Crítica de The Manhattan Club
Buenos Aires, Argentina.
Temporada 2013 (Centro Cultural
Borges – Gira Nacional) - 2014 (Teatro del Viejo Mercado).
Calificación: 5.5/10
NOTA: ¡SE REESTRENA EN 2014!, CON ALGUNOS CAMBIOS EN LA OBRA. HABRÁ FUNCIONES LOS SÁBADOS A LAS 21 HS. (A PARTIR DEL 15 DE FEBRERO), EN EL TEATRO DEL VIEJO MERCADO.
¿De qué se
trata?: Ocho artistas del Manhtattan Club (un club de jazz de
Nueva York, en los años ‘30), apasionados por la música, ven su vida desmoronarse cuando el lugar donde
interpretaban canciones de Gershwin debe cerrar. Van tomando caminos separados
(aunque algunos permanecen juntos), y el grupo se disuelve. A través de
flashbacks, volvemos a los momentos de gloria del club. Sin embargo, unos años
después, los amigos se reunirán para tratar de que el Manhattan Club recupere
su magia.
El punto fuerte de la obra: las magistrales melodías del gran George Gershwin, junto con las
divertidas e inteligentes letras de su hermano Ira.
Si leyeron la crítica de Vale Todo, ya saben que me gusta la música de Gershwin, que es un
representante indiscutido del jazz de los años ‘30. Es una pena que este
espectáculo haya durado tan poco en cartel y que haya tenido poca afluencia de
público, porque la idea de encontrarse con canciones tan especiales en su
idioma original era brillante, sobre todo por la posibilidad de redescubrir
algunas piezas que no son frecuentemente escuchadas hoy en día. Sin embargo, el
año pasado, y nada menos que en Broadway, Nice
Work If You Can Get It, con canciones de Gershwin, tampoco fue un éxito.
Que elija las canciones como lo más destacado puede
resultar una contradicción con lo que escribí en la crítica de Más de cien mentiras (que no quería
elegir como lo mejor de la obra a algo que preexistía a su creación). No
obstante, en ese caso, la historia era sólida, algo que no sucede en The Manhattan Club. Esta ya ha sido
contada varias veces (con variantes, por supuesto), en la televisión, el cine y
el teatro, pero el problema está en que no se le da un desarrollo interesante.
El libro es endeble, y no está mal que así sea, si lo que se
quiere hacer es que el foco esté en las canciones, y el trasfondo sea una mera
anécdota. De todas formas, ayuda a crear un mundo ingenuo, ideal para la música
de Gershwin. De hecho, por momentos (como cuando reflexionan sobre amor), los
personajes se comportan como chicos de séptimo grado, y hay diálogos y
conductas bastante estereotipadas. Pero lo importante es claramente el
sentimiento de nostalgia, que se logra en varias escenas. Uno llega a empatizar
con los personajes, pero no siempre. Me gustó la inclusión de Gershwin en la
trama con una sombra.
Se intentó que algunas canciones (aunque no muchas)
tuvieran que ver con los sentimientos de los personajes (además de ser sólo
representadas en el club o en un ensayo).
En cuanto a los números musicales, muchos van a lo
seguro, tanto desde lo estrictamente musical como desde lo interpretativo. Esto
no quiere decir que me hubiera gustado que las canciones tuvieran arreglos
notorios (parte de la magia de este espectáculo está en mantener un espíritu
anacrónico), pero sí una vuelta de tuerca, apoyándose en una base tan
consistente como la de Gershwin. Me hubiera gustado un poco más de búsqueda
interpretativa. El elenco es homogéneo, y canta en forma muy correcta (algunos
tienen más facilidad para el inglés que otros, pero ese es otro tema), pero un
poco más de riesgo hubiera transmitido más. Yo hubiera desestructurado un poco
esta obra desde lo teatral. No modernizarla, sino profundizar en las posibilidades expresivas
del canto y la música con la misma atmósfera retro. Incluso, jugar más con los
coros o con el ritmo. Todo esto es una forma de escapar de la monotonía (que
las canciones de Gershwin no tienen) y lograr matices.
