Categoría: OBRA MUSICAL
Crítica de Orlando, despierta!
Basada
en la novela Orlando (1928),
de Virginia Woolf
Buenos Aires, Argentina.
Temporada 2014 (Sala Siranush).
Nivel: 8 /8
(Faltan
2 obras para completar el grupo de 3)
¿De qué se
trata?: Una biografía en escena,
donde su protagonista, Orlando (Pablo Martínez y Sabrina Macchi), atraviesa
varios siglos sin envejecer, pero se somete a una transformación física
inexplicable.
Macchi está todo el tiempo en escena y asume dos
roles distintos (el de biógrafa en la primera parte y el de Orlando en la
segunda). Incluso cuando no encarna al protagonista, es ella quien lleva
adelante gran parte del complejo ritmo de la obra y permite que sus compañeros
se articulen a él. La asimilación de este pulso tan especial se percibe en su
inteligencia para el manejo de la proyección de su voz hablada. Hay que tener
en cuenta que le toca representar a un Orlando que está más psicológicamente
enmarañado que el de Pablo Martínez, porque a la luz del extraño acontecimiento
se despiertan en él/ella muchas preguntas, reflexiones, contradicciones y
dudas. Macchi maneja esta situación con mucha expresividad, a tal punto que
logra que le creamos perfectamente el concepto de “la misma persona; distinto
sexo”. Además, acentúa la impulsividad de Orlando, demostrando que no hay que
sobreactuar para ser pasional.
El director Leo Bosio y la asistente de dirección
Yanina Groppo supieron encauzar el frenesí del texto en un montaje ejemplar.
Hay mucho trabajo detrás, y se nota en seguida. Desde el vamos, porque hay una
reflexión acerca de cuál es la mejor forma para dar vida a cada cuadro de esta
historia episódica. Luego, porque se pudo traducir esto al elenco. Por suerte,
este es de un nivel homogéneo y reproduce los planteos de Bosio con exactitud y
una buena cuota de arrojo. Por eso, este es uno de los (injustos) casos donde
hay que hablar de los artistas en bloque. Además de Macchi, integran el elenco Pablo
Martínez (que superó lo que había conseguido en roles anteriores), Josefina
Scaglione, Agustina “Seku” Faillace, Guillermina Caro, Romina Casella, Federico
Coates, Jano Piccardo, Nicolás Russell y el propio Leo Bosio. Sí me permito
resaltar nuevamente que Scaglione es sin dudas una de las mejores artistas que
haya pisado el escenario del musical (tal vez la mejor). En Orlando, vuelve a compenetrarse con cada
personaje y a poner en evidencia que tiene una voz increíble. De hecho, en
general, Orlando desafía la
ductilidad de sus intérpretes, al hacerlos encarnar varios personajes y
alternar entre ellos en breves lapsos temporales.
Retomando la poco convencional puesta, su rasgo más
contundente son las ágiles transiciones, que requieren concentración por parte
de los actores. Lo más importante de ellas es que son funcionales a la
historia. Orlando vive varios siglos pero no envejece, y todo a su alrededor va
mutando drásticamente sin que él se asombre demasiado (sin que despierte). Nótese con qué sutileza el
relato va rozando lo fantástico hasta que nos vemos metidos de lleno en ese
mundo cuya única constante (Orlando) también tiene algo de indescifrable.
Asimismo, hay un buen manejo de los climas, reproduciendo el vaivén entre lo irónico,
lo insólito, lo satírico, lo dramático y hasta lo existencial de la novela
original. Destaco el tratamiento de las escenas de erotismo y la distribución
de los actores para las escenas en grupo. La iluminación de José Luis Calvo se
integra al criterio del director.
En cuanto a la adaptación del texto, Bosio logró una
síntesis admirable. Es más, solo asimilando bien el material original es que un
director le puede dar su propia impronta sin que pierda su esencia. Conservó, a
su vez, el lirismo de Virginia Woolf, su filosofía y sus planteos. Creo que a ella
le hubiera gustado esta versión, y si escribir realmente es el acto de una “voz
tratando de contestar a otra voz”, podemos decir que la respuesta de Bosio a
Woolf le hace justicia (y no es poca cosa). Sin ánimo de adelantar nada,
acierta al prolongar la idea de la inglesa.
Jano Piccardo compuso las canciones, que no son
muchas pero encajan bien tanto en el relato como a cada período histórico.
Resalto una canción interpretada por Romina Casella (con un buen vibrato, por
cierto). También hay pasajes instrumentales.
Mariano Botindari armó la coreografía teniendo en
cuenta el dinamismo de la puesta por un lado y, por el otro, la premisa de
“desfile de modas” con la que se describe el espectáculo. A propósito, Walter
Jara diseñó un vestuario ecléctico, en la línea del anormal discurrir de los
personajes y épocas. Los períodos de tiempo están oportunamente señalados en el
video de Pablo Rodino, y se muestran algunas pinturas.
La escenografía de Tatu Ravotti comprende algunos
elementos simples y despojados de decoración, que entran y salen tal como todo
en la vida de Orlando.
Me da la sensación de que se puede describir a este
personaje como una piedra estancada en una corriente de agua, que intenta
arrastrarla o, a lo sumo, taparla o ponerla a dormir. A veces la mueve unos
centímetros y se vuelve a estancar. Además, como toda corriente, va trayendo
los más diversos elementos. Como sea, esta puesta posee la creatividad que le
falta a muchos montajes de musicales argentinos, y su visión vale la pena para
todos aquellos que se animen a disfrutar de un trabajo experimental bajo las
serpenteantes ramas de una encina etérea… cuyo follaje nos oculta el paso de
las horas, aquellas a las que Woolf contemplaba con desconfianza.
Más información:
Dirección: Leo Bosio
Asistente de dirección: Yanina Groppo
Stage managers: Giuliana Panvini y Eric Báez
Títeres: La Borgo
Macchine
Prensa: MBocciaRP
Producción ejecutiva: Roni Isola y Ramiro Méndez Roy
– Siete Colores Producciones
Producción general: Mariano Grisolía
Teatro: Sala Siranush (Armenia 1353)
Precio de las entradas: $120
Duración: 1 hora y 50 minutos
Funciones: lunes a las 21 hs.
Promoción: 2x1 con Club La Nación Premium
Twitter: @OrlandoWakeUp
Fotos: Maxi Aznarez
No hay comentarios:
Publicar un comentario