Categoría: UNIPERSONAL MUSICAL
Crítica de Siempre quise ser Bette Davis
Buenos Aires, Argentina
Temporada 2015 (Molière Teatro)
Nivel: 6.5 /8
¿De qué se trata?: “Unipersonal que cuenta la historia de Flora Consuelo
Gutiérrez, quien desde niña y por una profunda admiración y forzada empatía con
Bette Davis, intenta una y otra vez una carrera como actriz”. - Comedia
“Nunca acepté órdenes de nadie. Mientras viva, nunca
aceptaré órdenes de nadie. Soy joven y fuerte y nada puede afectarme”, dice
Judith, el personaje de Bette Davis en la película Amarga Victoria (1939). En ese film, Davis tiene un tumor y pierde
la visión, y esto resulta más trágico cuando es contado a través de sus enormes
ojos. Muchos hemos visto alguna vez a la eterna sufriente de los dramas
románticos de Hollywood de los años 30 y 40, pese a no haber sido
contemporáneos a sus años de estrellato. Bette Davis es un ícono, como lo son
su carácter y su cigarrillo. Y resulta que, como todo ícono, suscitó (y
suscita) admiración en sus fans. Siempre
quise ser Bette Davis parte de la historia de una de sus admiradoras, pero
es mucho más que eso.
Entre otras cosas, la obra nos hace reflexionar sobre
qué es lo que mueve a una persona a adoptar un ídolo (algo de esto también se
asomaba en el reciente montaje de La Novia de Gardel, que dirigió Valeria
Ambrosio). La respuesta parece ser que un fan proyecta en su ídolo sus sueños,
ideales y deseos más profundos (¿y también sus temores?). Si mi ídolo puede
hacer tal cosa, me anima a confiar en mí mismo y me inspira a hacerlo yo
también; me muestra las cosas que podría hacer. En esta dirección se orienta el
sobrenombre que el padre de Flora adopta para su hija: Bettita; una pequeña
Bette Davis, una discípula en proceso de transformación, una sombra. Después de
los primeros minutos de la obra, me pregunté qué rumbo iba a tomar el libro el
libro de Fernando Albinarrate. Es difícil salir del esquema de una Flora
soñadora al extremo, pero con una realidad que la limita y la hace ser siempre
de la misma manera. Sin embargo, Albinarrate encontró en el viaje un recurso
para posibilitar la evolución de este personaje, además de ir ampliando el
espectro de temas. Sin ánimo de adelantar nada, a medida que la obra avanza, va
alejándose de la simple anécdota relacionada con Bette Davis y la usa como un
disparador para introducirse en una reflexión sobre el éxito, la vocación, las
relaciones humanas y el paso del tiempo.
Todo esto lo hace con una mezcla de sensibilidad (que
aflora, por ejemplo, en las letras de las canciones) y, sobre todo, humor. Ya
sea que el humor surja de lo paródico o de las situaciones, hay algo atractivo
en el registro de comedia blanca que asume Yo
siempre quise ser Bette Davis, que se corresponde con la pureza de su
protagonista. En este aspecto se nota el triunfo de la dirección de Héctor
Presa, quien supo conducir con habilidad a Dalma Milebo en su regreso al
teatro.
Milebo sencillamente cautiva, en un texto nada fácil,
porque le exige poner en juego una sucesión de matices, y siempre es ella misma
la que tiene que generar los puntos de quiebre, al tratarse de un unipersonal.
Es por esto que es destacable su valentía al asumir una obra que requiere tener
en mente una visión totalizadora de la historia, para que el pasaje de una
situación a otra no resulte forzado. Así, para el personaje desfilan distintos
países, diferentes oportunidades laborales relacionadas con el mundo del
espectáculo y diversas etapas de madurez, pero hay algo de la esencia de
Flora/Bettita que siempre permanece, un optimismo inquebrantable. Milebo
resulta ser una gran narradora de historias y anécdotas, y tiene que ir
alternando entre el presente y el pasado como el eje para lo que cuenta. Tal
vez esto aporte al dejo de nostalgia que por momentos tiñe la obra. Por
supuesto, esto también tiene que ver con el trasfondo que incluye a Bette
Davis. Ciertos pasajes cercanos a lo tragicómico muestran en la vida de Flora
reflejos inesperados de los personajes que interpretaba el astro de Hollywood.
