Categoría: OBRA MUSICAL
Crítica de Melodías
de Diván
Buenos Aires, Argentina
Temporada 2015 (Teatro
Picadilly)
Nivel: 6.5 /8
¿De
qué se trata?: Bárbara,
Elena, Verónica, Sara y Raquel son cinco mujeres carentes, que buscan. Todas
ellas han perdido algo muy valioso, una falta que las congeló en el tiempo. La
causalidad las reúne; la cita es un encuentro fortuito y renovador, con un diván
de testigo. Será Bárbara, una psicóloga especializada en psicodrama, quien una
las historias.
El punto fuerte de la obra: Magalí Sánchez Alleno.
Cada tanto aparecen en la nutrida
escena porteña sorpresas como Melodías de
diván, una obra sin demasiadas pretensiones, pero altamente efectiva. Este
espectáculo se inscribe en la tendencia de trasladar el diván a escena (como el
exitazo TOC TOC o la reciente Bajo terapia, o incluso la incursión
teatral del Lic. Gabriel Rolón con Historias
de diván). Sin embargo, las pautas son distintas: el foco no está puesto ni
en la comedia y mucho menos en lo estrictamente psicológico (que, de hecho, no
tiene gran relevancia en la trama y aparece como mero disparador para plantear otros temas). Melodías de diván es una especie de
melodrama de suspenso, con dosis de humor y, por supuesto, música. Fue escrito
y dirigido por el platense Gastón Marioni (artífice de Tanguito Mío, un sublime musical infantil).
Un acierto del libro de Marioni es
haber trabajado la historia a lo largo del tiempo y no concentrarla en una sola
sesión. Así, vamos descubriendo de a poco la motivación de cada personaje, y
comprometiéndonos con su realidad. A su vez, se va dosificando la información:
antes de que la obra reúna a todas las protagonistas en escena para preparar el
punto de quiebre, se asegura de darnos las distintas piezas que armarán el
rompecabezas. Y estos fragmentos de información surgen, en general, de
interacciones entre dos actrices. En este aspecto se trasluce la dirección de
Marioni, quien plantea una escalada dramática con cada nueva situación. Sobre
todo, porque el espectador conoce datos que algunos personajes ignoran y, si es
avezado, posiblemente llegue a ciertas conclusiones antes de que todo se devele
y reconocerá algunos detalles como anticipatorios.
Las pacientes que cantan
Marioni da muestras de conocer la
forma peculiar de relacionarse que tiene cada una de las mujeres de la trama
con las demás. Desde la iluminación, va creando climas de intimidad, mientras
que las luces son más intensas cuando asistimos a una sesión en el consultorio
de Bárbara (donde, justamente, nada debería quedar oculto en las sombras). Esencialmente,
esta es una obra sobre la redefinición de la propia historia a partir del
encuentro con la de otros, y por eso el director debió poner el acento en los
vínculos (a veces, escenificando conversaciones en paralelo).
Para todo esto, tiene a cinco
destacadas intérpretes. El devenir del espectáculo se apoya sobre todo en
Magalí Sánchez Alleno (Bárbara), responsable de hacer confluir todas las líneas
narrativas. Sánchez Alleno es una de las mejores artistas del musical
argentino, y tiene una voz impresionante, que en este caso toma poca
preeminencia para dar paso a lo actoral. Compone con absoluta verosimilitud un
papel que siempre puede ser muy difícil de interpretar: el de una “mujer
común”. Por su parte, la enormemente versátil Ana Padilla (Raquel) estremece al
público al encarar un par de escenas desgarradoras. Roxana Randon (Sara
Fingermann) transita el desborde sin sobresaltos, generando los momentos
humorísticos mejor logrados de la pieza. Desde esa locura, también construye
cierto dramatismo. Graciela Pal (Elena), solvente como siempre, juega con el
contraste entre la seguridad y el porte que le exige su personaje y su enredado
interior. Finalmente, Julia Zenko (Verónica) regala dulces interpretaciones de
los boleros que le tocan y llega a emocionarse ella misma al meterse en la piel
de su personaje en cierto tramo de la obra.
Ayuda certeramente a delinear estos
personajes el vestuario de Pablo Battaglia: cada mujer tiene un estilo
distintivo para vestirse, y esto se nota cuando están todas juntas. Como los
diseños van variando, esto es funcional al mencionado paso de los días.
Boleros y terapia
En cuanto a la música, cabe aclarar
que tiene menos protagonismo del que se podría esperar. Claro, es fácil poner a
cantar a semejantes intérpretes y lograr un buen espectáculo, pero es mucho
mejor experimentar como se hizo en este caso, priorizando la historia. Como la
base de la obra son primordialmente escenas de texto, cuando los fragmentos de
boleros irrumpen les prestamos más atención (y tratamos de vincularlos con lo
que está pasando). Así, en vez de números musicales injustificados obtenemos
breves y refrescantes apuntes resueltos con sensibilidad por el maestro Hernán
Matorra (que también canta). Desde el piano, Matorra se asegura de que la
entrada y salida de la música no resulte cortante, sino que fluya. Por ejemplo,
sigue tocando algunas canciones como acompañamiento instrumental de lo que
transcurre en escena. En ciertas ocasiones, la letra de los boleros no resulta
tan esencial como su mera presencia, para recordarnos que ese es el universo
romántico y melancólico en el que conviven todas las líneas argumentales.
La misma función cumple la escenografía
de Daniel Feijoó, que escapa al realismo puro para poner en relieve a las
letras de los boleros que justamente sostendrán lo que vaya sucediendo. Iremos
descubriendo que la inclusión de este estilo musical no es caprichosa, sino que
cumple su papel en la trama. Puede haber espectadores a quienes ciertas
conexiones argumentales les resulten rebuscadas y difíciles de creer; sin
embargo, no necesariamente dejarán de sentirse tocados por las emociones que se
presentan. Estas se exponen a flor de piel, como en un melodrama, tal como
sucede en los boleros… tal vez en ellos se encuentre la clave para resolver las
inquietudes de las cinco mujeres reunidas en el consultorio.
Más
información:
Teatro:
Picadilly (Av. Corrientes 1524)
Funciones:
martes a las 20:45 hs.
Precio de las
entradas: $200 a $280
Consultar
promociones: www.plateanet.com/Obras/melodias-de-divan
Duración: 1
hora y 20 minutos
Libro, puesta en escena y dirección
general: Gastón Marioni
Dirección musical y arreglos:
Hernán Matorra
Elenco: Julia Zenko (Verónica
Schultz), Graciela Pal (Elena Da Ruggiero), Magalí Sánchez Alleno (Bárbara
Urquiza), Roxana Randon (Sara Fingermann) y Ana Padilla (Raquel Antolínez)
Asistencia de dirección: Juan
Pablo Antonelli
Diseño de escenografía:
Daniel Feijoó
Realización de escenografía:
Sabrina L. Fernández
Diseño de vestuario: Pablo
Battaglia
Diseño de make-up y peinados:
Fabián Martín y Gabriel Ade
Diseño de luces y sonido:
Gastón Marioni
Asistencia técnica: Yanina
Zanier Quintas
Diseño gráfico: Juan Pablo
Antonelli
Fotografías: Javier Fuentes y
Nicolás Fernández
Prensa y comunicación: Sandra
Beerbrayer
Fotos: www.fb.com/MelodiasDeDivan - Twitter:
@MelodiasDeDivan
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