polémica surgida por las publicidades en la vía pública, es evidente que la
gente no tiene tiempo de razonar cuando pasa junto a una carapantalla, y por
eso no entendió el aviso.
Aclaración: ¿Es un musical o
una obra con música? Aunque Plateanet diga que es una “comedia musical”, está
en el límite. Es una obra fragmentada, y las canciones son un cuadro más. No
obstante, para ser un musical, las canciones tendrían que estar integradas a
algunos monólogos y complementarlos, así que opto por denominarla “obra con
música”.
Más información:
Dirección: Fernando Dente
Adaptación: Lily Ann Martin
(buen equilibrio en la trasposición a los códigos locales)
Cover: Jessica Gerez
Teatro: Tabarís (Av.
Corrientes 831)
Precio de las entradas: $200
y $240
Duración: 1 hora y 40 minutos
Funciones: consultar en www.plateanet.com/obras/criatura-emocional-
Apta para mayores de 13 años
con reservas. Los menores solo pueden ingresar acompañados por un adulto
responsable.
quién le hackeó el blog señor? fotos objetificadoras de mujeres, usted? no lo esperaba
ResponderEliminarqué pasó con alentar positivamente a la selección?
Pillo el espectador
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