Categoría: OBRA MUSICAL
Crítica de Daliniana
Buenos Aires, Argentina
Temporada 2015 (El Método Kairós)
Nivel: 6.5 /8
¿De qué se
trata?: “No es una biografía de
Salvador Dalí. Tampoco representa una oda a su obra. Es una visita a su
cerebro, a su imaginación ilimitada. Un paseo por el derrotero fantástico,
surrealista, desgarrado de su cosmovisión artística, de su genio”.
El punto fuerte de la obra: la dirección de Mariano
Taccagni.
Se le atribuye a Salvador Dalí la frase “La única
diferencia entre un loco y yo es que el loco cree que no lo está, mientras yo
sé que lo estoy”. Si algo me quedó grabado de lo que aprendí en la facultad
sobre este pintor es su método paranoico-crítico, por el que simulaba un estado
de locura para intentar ver las cosas como las vería un demente. A su vez,
pretendía entrar en estado alfa a través del automatismo psíquico (por ejemplo,
se acostaba en un sillón con una cuchara en la mano, para que lo despertara al
caerse). Todo esto le permitía coquetear con el subconsciente, ese costado
humano enigmático y a veces temible, como todo lo que no se puede domar.
Justamente, el movimiento del surrealismo hace referencia a lo que subyace a lo
real. A mi entender, Daliniana es un
musical conceptual, porque no nos quiere mostrar un período en la vida del
artista, sino que intenta adentrarnos en ese mundo retorcido e indeterminado
que está más allá del estado de consciencia, pero a través de la mismísima
psique de Dalí. Y lo más interesante es que lo logra.
Para eso, resulta crucial la dirección de Mariano
Taccagni (también autor del libro y las letras). Su trabajo completo,
detallista y arriesgado logra que hagamos un viaje onírico. El musical se va
hilando con una fuerte impronta visual, sobre todo en su segundo tramo (luego
de que se toma un tiempo para presentar a los personajes). Contrariamente a las
obras que quieren contarnos la vida de un artista, aquí el texto se termina
volviendo un soporte (necesario, obviamente) para desplegar un vertiginoso
arsenal de imágenes poderosas y estímulos sensoriales. No pasan desapercibidas
ciertas decisiones que Taccagni en cuanto al manejo en el espacio o la
generación de momentos inesperados o desconcertantes. La iluminación de Juan
García está en sincronía con el ritmo que eligió el director, a la vez que
refuerza algunas de sus intenciones. Hay escenas que resultan muy bien
ejecutadas, pero cuando el espectador se ponga a considerar el espectáculo en
su conjunto, tal vez unos días después de haberlo visto, puede no haber podido
procesar toda la información o no lograr precisar con certeza qué fue lo que
vio, pero aseguro que no se olvidará de la experiencia vivida. Y es aquí donde Daliniana triunfa, al permitir que uno
se deje llevar durante una hora intensa.
Es mérito del texto poder condensar todas las
cuestiones que después cobran vuelo en las creativas secuencias que vemos. Al
ser un espectáculo breve, no quiero anticipar mucho, pero sí vale decir que se
evocan momentos clásicos de la vida de Dalí, como su expulsión del grupo de
surrealistas franceses por André Breton y su desembarco en Estados Unidos
(donde fue acusado de haberse vendido al capitalismo y hasta llegó a crear un
corto animado con Walt Disney, aunque este se terminó años después de que
fallecieran los dos). Por supuesto, hay frases sin sentido aparente y
referencias a rasgos distintivos del universo Dalí (como las moscas que
intentaba atraer a su bigote con azúcar o su concepción del tiempo o la
sexualidad, y un par de apostillas visuales sobre cuadros célebres). Asimismo,
hay un diálogo con su obra desde la utilería (véase el guiño hacia los
teléfonos-langosta) y la escenografía (que presenta un cielo daliniano, dos
muletas como las que aparecen en varios cuadros y un inodoro).
