Categoría: OBRA MUSICAL
Crítica de Farinelli,
el castrado:
un musical barroco
Buenos Aires, Argentina.
Temporada 2014 (Teatro Empire ).
Nivel: 5.5 /8
(Faltan
2 obras para completar el grupo de 3)
El punto fuerte de la obra: Georgina Frere.
¿Qué había dentro
de aquella garganta? ¿Ángeles o demonios? He aquí el dilema del que parte este
nuevo musical, que se pregunta si la destreza vocal que exhibía el castrato Farinelli era un don celestial
o la causa de su perdición. Desde el minuto uno, la propuesta se inclinará por
uno de estos dos costados (no es difícil imaginar por cuál). A partir de allí,
la puesta de Rolo Sosiuk adoptará un acertado tono lúgubre, que se sostendrá en
las canciones compuestas por Rodrigo Fornillo.
Empecemos por
Sosiuk. El punto más alto de su dirección está en su aproximación desprejuiciada
a los momentos de erotismo. Es todo un desafío poner en escena largos números
musicales que contengan una orgía o un trío y no ridiculizar la situación.
Sosiuk no le teme ni a los desnudos ni a los movimientos sugerentes, y nos
introduce sin filtro en el contexto de decadencia moral en el que transcurrirá
la historia. Fuera de esto, se concentra en contrastar los dos aspectos de la
fama y el éxito económico de Farinelli. El primero es el reconocimiento, y está
representado, sobre todo, por la figura de su mentor, Nicola Pórpora (Christian
Romano). El segundo es el asedio y el acercamiento por conveniencia (quien
menos lo disimula es Georg Haendel, a cargo de Miguel Ángel Roa). En cuanto al
registro actoral, estamos frente a una obra que emula los arquetipos del
Barroco. Así, los personajes están definidos con trazo grueso y actúan siempre
desbordados. Recordemos que, entre otras cosas, el Barroco era la época de los
claroscuros (y podemos afirmar que en Farinelli
hay más oscuros que claros). El libro, también a cargo de Sosiuk, le da a la
vida de al protagonista el enfoque de una verdadera leyenda.
Por otro lado, la
partitura de Fornillo está compuesta para un cuarteto de cuerdas y un teclado
que suena como un clavecín o un clavicordio (instrumentos del Barroco). La
música de ese período fue realmente novedosa para su tiempo. Por ejemplo, se
introdujeron los grandes contrastes. Fornillo tomó, por momentos, la idea del
bajo continuo, pero se despegó del Barroco para pergeñar melodías que se arriman
a la opereta. No abunda aquí el típico esquema de las canciones de los
musicales, por el que podemos marcar claramente estrofas, estribillos, puentes,
codas, etc. Es por esto que Farinelli
puede resultar difícil de digerir para espectadores acostumbrados a propuestas
con una musicalidad más acentuada. Sobre todo, si a esto le sumamos la larga
duración y el hecho de que las partes cantadas predominan sobre las habladas.
Así y todo, esto tiene sentido dentro de un relato que tiene mucho que ver con
la voz cantada y lo que esta puede provocar en los demás. Musicalmente, aporta
belleza el uso de la polifonía. Es rescatable la escena en la que Salvatore
Broschi (Eduardo Marcos), Caterina Barreste (Georgina Frere) y Pórpora cantan
sobre su las aptitudes vocales de Farinelli. Cada uno tiene una opinión
distinta y, en consecuencia, todos cantan algo diferente, y sus líneas
melódicas se superponen.
Cabe decir que ni
las voces de los intérpretes ni los instrumentos están dotados de micrófonos.
Probablemente se deba a la búsqueda de una mayor reminiscencia barroca. No
obstante, por esta peculiaridad, es preferible llegar con cierta anticipación
al teatro y asegurarse un lugar entre las primeras filas (las localidades no
son numeradas). Esto garantizará una mejor audición de los textos.
Rodrigo Fornillo
es también quien encarna a Carlo Broschi, mejor conocido como Farinelli. Para
actuar, hace uso de una mirada soberbia (su personaje sabe que su voz es
sinónimo de poder). Al cantar, Broschi alterna entre algunos pasajes como tenor
y otros como contratenor (emulando la voz de los castrati). Estos últimos son los que despiertan más aplausos por
parte del público.
Como mencioné
antes, el mejor trabajo de la obra es el de Georgina Frere, tanto en lo actoral
como en lo vocal. No obstante, su voz es expresiva y prolija en las notas
complejas es lo que más sobresale.
Penélope Bahl
(Alexandra) muestra sensualidad y crueldad, y Lao Foncea (Ricardo Broschi,
hermano de Farinerlli) lidia con un personaje ambiguo. Ambos tienen buenas
voces, y la partitura les da varios solos.
Más allá de las
consideraciones echas, hay que decir que este espectáculo no pretende hacer una
recreación perfecta del Barroco. Si hay algo en lo que Farinelli está en las antípodas del recargado movimiento es en lo
estético. Una escalera móvil negra (alla
Pepe Cibrián) es el único elemento escenográfico estable, y entran y salen
algunos más (por ejemplo, tarimas con ruedas para simular el lecho de
Alexandra). Unas discretas proyecciones acompañan de vez en cuando la acción.
El vestuario de Calandra-Hock se apega a la época para los protagonistas,
mientras que el ensamble usa unos trajes blancos manchados con sangre. Esto
último, obviamente, refuerza la idea de la tragedia y de lo sangriento de la
castración en sí.
La iluminación de
Paula Reynaud recurre a algunos subrayados (por ejemplo, todo se baña del
clásico rojo para indicar un destino funesto). En general, acompaña un estilo fragmentado
de la puesta (hay muchos apagones). Personalmente, prefiero transiciones más
orgánicas, pero esta obra está planteada de otra manera. De cualquier manera, sabemos
que la oscuridad nunca implica calma en la vida de Farinelli, así como su
silencio no conlleva el olvido del poder de su voz.
Nota 1: Es un muy lindo
detalle la sorpresa que se dispuso en el hall del teatro, para ir metiéndose en
el universo de la obra.
Nota 2: Voy a ir bajando
los ‘niveles’ adjudicados a las obras para seguir ajustándome a la exigencia
que mis lectores me piden que mantenga por mail. Aprovecho para este proceso la
conclusión de un nuevo año musical, marcada por la 5º entrega de los Premios
Hugo.
Más información:
Dirección general: Rolo
Sosiuk
Dirección musical y arreglos:
Jorge Caldelari
Asistente de dirección:
Romina Fariña
Ensamble: Facundo Miranda, Luciana
Torres, Daniel Cáceres, Francisco Cruzans, Leandro Anríquez, Facundo Cano, Sergio
Grosso, Guillermo Jáuregui, Soledad Herrera, Lucía Andrada, Valeria Gómez, Romina
Almirón, Giselle Ferlot y Bruno Barbato
Músicos: Jorge Caldelari
(primer violín), Lucas Sena (segundo violín), Eloisa Donatone (cello), Sebastián
Araujo (viola) y Daniel Macri (piano)
Maquillaje: Salomé Caracciolo
Producción Ejecutiva: Celeste
Poceiro y Patricia Gutierrez
Producción General: Rodrigo
Fornillo
Prensa: Daniel Falcone
Teatro: Empire (Hipólito
Yrigoyen 1934, Balvanera) – Teléfono: 4953-8254
Duración: 2 horas y 20
minutos (sin intervalo)
Funciones: viernes a las
22:45 hs.
Precio de las entradas: $150
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