Algunos números sí logran generar esas emociones
distintas a las que me refiero, y presentan mayor creatividad.
Estos son, en orden, los cuadros que me parecieron
mejor realizados:
1) “I got rythm” (realmente fascinante).
2) “S’Wonderful”.
3) “Swanee”.
4) “For you, for me, forever more”.
Igualmente, hay otros también muy meritorios.
De todas formas, hacer escribir una obra como esta es un muy buen intento para alguien que venía de hacer espectáculos de tango (con elementos teatrales, eso sí): Alicia Orlando, el motor de esta propuesta.
Además de haber estado a cargo del guión y la dirección,
y de actuar en la obra, Alicia Orlando (de quien, nuevamente, destaco que haya
tenido la idea de hacer este espectáculo) montó una coreografía imaginativa
(dentro de las restricciones) que suma mucho, aunque no sea interpretada de la
forma más pulida que se haya visto en el último tiempo por algunos miembros del
elenco (porque, en este caso, no es necesario). Es importante para evocar los
años ’30, y para que el relato sea más fluido.
Alicia Orlando y su partenaire Claudio Barneix vienen
del mundo del tango profesional (un dato curioso que está en internet: ambos
bailaron en la versión fílmica de Evita,
que dirigió Alan Parker), y son grandes bailarines.
Es positivo que se hayan lanzado a reunir un elenco (bastante numeroso) sin figuras, porque muestra su confianza en el proyecto.
El vestuario de Bety Pertrot y Jorge Maselli también
contribuye en forma correcta a situarnos en el tiempo.
La iluminación tiene momentos donde se destaca más y
otros donde pasa desapercibida.
Los músicos (el cuarteto básico de jazz, compuesto
por piano, contrabajo, batería y saxo) tienen un buen desempeño (sobre todo
Ricardo Pereyra en el piano: resulta hipnótico ver sus dedos golpeando
rápidamente las teclas al ritmo del jazz), si bien no está por encima de la
media, y es sumamente valioso que se haya contratado una banda en vivo.
Resulta interesante el uso del recurso del video para
contar cómo siguieron las vidas de los integrantes del club, aunque se torne un
poco repetitivo. Claudio Barneix estuvo también a cargo de la simpática
dirección de arte.
En resumen: Una muy buena idea (hacer un nuevo espectáculo con las excelentes
canciones de Gershwin en inglés), con un guión endeble. En algunos cuadros, se
explota correctamente el potencial de las melodías. El elenco es homogéneo. La
coreografía suma. Es destacable que haya banda en vivo. El recurso de video es
interesante.
Apoyo este proyecto, porque me parece que parte de
una buena iniciativa. Espero que puedan reponerlo (después de tan poca
permanencia en el Centro Cultural Borges), o hagan alguna gira (tengo entendido
que está planeada), para que más gente disfrute de las inolvidables canciones
de Gershwin. Además, porque se apostó a desarrollar un obra nacional (con
aciertos y desaciertos), en vez de quedarse con el formato de concierto.
Por eso, no quiero que se malinterprete la nota que
le puse (no deja de ser una buena nota). Es simplemente porque no está al nivel
del resto de las obras criticadas, pero no porque no me haya gustado ni
entretenido.
Si tienen la oportunidad y les gusta el mundo del
jazz de los años ’30 y Gershwin, la recomiendo, y también para aquellos que
quieran acercarse como curiosidad.
Como bonus track, le dejo un espectacular cuadro de
la película Un Americano en París, con
Gene Kelly, con una inolvidable versión de “I got rhythm”.
Fotos: https://es-es.facebook.com/pages/Alicia-Orlando-Claudio-Barneix/
Más información:
Dirección: Alicia Orlando.
Duración: 1 hora 15 minutos.
ESPECIFICACIONES 2014:
ESPECIFICACIONES 2014:
Lugar: Teatro del Viejo Mercado (Lavalle 3177)
Funciones: Sábado a las 21 hs.
Funciones: Sábado a las 21 hs.
Precio de las entradas: $100 ($80 las anticipadas)
RESERVAS AL 2055-8500
RESERVAS AL 2055-8500
www.teatrodelviejomercado.com
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