En el canto, Milebo da muestras de disfrute, y la
partitura de Albinarrate la hace recorrer varios estilos: de un melancólico
ritmo español a un tango, del vodevil clásico a un vals. [La verdadera Bette
Davis grabó algunas canciones; a mi juicio, el canto no era su fuerte.] La
talentosa Ana Padilla, aquí en calidad de coreógrafa, supo montar algunos
movimientos sencillos para que Milebo pueda compenetrarse todavía más con el
lenguaje musical. Es muy enriquecedor cuando los desplazamientos dialogan con
lo que se proyecta en las pantallas ubicadas en el escenario.
Es que Siempre
quise ser Bette Davis es estéticamente deliciosa. Más allá del logrado
vestuario de Calandra-Hock, el diseño multimedia de Guido Tondo y Mariano
Pauplys le da un soporte a lo que Flora va narrando. Además, funciona como ambientación
y complemento para el humor (bordeando varias veces lo bizarro). Pero la mejor
idea recae en las participaciones previamente filmadas por quince actores y
periodistas, que con generosidad accedieron a caracterizar a personajes
secundarios que están oportunamente insertados en la trama y son útiles para
las transiciones. El público celebra sus apariciones. No vale la pena
nombrarlos a todos, para no arruinar el factor sorpresa, pero son de la partida
figuras del musical (como Karina K y Omar Calicchio) y, por nombrar un actor y un
periodista, Hugo Arana y Lalo Mir.
Todos ellos, que están presentes sin estarlo
físicamente, acompañan a Dalma Milebo, que también parece encontrar una
seguridad importante en el contacto con los espectadores (se la ve muy atenta
al feedback). Entonces, nos hace
partícipes del sueño de esta mujer ingenua y simpática llamada Flora, y así nos
recuerda que una actitud esperanzadora es un buen motor para nuestras vidas. No
es malo tener un ideal; soñar con ser ‘algo’ o ‘alguien’ (mientras no nos
olvidemos de ser nosotros mismos). ¿O acaso no fue la propia Bette Davis una
soñadora? Detrás de aquel carácter fuerte, sus Oscars y del humo de su
cigarrillo, habo alguna vez una joven que fantaseaba con ser otra.
Más
información:
Teatro:
Molière (Balcarce 682) – Teléfono: 4343-0777
Funciones:
sábados a las 20:30 hs.
Precio
de las entradas: $180
Consultar
promociones con Club La Nación
y 365 de Clarín
Duración:
1 hora y 15 minutos
Dirección
musical y arreglos: Fernando Albinarrate
Dirección:
Héctor Presa
Actúa:
Dalma Milebo
Libro,
letras y música original: Fernando Albinarrate
Colaboración
dramatúrgica: Gonzalo Castagnino
Coreografía:
Ana Padilla
Asesoramiento
vocal: Anahí Scharovsky
Producción
y asistencia musical: Ezequiel Kosiner Blanco
Diseño
de vestuario: Calandra-Hock
Diseño
de luces: Héctor Presa
Diseño
y animación multimedia: Mariano Pauplys y Guido Tondo
Filmaciones:
Emiliano Nicolao
Fotografía:
Fuentes2Fernández
Estilista:
Fabián Sigona
Diseño
gráfico: Karina Hernandez
Asistente
de producción: Andrés Vaulet
Asistencia
de dirección: Ramiro Bianchi
Prensa:
Marcelo Boccia, Ariel Zappone y Naro Della Ceca para MBocciaRP
Redes
sociales: Javier Belay
Producción:
Gonzalo Castagnino, Juan Iacoponi y Mariano Pauplys
www.fb.com/SiembreQuiseSerBetteDavis
- @SQSBetteDavis
*Fotos
del artículo: Fuentes2Fernández y Fotografía Russarabian
No hay comentarios:
Publicar un comentario