Daliniana es una obra que supone un importante desgaste
físico, y por suerte el elenco entrega todo. El Dalí de Diego Bros es óptimo:
extravagante, neurótico, hiperactivo y constantemente desbordado, tratando de convencer
a los demás y de convencerse a sí mismo de que está loco. Lo cierto es que el
verdadero Dalí hacía de sí mismo una parte fundamental de su obra artística. Le
gustaba provocar y lo lograba cuando quería: tenía a los medios en vilo,
esperando su última ocurrencia. Tal vez no sostuviera su personaje durante toda
su vida privada, pero cuando abandonaba su casa buscaba que se hablara de él
(por ejemplo, pagando cenas para más de 20 desconocidos que le parecían
interesantes, o a través de escándalos). Algo de ese espíritu hay en Daliniana, donde Dalí parece querer
hacer todos los esfuerzos por demostrarnos lo intrincada que es su mente en
apenas una hora.
Entre medio de toda esa energía, se torna
indispensable la presencia de Flavia De Luca, quien con mucho oficio compone a
una Gala enigmática, oscura y sensual y que, en sus intercambios con Dalí, le
da mayor consistencia a la obra. Cierran el elenco Eleonora de Souza, Luz
Despósito, Laura Montini y Georgina Reynaldi, que poseen buenas voces y cumplen
dos funciones: 1) expandir el delirio creativo de Dalí en el rol de musas que
revolotean por su cerebro y 2) personificar a algunos personajes secundarios
que van revitalizando la obra y ayudan a ir quebrando el estancamiento en el
que podría caer. Son ellas, además, quienes más se apoderan del lenguaje
corporal de la coreografía de Diego Bros, que conjuga la elegancia y el
frenesí. Cuando Bros se les une, se crean escenas únicas (sobre todo una en
especial que, intencionalmente o no, resulta una especie de parodia-homenaje a
un estilo, aunque no quiero adelantar más). Por cierto, la música de Gaspar
Scabuzzo se amolda a la poco convencional psique de Dalí, así que no tenemos
melodías redondas sino punzantes. De hecho, este artista odiaba la música, pese
a ser multifacético en otras ramas del arte y el diseño.
Finalmente, ayudan a la caracterización el maquillaje
de Guillermina Fernández (que se ocupa, entre otras cosas, de replicar el
bigote de Dalí y el peinado de Gala) y el vestuario de Héctor Ferreira. Este
último es particularmente destacable e imaginativo; sobre todo si se piensa que
una obra del off cuenta con recursos económicos más reducidos. Empezamos viendo
colores apagados en las telas (como los de los cuadros de Dalí) y después todo
se descarrila para bien. Hay detalles como la incorporación del vestido que usó
la verdadera Gala para la foto del costado. Sencillamente ejemplar.
En síntesis, Daliniana
es un viaje inusual que permite a los espectadores soñar despiertos y jugar a
estar locos por un rato… o a realmente creer que lo estamos. ¿O acaso lo
estamos?
Teatro: El Método Kairós (El
Salvador 4530, Palermo)
Funciones: lunes a las 21
hs.
Duración: 1 hora
Precio de las entradas: $120
Reservas: dalinianateatro@gmail.com o a través de
Alternativa Teatral
Dirección, libro y letras:
Mariano Taccagni
Música original y dirección
musical: Gaspar Sacabuzzo
Elenco: Diego Bros, Flavia
De Luca, Eleonora De Souza, Luz Despósito, Laura Montini y Georgina Reynaldi
Diseño de coreografía: Diego
Bros
Diseño de escenografía y
gráfica: Valeria Brudny
Diseño de vestuario: Héctor
Ferreira
Diseño de iluminación: Juan
García
Utilería y casquetes:
Alejandro Vázquez
Maquillaje y peinados:
Guillermina Fernández
Fotografía: Alejandra Aranda
y Alejandro Vázquez
Asistencia de producción y
prensa: Daniel Fazio
Asistencia de dirección:
Laura Saltamartini
Asistente de escenario:
Alejandro Vázquez
Producción ejecutiva:
Estanislao Otero Valdez
*Dato 1: ya reflexionamos juntos sobre la
locura en El Hombre de La Mancha , mientras que Daliniana nos propone experimentarla.
Próximamente llegará el musical de Saverio,
el Cruel (de Roberto Arlt), a través del cual indagaremos sobre el tema
desde otra óptica (ya no idealista y tampoco artística).
*Dato 2: otros excelentes musicales sobre
pintores son Sunday in the Park with
George (de Stephen Sondheim y James Lapine) y el argentino Frida, entre lo Absurdo y lo Fugaz (de
Carla Liguori, Javier Raffa y Agustín Konsol).
No hay comentarios:
Publicar un comentario