Categoría: COMEDIA CON MÚSICA
Crítica de La
Extraviada
Buenos Aires, Argentina.
Temporada 2013 (El Portón de Sánchez).
Calificación: 8/10
¿De qué se
trata?: Del contrapunto entre dos
vestuaristas en el taller de un teatro estatal donde se ensaya la ópera La
Traviata (de Verdi), enfrentadas por un puesto de trabajo
y un amor. Y, como se canta en la célebre escena del brindis de La
Traviata , “el amor es rápido y fugitivo/Es una flor que
nace y muere”, y por eso tanto Olga como Zulema saben que deben actuar
con rapidez... y sin escrúpulos.
El punto fuerte de la obra: la fantástica dramaturgia de
Alejandro Viola. Él demuestra que sabe perfectamente como hacer una comedia
inteligente, con originalidad y diálogos desopilantes. El divertido texto
presenta, además, una acertada dosificación del humor, que se aprecia en el muy
buen ritmo del relato. Son oportunas las referencias al interesante mundo de la
ópera (por ejemplo, la anécdota de la noche de estreno de La
Traviata ) y a lo que sucede detrás de escena.
Por supuesto, Viola (también el director) no podría
haber logrado un resultado tan bueno si no se hubiera rodeado de un elenco
perfecto para el relato que quería contar. Todos son grandes comediantes, y tienen
suficientes recursos actorales como para potenciar el texto. No se quedan en
que la frase que tienen que decir sea graciosa, sino que van más allá y hacen
suyo el texto, con su voz y su cuerpo, produciendo más risas. Este tipo de
actores que se meten en sus personajes son los que nunca se descolocan ante los
imprevistos, y los que pueden darle relieve a un espectáculo.
Alicia Muxo es una Olga brillante, porque es capaz de
transitar por los trazos gruesos sin que el personaje pierda verosimilitud.
Tanto ella como su compañera Vivian El Jaber (Zulema) tienen un genial timing,
y hacen un manejo ejemplar del tono de voz y la postura.
Roberto Romano (Rodolfo), Ariel Gangemi (Marcelo) y Alejandra
Ríos (Graciela) también se destacan, todos ellos en actuaciones ajustadas, que
salen del estereotipo en el que podrían haber caído.
En esta fascinante dirección de actores se nota el
oficio de Alejandro Viola, en su faceta de director.
Una idea interesante de Viola fue la inclusión de una
cantante lírica (Verónica Díaz Benavente, que muestra técnica y expresividad vocal).
Este es, de hecho, el factor que llevó a que La
Extraviada sea analizada en este blog que, si bien se
dedica principalmente a los musicales, también trata la interacción del
lenguaje musical dentro del teatral, y viceversa (en el caso de los music hall
o ciertos conciertos).
Principalmente, los momentos de canto lírico son una
buena decisión para crear un clima, oscureciendo el relato. Funcionan para el
espectador como la caída de las tijeras para Olga: como un augurio. Sobre todo,
porque son evocaciones que los personajes hacen en su mente (a veces,
acompañando sus sentimientos de una forma más explícita que otras). La Traviata
los va absorbiendo sin que lo noten, y se van compenetrando cada vez más con la
tragedia. Es muy interesante ver representado ese apasionamiento que puede
darse detrás de escena, porque uno comprende que, para lograr que una obra
salga bien, todos tienen que trabajar en función de un mismo objetivo, dando lo
mejor con los recursos que cuentan.
El recurso de integrar arias de La
Traviata , es también, una oportunidad para encontrarse
con extraordinarias canciones (compuestas por Giuseppe Verdi). El material más
popular que la ópera posee es, sin lugar a dudas, “Libiamo nel’lieti calici”, número
conocido como “El brindis”. Reconozco que es la única pieza de esta ópera que
escucho con cierta frecuencia (un paréntesis: la música que escucho siempre contrastó
con el reggaeton y la música electrónica que escuchan mis vecinos, dos estilos
a los que soy ajeno, pero no tengo ni los parlantes lo suficientemente potentes
ni la falta de criterio en cuanto a los decibeles tolerables como para
contrarrestarlo). Por eso, La extraviada
es un buen espacio para redescubrir esas melodías.
La frase de Víctor Hugo (gran escritor, por cierto)
que acompaña el programa dice “Lo sublime es una combinación de lo bello y lo
grotesco”. Por eso, La Traviata es sublime,
porque evoca muchas emociones con sus contrastes. La Extraviada
quiso rescatar un poco la idea de los contrastes, pero a través de la introducción
de ribetes tragicómicos (sobre el final), logrando un buen desenlace.
Siempre es reconfortante (por lo menos para mí) buscarle
el lado cómico a lo que puede resultar incómodo en la vida. Aunque sea, así se
obtienen buenas anécdotas.
El diseño de vestuario y escenografía de Cristina
Villamor posibilita un uso adecuado del espacio y ayuda mucho a dar vida al
taller donde trabajan los protagonistas.
El diseño de luces de Gustavo Dimas es discreto y
ayuda a lograr el cambio de clima en los momentos donde interviene la cantante
lírica.
En resumen: Una comedia desopilante y original, escrita y dirigida por Alejandro
Viola. Cuenta con actuaciones divertidas y completas, gracias a la presencia de
actores con muchos recursos, que enriquecen el texto. Las intervenciones de la
cantante lírica contribuyen a generar climas y permiten disfrutar de las arias
que Verdi compuso para La Traviata.
Nota aclaratoria: La
Extraviada no es un musical (por eso su nota no es
comparable a las del resto de las obras del ranking). No obstante, utiliza música
de La Traviata (de Verdi) dentro de su dramaturgia.
Así, las melodías son una forma más de expresión, que contribuyen al desarrollo
del factor trágico de la historia. Como dato adicional, la genial ópera de
Verdi no es ajena a los musicales, dado que en ella se basó la muy buena película
Moulin Rouge!
Más información:
Dirección: Alejandro Viola.
Teatro: El Portón de Sánchez (Sánchez de Bustamante
1034); 4863-2848.
Duración: 1 hora 20 minutos.
Precio de las entradas: $80. Para jubilados y
estudiantes universitarios (con acreditación), $60.
Funciones: domingos a las 17 hs. (durante septiembre y octubre).
Piano (en off): Santiago Rosso.
Prensa: Duche-Zarate (www.duchezarate.com.ar).
Fotos: Facebook.com/LaExtraviada
Además de la referencia a Moulin Rouge, en "Priscilla, la reina del desierto" se hace fonomímica sobre "Sempre libera", espectacular momento vocal con el que la Dama de las Camelias verdiana cierra el primer acto de La Traviata.
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