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jueves, 8 de septiembre de 2016

Crítica de "Las Noches Blancas", de Ariel Gurevich

Categoría: OBRA CON MÚSICA

Crítica de Las Noches Blancas

Buenos Aires, Argentina.
Temporada 2016 (El Cultural San Martín).


Se sabe que hay varias formas de adaptar una historia preexistente al teatro. Ariel Gurevich optó por el camino de los sentimientos para su transposición de la novela Noches blancas, de Fiódor Dostoievski. El resultado es un texto artesanal, en el que lo que se mantienen son las emociones que atraviesa cada personaje, pese al cambio de género de uno de ellos y a la alteración del tiempo y el espacio de los hechos. El devenir del relato es muy simple, y puede resumirse en escasas líneas, pero es el vuelo poético de la dramaturgia el que abre paso a ciertas aristas de estos seres, de otra forma insondables. Una tensión construida a base de sutilezas va marcando el ritmo, de la mano de la dirección de Gurevich. Lo que importa no es el realismo de las situaciones, dado que lo que vemos y escuchamos está siempre tamizado por la subjetividad de sus interlocutores. Así, por momentos narradores privilegiados y por otros participantes de la acción, los protagonistas van entrelazando sus percepciones, pensamientos y pasiones.

Los intérpretes asumen esta tarea con la autenticidad que requiere el tema de fondo: el anhelo de un amor inasible que no obstante nos hace ser nosotros mismos.
Nelson Rueda interpreta con delicadeza a un hombre anónimo que llegó a habituarse a la soledad y la distancia de los demás. Hay en él cierta ingenuidad contenida, que provoca rápida empatía. Una noche, encuentra a un joven angustiado (Esteban Masturini) y lo invita a su departamento. Este último le contará que quiere reconquistar a una mujer que lo ignora, y a eso se debe su desazón. Ambos acuerdan repetir el encuentro durante las noches subsiguientes, pero el visitante pondrá una condición: que el dueño de casa no se enamore de él. Masturini realiza una de sus mejores composiciones, balanceando fragilidad y resolución, y desenmascarando a su criatura través del canto. Silvana Tomé completa el trío actoral en el rol de la portera española, fiel confidente del personaje de Rueda. Suma pinceladas de humor, pero también sobrevuela el triángulo amoroso principal, con impotencia por no poder incidir en él.

Las canciones suelen irrumpir sin aviso, como apuntes sobre algo que ha sucedido. Le dan un tono particular al montaje, junto con la sencilla coreografía de Mecha Fernández, que busca el absurdo y desestructura la puesta. La iluminación de Leandra Rodríguez le va dando vida al ambiente blanco y despersonalizado que crea la escenografía de Ana Sarudiansky.


Más información:
Teatro: EL Cultural San Martín – Sala 3 (Sarmiento 1551)
Funciones: jueves a domingos 20:30 durante septiembre; jueves a las 20:30 en octubre
Precio de las entradas: $ 110 (jueves, día popular: $ 90)
En venta en el centro cultural: 4374-1251/59 (int. boletería: 2241) y también online:  www.tuentrada.com
Duración: 1 hora y 20 minutos

Dramaturgia y dirección: Ariel Gurevic
Elenco: Nelson Rueda, Esteban Masturini y Silvana Tomé
Banda sonora: Diego Vila
Coreografías: Mecha Fernández
Escenografía: Ana Sarudiansky
Realización de escenografía: Mariana Ayala
Diseño de luces: Leandra Rodríguez
Asistencia de iluminación: Susana Zilbervarg
Vestuario: Jam Monti
Fotografía: Nacho Lunadei
Productora: Maite Iparraguirre
Prensa: Carolina Alfonso
Asistencia de dirección: Juan Abuaf Calero


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