Categoría: OBRA CON MÚSICA
Crítica de Todas las canciones de amor
Buenos
Aires, Argentina.
Temporada
2016 (Paseo La Plaza).
Una mujer se
prepara para vivir un día emocionalmente agitado, que romperá con su rutina.
Recibirá en su casa a su hijo, que hace unos años decidió instalarse en otro
país. El planteo es sencillo, pero desde el momento en el que Marilú Marini
aparece en escena, su personaje les promete a los espectadores que los llevará
“de la mano”. Es que esta madre no se guardará nada de lo que revolotee por su
mente en las horas previas al ansiado encuentro, que la tiene particularmente
exaltada. Es más, algunas veces pedirá disculpas por el atropello de sus
pensamientos, pero parece ser que sólo al compartirlos encuentra la forma de
ordenarlos. La dramaturgia de Santiago Loza está plagada de imágenes
sensoriales y descripciones puntillosas, dando cuenta del deseo de la
protagonista de atesorar cada sensación que la remita a aquel esperado día. Ya
sea para hablarnos de los nudos de los pies de su marido o contar cómo debió
agacharse para buscar un objeto debajo de un mueble, ella quiere hacernos
partícipe de cada detalle, y Loza encuentra las palabras justas para que el
texto fluya y estimule nuestra capacidad para imaginar lo que se cuenta. Surgirán
anécdotas del pasado y relatos con toques oníricos, y atrás de todo siempre
habrá un torrente de sentimientos, transmitidos con suma calidez y maestría por
Marilú Marini.
La actriz
tiene recursos actorales de sobra, y va desgranando sus monólogos con franqueza
y ternura. Ubicada en el centro del impoluto comedor que propone la
escenografía, es capaz de trasladarnos por distintos rincones del alma de su
personaje con absoluto magnetismo. Por momentos, nos va atrapando en sus
obsesiones o divertidos delirios. Es entonces cuando la iluminación se acopla
al clima interno de su criatura, tal como sucede con los aportes musicales de
Diego Penelas en el piano, dosificados a lo largo de toda la obra. A su vez, la
dirección de Alejandro Tantanian maneja cuidadosamente los tiempos de cada
narración, y busca integrar la palabra hablada con la música. Desde Nino Bravo
hasta José Luis Perales, es a través de un puñado de canciones de amor que la
protagonista siente la presencia de su hijo, aún cuando él no haya llegado.
Este personaje, a cargo de Ignacio Monna, se comunica casi exclusivamente por
medio del canto (y lo hace muy bien). Bajo la dirección musical de Penelas, las
melodías que interpretan Monna y la propia Marini nos hacen comprender que las
canciones son un buen lugar para almacenar un fragmento de una historia de
amor.
Más información:
Teatro: Paseo La Plaza (Av. Corrientes 1660) – Sala Pablo Picasso
Duración aproximada: 1 hora y 30 minutos
Funciones: viernes y sábados a las 20 hs. y domingos a las 19 hs.
Precio de las entradas: $400 a $450 (a la venta en la boletería y en
Plateanet)
Dirección: Alejandro Tantanian
Autor: Santiago Loza
Actuación: Marilú Marini e Ignacio Monna
Dirección musical, arreglos y piano: Diego Penelas
Diseño de vestuario y escenografía: Oria Puppo
Diseño de luces: Omar Possemato, Oria Puppo y Alejandro Tantanian
Vestidor: Héctor Ferreyra
Fotografía: Milwatss - Rodrigo Cecere
Comunicación visual: Gabriela Kogan
Comunicación Digital: Andra Papini y Damián Armocida
Asistentes de escenografía y vestuario: Maria Belén Buda y Martina
Nosetto
Asistentes de dirección: Ernesto Donegana
Prensa: SMW
Producción gráfica: Romina Juejati
Producción ejecutiva: Diego Pando
Producción general: Pablo Kompel
Dirección de producción: Ariel Stolier
Asistente de dirección y stage manager: Ernesto Donegana
Supervisión de sonido: Pablo Abal
Dirección técnica y de montaje: Jorge H. Pérez Mascali
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