Categoría: OBRA MUSICAL
Crítica de Aquí NO podemos hacerlo
Buenos Aires, Argentina
Temporada 2016 (Teatro El Cubo)
Nivel: 7 /8
¿De qué se trata?: Rodolfo, un dramaturgo y director busca montar un musical, pero no puede conseguir el apoyo necesario. No obstante, decide convocar a una serie de intérpretes para convencerlos de que se sumen al proyecto.
El punto fuerte de la obra: las coreografías de Nicolás Pérez Costa.
Cuando se trata de musicales sobre audiciones, el punto de referencia indiscutible es A Chorus Line, que se estrenó en Broadway en 1975. Tres años más tarde, subía a escena en Buenos Aires Aquí no podemos hacerlo, una obra que también indaga en el proceso previo a la conformación del elenco de un musical, pero que pone de manifiesto problemáticas diferentes. Treinta y ocho años después, sigue siendo una pieza fundamental para comprender las bases del teatro musical argentino. Por eso, el primer acierto de esta quinta versión (en esta oportunidad dirigida por Nicolás Pérez Costa) es haber decidido que la historia transcurriera en 1978. Esto se nota apenas se ve el vestuario de Flor Blejer, que irrumpe con todo su colorido en la primera escena, llenando un escenario despojado. De esta forma, se fuerza al propio espectador a trasladarse del pasado al presente para que él mismo evalúe qué planteos siguen vigentes (una pista: son muchos).
A su vez, sirve como un homenaje sostenido a una época de
incertidumbre con respecto al futuro del musical argentino, y a todo el equipo
creativo y artístico que participó de la primera puesta de Aquí no podemos hacerlo. Según contó Pepe Cibrián Campoy, autor y
director de la pieza original, en su momento trabajó en formato de lo que hoy
llamaríamos workshop, armando el
libro en base a improvisaciones de los actores. Ellos ensayaban en el sótano de
una casa de la familia de Sandra Mihanovich (que encarnó a una de las
protagonistas) y no lograban que ningún productor importante aceptara financiar
la obra tal cual era. Finalmente, José Cibrián y Ana María Campoy se encargaron
de costear el proyecto.
Pese a la comentada elección estética, la puesta de Pérez Costa no
deja de tener una impronta moderna. De todas formas, Aquí no podemos hacerlo ya era un musical arriesgado para su época
porque es esencialmente conceptual. No es una historia lineal la que sostiene
la atención del público, sino la forma en la que los personajes exponen su
relación con el teatro y con los demás, y los descubrimientos que van haciendo
sobre sí mismos. Pérez Costa demuestra comprender el texto, y por eso le otorga
peso el desenvolvimiento de los protagonistas. Los personajes parecen muy
confiados de quiénes son cuando se reúnen por primera vez a discutir sobre la
obra a la que son convocados. Sin embargo, descubren ser absolutamente
inseguros y frágiles, a partir del contacto con las historias de sus compañeros
y, frecuentemente, por el hecho mismo de pisar un escenario y exponerse.
La música de Luis María Serra acompaña de manera perfecta las
letras de Cibrián, permitiéndoles a estos seres sacarse las máscaras,
despojarse de los prejuicios y mostrar quiénes son realmente. Indudablemente,
Verónica no piensa lo mismo en su primer solo que en el segundo, un baile puede
cambiarle radicalmente la perspectiva a Daniel y Bárbara no puede hacerse cargo
de su sufrimiento y resignación hasta los últimos versos de su canción. Al ser
una obra conceptual, sabemos que no tenemos que tomar todo literalmente, y de
esa forma podemos detectar aquello que esconden los personajes, y que puede ser
ignorado por quienes lo rodean (véase el caso de Mitito, sobre el final).
Varios de estos roles implican un importante desgaste, siguiendo
el mandato de Rodolfo (autor y director de la obra dentro de la obra), quien
habla sobre dejar todo en cada función. A propósito, resulta interesante que
este personaje sea interpretado por Pérez Costa, porque él tiene un dominio
especial de los tiempos de este relato. El elenco, de calidad homogénea, está a
la altura de los estereotipos que encarna, sabiendo que lo que deben construir
es algo que se parezca a la realidad sin ser demasiado realista. De esta forma,
composiciones como las de Tatiana Luna (Pamela Houston) y Manuela Perin
(Verónica) aportan el necesario toque de humor delirante. Pese a que el nivel
general de canto fue siempre prolijo, pasada la tensión de la primera función
seguramente habrá mayor soltura en algunas de las interpretaciones vocales.
Este factor, unido a un leve ajuste en el sonido (para amalgamar mejor lo que
está pregrabado con lo que se canta en vivo) potenciaría ciertos números
musicales.
Un punto alto de esta versión es el ensamble, y por eso vale
destacar el criterio adoptado en el proceso de selección. Las multitudinarias
coreografías de Nicolás Pérez Costa son potentes e insuperables, y el elenco
puede transmitir tanto enojo como pasión en los cuadros grupales. Además, el
baile resulta un vehículo de expresión singular para los personajes de Joan
Ramis y Taisa Isola.
En mi opinión, el mensaje más significativo de la obra es que
invita a salir del molde, a arriesgarse aunque cueste. A diferencia de la trama
de A Chorus Line, en este caso el
elenco ya está definido por el director. De hecho, es lo único que tiene: le falta
un teatro, productores, y básicamente todo… pero sobre todo le falta que los
actores confíen en que la obra en cuestión se puede llevar a cabo en Argentina.
Hoy, sigue siendo un enorme desafío montar un musical en nuestro país y hay
quienes insisten que “aquí no podemos hacerlo”. Mientras tanto, en el teatro El
Cubo, un grupo de personajes se pregunta si es posible unirse contra las
adversidades y, sobre todo, superando los propios condicionamientos.
Teatro: El Cubo (Zelaya 3053, zona de
Abasto)
Funciones: sábados a las 21 hs.
Precio de las entradas: $150 (filas 9 y
10), $200 (filas 6 a 8) y $300 (filas 1 a 5)
Duración: 2 horas
Dirección general y coreografías: Nicolás
Pérez Costa
Libro y letras: Pepe Cibrián Campoy
Música original: Luis María Serra
Arreglos musicales: Ángel Mahler y Luis
María Serra
Elenco: Nicolás Pérez Costa (Rodolfo),
Manuela Perin (Verónica), Tatiana Luna (Pamela Houston), Julieta Rapetta (Lupe),
Joan Ramis (Daniel), Nayla Vieytes (María), Agustina Cedraschi (Bárbara), Federico
Gara (Mitito), Taisa Isola (Jenny), Denise Depauli (Debie), Martín Nahuel
Alongi, Sacha Bercovich, Antonela Misenti, Juan Damián Benítez, Pedro Estrada,
Mariana Gaud Arena, Eugenia Spallanzani, Melisa Nievas, Juan Fonsalido, Rocío
Medina, Federico Cubito, Florencia Ballester (reemplazo) y Matías Vega
(reemplazo)
Diseño de vestuario: Flor Blejer
Fotografía y diseño gráfico: Emiliano
Páez
Audiovisuales: Iñaki Aguirre
Asesoramiento en acrobacia: Hernán Gay
Montaje de percusión corporal: Agustín
Morcillo
Jefe de escenario: Alan Gejtman
Prensa: WE Prensa
Asistencia de dirección: Matías Vega
Asistencia de producción: Tamara Bur
Asistencia de coreografía: Taisa Isola y
Melisa Nievas
Adaptación y dirección coral: Emilio
Yapor
Producción ejecutiva: Estanislao Otero
Valdez
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