Categoría: OBRA
MUSICAL/WORKSHOP
Crítica de “(…) tan ruda.”
Buenos Aires,
Argentina
Temporada 2014 (Teatro
El Método Kariós)
Nivel: 6.5 /8
¿De qué se trata?: Cuenta las vivencias de una familia en medio de un
proceso judicial. Su suerte está en manos de dos nefastos personajes: el Fiscal
Morales y el honorable Juez. La familia debe lidiar con los interrogatorios que
planean estos dos personajes en sus encuentros en un mingitorio. En cada
testimonio la madre, sus dos hijos y sus novias atravesarán puertas del
presente al pasado develando sus recuerdos en instantes de flashbacks.
Es la ley como la
lluvia,
nunca puede ser
pareja,
el que la aguanta se
queja,
más el asunto es
sencillo,
la ley es como el
cuchillo,
no ofende a quien lo
maneja.
José Hernández (en Martín Fierro)
Cuando una obra es breve, es conveniente
que yo también lo sea, para no correr el riesgo de adelantar demasiado. Más aún
para un espectáculo como “(…) tan ruda.”, que parte de una premisa narrativa
muy interesante: la información se dosifica, y se van atando cabos sueltos a
partir de flashbacks o analepsis. De esta forma, nunca se pierde el interés en
la resolución. Además, esta técnica permite abrirle la puerta a la reflexión
personal de los espectadores, catalizada por cada una de las escenas. Es
significativo destacar, entonces, la labor conjunta de todo el grupo de Carancho,
arte escénico en la lúcida realización del libro y letras.
Siempre pienso que no es demasiado difícil
tomar alguna noticia que aparezca en los diarios y recrearla en una obra de
teatro o una película (de hecho, mucha gente lo hace). Lo verdaderamente complejo
es encontrar cómo contarla de manera singular. Es decir, descubrir una forma
artística de trascender ese suceso y, en lo posible, darle una vuelta de
tuerca, sorprender o plantear un tema atrayente que, de otra forma, podría
pasar desapercibido. En una palabra, resignificar. No quiero generar confusión:
la historia de “(…) tan ruda.” no fue tomada de un suceso noticioso, aunque
tranquilamente podría haber sucedido. Sin embargo, el punto es que lo que
podría haber terminado como una aceptable dramatización de un juicio es un
montaje muy particular.
En primer lugar, por el vestuario de
Agus González y Vanesa Molaro, hecho con materiales desechables. Este plantea
cierto distanciamiento con la realidad (casi a la manera brechtiana), para que
podamos ver por encima de la superficialidad de los personajes y repensar otras
aristas de lo que se está contando. A su vez, funciona como un vehículo de
ridiculización y cumple un rol crucial para el papel del juez. Todo esto es
complementado por el maquillaje de Carina Flores y la escenografía de Rocío
Pacio y Nacho Saeed. De esta última se destaca su funcionalidad, dado a que una
pieza central permite marcar los distintos ambientes con simples
desplazamientos. Hay un leve aire surrealista sugerido desde el montaje, y si
hay algo que identifica a la justicia de nuestro país es el surrealismo.
En segundo lugar, los climas que genera
la dirección de Gustavo López Frutos y Sabrina Bravo contribuyen a vigorizar la
historia. El texto lidia con temas crudos y comprometidos, como la
discriminación, el incesto y, sobre todo, el abuso. No obstante, los puestitas
saben contrarrestar toda esa carga dramática sin neutralizarla. Hay varios
momentos humorísticos que no suprimen la tensión (es más, a veces, surgen de
ella). Se nota el valioso esfuerzo del trabajo en workshop, una costumbre no
muy difundida en nuestro país. Es una experiencia de creación en conjunto, a
través de la cual los actores pueden explorar con mayor libertad sus personajes
para moldear entre todos la obra final. Los intérpretes de “(…) tan ruda.” vienen
trabajando el tema del espectáculo desde abril, y esto se traduce en una
absoluta involucración con el texto que armaron entre todos.
Los actores tienen un nivel parejo. Ellos
son: Gonzalo Rivarola (que lleva adelante el ritmo de la obra), Agustín Acri, Agustina
Falabella, Sol Rieznik Aguiar y Flor Pavese. Estos últimos cuatro asumen un
desdoblamiento actoral, cada uno a su manera, y salen airosos. En el canto,
quien más se destaca es Rieznik Aguiar.
A su vez, resulta enriquecedora la
intertextualidad establecida con el Martín Fierro. Usando una obra insigne de
nuestra cultura, se nos recuerda que se está mostrando una historia eminentemente
argentina. Además, nos hace ver que hay conflictos que nunca pasan de moda (o
que nunca aprendemos a dejar de lado).
La música de López Frutos sigue
indagando en el cruce entre lo tétrico y lo humorístico, o bien se concentra en
el drama y hace oír la voz de varios personajes a la vez a través de armonías.
Esta es su ópera prima como director y compositor. La coreografía contemporánea
de Sabrina Bravo surge la cuando la tensión contenida se desata, y tiene su
punto más alto en una escena clave, en la que cumple una función narrativa.
Todos los intérpretes bailan descalzos, alejados de la rigidez de la situación
que los ocupa y desestabiliza. Este proyecto forma parte de la tesina de Bravo
(que estudió en el IUNA), y contó con asesoramiento de la gran Mecha Fernández.
Resta decir que grabaron participaciones
en off figuras como Adriana Varela, Víctor Hugo Morales, Liliana Daunes,
Osvaldo Bazán, Florencia Otero, Germán Tripel y Soledad Pastorutti. Creo que es
mejor no anticipar de qué se tratan. ¿Le parece bien, señor juez? ¡Ha lugar!
Más información:
Dirección general: Gustavo López Frutos y Sabrina Bravo
Operador de sonido: José “Poty” Frías
Operador de luces: Martín de Amézola
Asistente de escenario: Sole Carmona
Fotografía: Julieta Miniero
Diseño gráfico: Matías Gordon
Producción: Carancho, arte escénico
Asesoramiento artístico: Mecha Fernández
Teatro: El Métido Kairós (El Salvador 4530)
- Teléfono: 4831-9663
Funciones: domingos 23 y 30 de noviembre a las 16 hs.
Duración: 50 minutos
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