Categoría: OBRA CON MÚSICA
Crítica de Todas las canciones de amor
Buenos
Aires, Argentina.
Temporada
2016 (Paseo La Plaza).
Una mujer se
prepara para vivir un día emocionalmente agitado, que romperá con su rutina.
Recibirá en su casa a su hijo, que hace unos años decidió instalarse en otro
país. El planteo es sencillo, pero desde el momento en el que Marilú Marini
aparece en escena, su personaje les promete a los espectadores que los llevará
“de la mano”. Es que esta madre no se guardará nada de lo que revolotee por su
mente en las horas previas al ansiado encuentro, que la tiene particularmente
exaltada. Es más, algunas veces pedirá disculpas por el atropello de sus
pensamientos, pero parece ser que sólo al compartirlos encuentra la forma de
ordenarlos. La dramaturgia de Santiago Loza está plagada de imágenes
sensoriales y descripciones puntillosas, dando cuenta del deseo de la
protagonista de atesorar cada sensación que la remita a aquel esperado día. Ya
sea para hablarnos de los nudos de los pies de su marido o contar cómo debió
agacharse para buscar un objeto debajo de un mueble, ella quiere hacernos
partícipe de cada detalle, y Loza encuentra las palabras justas para que el
texto fluya y estimule nuestra capacidad para imaginar lo que se cuenta. Surgirán
anécdotas del pasado y relatos con toques oníricos, y atrás de todo siempre
habrá un torrente de sentimientos, transmitidos con suma calidez y maestría por
Marilú Marini.