Categoría: OBRA MUSICAL
Crítica de In the Heights
Libro: Quiara Alegría Hudes / Música y letras:
Lin-Manuel Miranda
(Estrenada en Broadway en 2008)
Buenos Aires, Argentina
Temporada 2015 (Teatro Del Globo)
Nivel: 7 /8
¿De
qué se trata?: La
obra retrata tres días en la vida de un grupo de personajes viviendo en
Washington Heights, un barrio latino al norte de Manhattan. Los ritmos
caribeños vibran y desbordan a los personajes, así como también los sueños de
vivir una vida mejor, las preocupaciones por llegar a fin de mes y el calor
insoportable en medio de un corte de luz.
El punto fuerte de la obra: Lucía Belén Pazos
(Vanessa).
Son muchas las
circunstancias en que las ansias de montar un gran musical se ven truncadas por
las limitaciones presupuestarias. Para contrarrestar esta situación, la escena
local a veces recurre al formato de cooperativa (ninguno de sus integrantes
cobra dividendos fijos). Este es el caso de la puesta de In the Heights que se puede ver en el Teatro del Globo, gracias a
la iniciativa de su director Gabriel López. La obra, originalmente estrenada en
Broadway en 2008, presentó algo disruptivo en la meca teatral neoyorkina: una
historia de personajes latinos viviendo en Manhattan, en el barrio Washington
Heights, contada a través de canciones con ritmos poco escuchados en los
teatros de esas latitudes (hip-hop, rap y salsa).
Al igual que el suceso Rent, se trata de un relato coral, donde
no existe un conflicto único (y si hay alguno que por momentos sobresale, no es
lo suficientemente fuerte como para traccionar todas las acciones de los
personajes). Por esto, el desafío del director recae en que la obra no se
convierta en la mera suma de sus partes, y Gabriel López estuvo a la altura de
las circunstancias. Para entrar de lleno en la narración como espectador, hay
que conectarse con la idea de “barrio”, es decir, creer que lo que sucede en
los acotados metros cuadrados del escenario es parte de una estructura mayor,
con su propia idiosincrasia. Es fundamental general la sensación de cotidianeidad
y de vínculos afianzados, y en esto se percibe el trabajo en equipo del elenco.
Es cierto que a la pieza
le lleva su tiempo presentar a todos los personajes y los elementos con los que
se irán desarrollando las distintas situaciones, pero es consciente de que
necesita esa base para que el público pueda prestarle atención a líneas
argumentales paralelas. Por eso, es probable que la primera mitad del primer
acto sea la más floja, puesto que carece del ritmo fluido que sí se logra más
adelante (especialmente, después de un hecho que funciona como punto de quiebre
para el destino de los protagonistas).
Los sonidos del barrio
A su vez, las canciones
son indispensables para integrar los componentes de este barrio. El director
musical Elías Cafiero debió lidiar con una partitura bastante compleja, por la
forma particular en que las melodías se van insertando constantemente en el
texto y la elaboración de ciertos juegos de voces. Los números musicales no
están claramente delimitados, sino que se va estableciendo un código según el
cual la música aparece como una forma innata de expresión de estos latinos. Da
la impresión de que pueden pasar de la palabra al canto sin ningún sobresalto.
Así, son varias las funciones que puede cumplir la música dentro de In the Heights: puede ser expositiva,
favorecer el diálogo, brindar momentos de introspección o, fundamentalmente,
servir como factor de unión entre todos los personajes. Le inyecta al barrio su
personalidad, uniendo las diferentes culturas y conectando lo que sucede con
los conceptos de hogar e identidad que son el trasfondo de todo el espectáculo.
Por esta razón, esta obra no hubiese funcionado en un formato no musical. Se
destacan los números “96,000” y “Carnaval del barrio” por su energía,
propulsada por la coreografía de Marina Paiz. Sin embargo, es una pena que por
las referidas restricciones presupuestarias esta producción no haya podido
contar con músicos en vivo, que hubieran realzado muchas escenas.
Las letras originales son
ingeniosas por la forma de rimar las palabras y los recursos para que las
frases suenen muy rítmicas. Obviamente, estos detalles se pierden en cualquier
adaptación, aunque la de esta versión resulta muy efectiva y es fiel a la forma
de expresarse de cada personaje. Además, es cuidado el trabajo con el crisol de
acentos que conviven en el barrio (mexicano, dominicano, cubano, puertorriqueño
y estadounidense). En Broadway se recurría a la inclusión de palabras en
castellano, y aquí se hace lo mismo con el inglés. El elenco es muy bueno
vocalmente, y se circunscribe correctamente al difícil manejo de los tiempos
musicales. Por momentos, tal vez sea necesario un ajuste de sonido para
permitir que se pueda apreciar mejor la totalidad de las letras.
