Categoría: CONCIERTO
Crítica de Despertar
de primavera en concierto,
a
beneficio de la Fundación Sí
y El Leoncito Dan
Buenos Aires, Argentina.
Temporada 2014 (Teatro El Nacional).
Nivel: 8 /8
(Faltan 2 conciertos para completar el grupo)
(Faltan 2 conciertos para completar el grupo)
“De última, lo hacemos con seis sillas y tres
micrófonos”, fue lo que el elenco le dijo en un principio al director Ariel del
Mastro. Por supuesto, esta frase nos habla de las ganas de todos por revivir el
material y contribuir con dos grandes fundaciones, pero por ahora quiero
centrarme en otra cosa: las sillas. Si bien del Mastro no necesitó nada más para
estructurar este concierto, su planteo no estuvo exento de significado.

Es indiscutible. Estamos pegados al concepto de
silla. Se convierte, naturalmente, en una extensión de nuestro cuerpo que nos
sostiene y fija en un lugar. Mientras escribo esto, estoy sentado en una silla
con cuatro patas, como la mayoría de las sillas. No obstante, se podría
sostener perfectamente con tres patas, así que quien diseñó la silla quiso que
nos sintiéramos muy seguros en ella, más anclados (por supuesto, podría haber
tenido 5, 6, 7 u 8 patas o más, pero son 4: una extra).

El tema es que las sillas de la sociedad que muestra Despertar de primavera bien podrían
haber sido de hierro. En la obra original, se muestra una cultura alemana
absolutamente rígida, anterior a la Primera
Guerra Mundial (también retratada en la película La cinta blanca, de Haneke). Nótese que
todos los personajes adultos (que no estuvieron presentes en la versión en
concierto) son interpretados por los mismos dos actores y prácticamente con el
mismo vestuario. Los adultos de la obra son todos iguales, y si bien siguen las
mismas pautas no saben cómo manejar los problemas que se les presentan a sus
hijos adolescentes.


Cuando volvía de El Nacional, la vi a Genoveva, que
estaba leyendo el diario en un local de comida rápida. Genoveva es una mujer
que vende poemas escritos por ella en la puerta de la parroquia San Nicolás de
Bari. Una vez, pasaba por ahí y le compré un poema, y me pidió que lo recitara
en voz alta. Quiso saber qué formación tenía yo, y le dije que era comunicador
social. Inmediatamente, levantó el billete que le había dado y, mostrándomelo,
me dijo “Te digo algo: esto es comunicación”. Al verla nuevamente, relacioné aquello
con el concierto: este había sido un gran acto de comunicación por parte del
público. Las donaciones, que gracias al trabajo de la Fundación Sí y El Leoncito Dan
llegarán a buen destino, nos hablan de cómo, cuando queremos, podemos organizarnos
para hacer algo bueno. Por cierto, desde la iglesia que se muestra en Despertar de primavera al Papa que nos
pide que hagamos lío hay un gran trecho.
Retomando la dirección de Ariel del Mastro y su
inteligente disposición de las sillas, quiero resaltar la escena de “Lo que
quedó atrás”. Por favor, salteá este párrafo si no viste la obra. Mientras
pensaba en el tema de las sillas que expliqué arriba, también pensé en las implicancias
de una silla vacía, y finalmente apareció en el montaje. Esta canción siempre
me tocó de una forma especial porque yo también experimenté, cuando estaba en
el colegio, lo que es perder a un compañero por un suicidio. Viví un funeral
como el que se muestra en la obra, y pude abrazar a un padre desconsolado. Pero
nunca me voy a olvidar lo que fue ver esa silla vacía en la clase.


La banda fue un soporte importante y tuvo la potencia
necesaria gracias al sonido de Mariano Luna.
El sobresaliente elenco estuvo dirigido vocalmente
por Mariana Jacazzio, una de las mejores voces del musical (quien brindó un
estremecedor momento con Belén Pasqualini en “La oscura verdad”). No soy el
único que piensa que la versión argentina superó a la de Broadway (y esto
sucede pocas veces). Pese a que el éxito no acompañó ni al montaje local ni al
estadounidense (contrariamente a lo que se cree), la obra y la puesta de Buenos
Aires fueron un enorme acierto artístico, y esto sólo se puede decir de
contadas producciones en los últimos años.
En consonancia con la canción final, esperemos que el
material pueda seguir viendo el verano.
Notas:
1) Por cierto, me sorprendió el fanatismo con el que me
encontré en el público. En la primera fila, había un grupo de chicos con
remeras de Despertar… que habían
recorrido una distancia considerable para estar ahí, y una de las mujeres dijo
“Soy la chica más feliz del mundo; más cosas lindas no me pueden pasar”. A uno
le gustaría que hubiera más gente amante del talento en vez de seguidores de
Justin Bieber y tantos otros productos vacíos. Y sí, cuando estoy esperando a
que empiece una obra registro frases interesantes/divertidas/ocurrentes que
dicen los espectadores. Atrás de mí había una señora que creía que iba a ver
una obra que se llamaba “En concierto”. Le decía a unas chicas preadolescentes
que había llevado: “Súbanlo a Facebook y hablen bien de esto, que es algo
único. Después, lean lo del Leoncito Dan”. Muy aplicada.
Dirección: Ariel del Mastro
Asistente de dirección: Pablo Drutman / Stage manager:
Micaela Monti
Producción: Vero Larrea, Luciana López y Diana Frydman
Teatro: El Nacional (Av. Corrientes 968)
Duración: 1 hora y 20 minutos
Función: martes 10 de junio
Elenco: Eliseo Barrionuevo, Leandro Bassano, Cristian
Centurión, Stella Maris Faggiano, Pedro Frías, Mariana Jacazzio, Julieta Nair
Calvo, Florencia Otero, Belén Pasqualini, Micaela Pierani Méndez, Julián
Rubino, Federico Salles y Ayelén Varela
Músicos: Guido Cefaly (guitarra), Daniel Vallejo
(teclados), Martín Nastri (bajo) y Fernando Vallés (batería)
Traducción de las canciones: Cris Morena
Fotos usadas en la nota: Florencia y Verónica Nijensohn
y Fuentes2Fernandez
Prensa y comunicación: Sandra Beerbrayer
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