Latinos apasionados
Entre los intérpretes, se
destaca principalmente Lucía Belén Pazos como Vanessa, un verdadero hallazgo.
Con mucha gracia y naturalidad tanto para actuar como para cantar y bailar,
maneja el devenir de la trama durante muchas de las escenas (incluso en algunas
en las que no es el centro). Su personaje es caprichoso y querible a la vez, y
en la interacción con el resto revela sus capas más interesantes. Otro talento
joven para tener en cuenta es Mora Fernández (Nina), quien demuestra
sensibilidad y canta con compromiso.
Por su parte, Nicolás
Leguizamón (Benny) realiza la mejor composición actoral, poniendo atención a la
forma de relacionarse con cada habitante del barrio y a su propio pasado en ese
lugar. Nahuel Villareal (Usnavi) rapea sin fisuras y va guiando al espectador
ocasionalmente, mientras que Martín Mazalán (Sonny) lo secunda con humor y
frescura. La Abuela Claudia
de Ninna Fernández es tierna y cariñosa, y en las antípodas se ubica Jimena
Maiorano (Daniela), pura potencia vocal. Completan el elenco Agustina Baldi
(Carla), Esteban Nieva (Kevin), María Barci (Camila) y el carismático Maximiliano
Azambuya (Paragüero).
Esta es una de esas obras
en las que la escenografía es un componente esencial. Ana Latini adaptó el
diseño de Broadway para poder mostrar la misma multiplicidad de espacios que
involucra la historia. El barrio conserva cierta dualidad: es entre acogedor y
opresivo, según las circunstancias en las que se lo mire (esto es acompañado
por la iluminación, que marca calidez o frialdad). En el fondo, el puente es
central para situar el contexto geográfico. Por último, las variaciones del
vestuario eminentemente urbano van siguiendo el paso de los días.
En síntesis, se trata de
una buena oportunidad para ver en Argentina una obra ganadora del Tony al Mejor
Musical y finalista del premio Pullitzer, con una producción que apostó por talentos
jóvenes. Aunque no es apta para espectadores impacientes por su extensa
duración, los fanáticos del musical disfrutarán de este pintoresco carnaval
(…del barrio, por supuesto).
Más información:
Teatro: Del Globo (Marcelo T. de
Alvear 1155) – Teléfono: 4816-3307
Funciones: sábados de
septiembre a las 21 hs.
Duración: 2 horas 40 minutos
(incluyendo intervalo de 15 minutos)
Precio de las entradas: $150,
$230 y $300
Promociones: consultar en http://www.ticketek.com.ar/heights/teatro-del-globo
Dirección general: Gabriel López
Dirección musical: Elías Cafiero
Elenco: Nahuel Quimey Villarreal
(Usnavi), Ninna Fernández (Abuela Claudia), Lucía Belén Pazos (Vanessa), Mora
Fernández (Nina Rosario), Nicolás Leguizamón (Benny), Martín Mazalán (Sonny), Jimena
Maiorano (Daniela), Agustina Baldi (Carla), Esteban Nieva (Kevin Rosario),
María Barci (Camila Rosario), Maximiliano Azambuya (Piragüero) y Ignacio
Francavilla (Graffiti Pete)
Ensamble: Lucila Tolis, Giovanna
Rossi, Rosario Ferrari, Evelyn Basile, Darío Gómez, Nicolás Mereles, Gracian
Quiroga Paez y Gabriel Carabajal
Coro Cabina: Lucia Mutio, Mariela
Ferres, Augusto Moreno, Julian Casa
Producción Ejecutiva: Covershow
Producciones
Dirección coreográfica: Marina Paiz
Adaptación: Covershow
Producción artística: Gabriel López,
Marina Paiz, Jimena Maiorano y Nahuel Villarreal
Diseño de escenografía: Ana Latini
Diseño de vestuario: Marina Paiz,
Jimena Maiorano y Silvana Leoni
Diseño de luces: Gabriel López
Operador de luces: Adrian Juarez y
Juana Civit
Diseño de sonido: Elías Cafiero
Diseño de video y multimedia: Matías
Sánchez de Bustamante
Fotografía: Belén Paiz
Diseño gráfico: Mariana Ochoa
Marketing y prensa: Mazalán
Comunicaciones
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